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Héctor Decio Rossetto: caballero del tablero
por
Carlos A. Ilardo
Hablar con el gran maestro más longevo del país (82 años), seis veces campeón argentino y medalla dorada en las olimpíadas de ajedrez de 1952, es ingresar en un mundo de recuerdos.
Existen
miradas que no pasan inadvertidas. Sentado frente al tablero, detrás de un
tenue rey y un sesgo alfil, se esconde un hombre, un luchador de la vida. Con
infancia desangelada, juventud turbulenta y una vejez que le pone obstáculos.
A los 82 años, el gran maestro Héctor Decio Rossetto camina aferrado a un bastón para eludir ciertos achaques. Además, hace algunas semanas que la pérdida de la visión de uno de los ojos lo puso en jaque; se le nublaron los sueños, juega poco y lee casi nada. Sin embargo, el seis veces campeón argentino y medalla dorada en individuales en las olimpíadas de Helsinki, en 1952, no se rinde y da pelea. Uno de los últimos bronces del ajedrez vernáculo se sujeta al pasado, vive de los recuerdos y los reflota. Comienza la historia...
Club Argentino de Ajedrez, en 2004: la pasión intacta
La
vida le dio guerra a edad temprana. Huérfano de madre, la infancia la pasó sin
golpes y sin besos en su Bahía Blanca natal. Apenas un cumpleaños compartió
junto a mamá Agueda.
Papá
Arnaldo, maestro, traductor de cinco idiomas y corrector de diarios, fue su
educador. No conoció el colegio; durmió en los bares mientras su progenitor
corregía exámenes. Y un biberón oculto en el bolsillo del saco fané era el
utensilio de contención del eventual llanto nocturno.
"Dominaba la mayoría de los juegos de salón, pero me atrapó el ajedrez. A los 4 años me enseñaron a mover las piezas, a los 8, descubrí algunos secretos y a los 12, fui campeón de Bahía Blanca", dice Rossetto, con rebosada felicidad, en la charla con LA NACION en el hogar que comparte junto a su esposa, Oneida, compañera desde hace sesenta años, la madre de Cecilia (la famosa actriz) y Pablo, formadores de cuatro nietos y tres bisnietos que completan la prosapia italiana.
Rossetto con su hija Cecilia
En
1936, a los 14, huyó como el verde en otoño. Se emancipó y fue en busca de
nuevos horizontes. Lo sedujeron las luces de la gran ciudad. Buenos Aires era
como un palo enjabonado. Experto en billar, bridge, dados y cartas, probó
suerte con el ajedrez y la pegó; se hizo "profesional", jugaba por
plata. Subordinó salud, familia y fortuna. A los 20 años, en 1942, conquistó
el Campeonato Argentino Superior, la máxima competencia local. Repitió la hazaña
en 1944, 1945, 1947, 1961 y 1972.
En
1944 llegó a Hollywood. La ráfaga de felicidad se hizo brisa amable, compartió
charlas y partidas junto a Humphrey Bogart, Bing Crosby, Charles Boyer, Carmen
Miranda, Marlene Dietrich y Margarita Xirgu. Dan testimonio del recuerdo las
fotos sepia encuadradas en el living del hogar. En la mente de Rossetto esas imágenes
permanecen vivas y giran en colores.
Representó
a la Argentina en seis olimpíadas de ajedrez e integró los tres planteles que
consiguieron los subcampeonatos mundiales. Justamente, en Yugoslavia en 1950,
conoció a Eva Perón.
"Estábamos
en Yugoslavia y se presentó ante el equipo argentino exhibiendo unas ostentosas
joyas. Aún tengo en la memoria el par de aros con forma de lira que tenía
puesto esa noche. Nos prometió un gira por Europa si cumplíamos una buena
actuación", cuenta, con candor, el gran maestro más longevo del país. Y
completa: "La segunda vez que la vi fue en su despacho. Ya estaba enferma y
me ofreció un departamento. Acepté la propuesta, lo pagué en cómodas cuotas,
pero hasta el último centavo".
En la charla con Rossetto siguen los recuerdos. Ahora, el Magistral Capablanca jugado en Cuba en 1964, el día que conoció al Che Guevara. "Estaba jugando con Silvino García cuando lo vi llegar al salón; me levanté y fui al encuentro, estiré la mano y le dije: Un gusto conocerlo Comandante. El hombre me miró y, sonriente, respondió: Usted es quien no me conoce. Yo conozco muy bien al maestro Rossetto. Era hincha suyo cuando jugaba partidas rápidas en la confitería Rex de la avenida Corrientes."
Magistral Capablanca 1964 en Cuba: el Ché Guevara sugue la partida Rossetto - García
Tras
el certamen nació una amistad entre ambos. Se respetaban, se escuchaban. "Jugué
varias partidas con el Che. El ponía mucho empeño por aprender, no le gustaba
que lo dejaran ganar; tampoco los empates sin lucha", dice; y tras la pausa,
agrega: "Muy distinto era el Mariscal Tito, otro político con el que jugué
ajedrez".
La
prodigiosa memoria del maestro Rossetto asombra. Habla del cariño especial que
tiene por el maestro Alberto Foguelman y el escritor Ernesto Sábato. Dice que
es simpatizante de Boca y que su ídolo era Roberto Cherro; la charla toca la
hazaña cuando, sin mirar el tablero, hace un análisis de las partidas frente a
sus mejores rivales. Empate con Fischer, victorias ante Alekhine, Korchnoi, Euwe,
Pachman, Ivkov y muchos más.
Hace una semana, el Club Argentino lo homenajeó con un certamen. Acompañado por su hija Cecilia, llegó el día de la inauguración y jugó partidas rápidas. Amenazó con jugar la prueba; hubo que rogarle para que no lo hiciera. "Era una forma de probarme como luchador y retribuirle con ese gesto el aprecio que me tiene tanta gente".
Rossetto junto a
Cecilia en la presentación
Héctor
Decio Rossetto, caballero del tablero. Luchador de la vida.
Por Carlos A. Ilardo para LA NACION
Fotos:
LA NACIÓN
Ficha
personal
Fecha
y lugar de nacimiento: 8 de septiembre de 1922, en Bahía Blanca
Estado
civil: Casado, con Oneida; dos hijos: Pablo y Cecilia
Principales
títulos: Seis veces campeón argentino superior
(1941-1944-1945-1947-1961-1972).
Tres
veces subcampeón por equipos en las olimpíadas de Yugoslavia (1950), Finlandia
(1952) y Holanda (1954).
Principales
logros: Participó en los Interzonales Portoroz (1958), Amsterdam (1964);
conquistó el Abierto Ciudad de Mar del Plata (1949 y 1952). Tiene un empate
ante Bobby Fischer y victorias frente a A. Alekhine, V. Korchnoi, M. Euwe, B.
Ivkov, W. Uhlman, L. Pachman, O. Panno y otro más.