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Dosis mortal: Para conocer, amado lector, los elogios de cebada y burro (sobre Bobby Fischer ¡post mortem!) repasa las crónicas escritas ayer y hoy por sus calumniadores de toda la vida transformados a su muerte en sepulcros blanqueados. Raza de víboras que no cesó de acosarle hasta volverle loco. Salieris de celos, sarna y envidia con las manos manchadas de sangre. Los mismos cabestros que condujeron a la demencia a Morphy, a la desesperación a Keres y a la traición a los más frágiles. Bronstein, el mejor de su época, también se quedó sin título: cargaba el mismo apellido que el cargante León Davidovitch Trotski. (Otros polis se cargaron al león con Caridad y piolet). Las famosas clínicas siquíatricas para disidentes atiborraron a Bobby de dosis mortales de desafueros hasta hacer explotar la sien del genio judío.
En un tugurio, con los esbirros del gulag, le robaron el título de campeón del mundo. Nunca hubieran podido poner en duda su primacía sobre un tablero. Los peones útiles, occidentales y tontos realizaron el trabajo nauseabundo desde sus pozos negros.
Silencio: En su día ¿tan sólo mi sombra y yo nos atrevíamos a decir la verdad sobre la federación internacional de sabuesos?: ¡No! Siempre hubo quijotes y justos, los Shirov, los Spassky, los Kamsky, los Kortchnoi, los Hübner y lo mejor de la elite mundial del ajedrez y del periodismo. Corro que hoy se enriquece con los Yifan Hou, Magnus Carlsen o Parimarjan Negi y su cohorte de poetas y superdotados.
A la muerte del inmortal los mandados a sueldo y consigna han osado pedir un minuto de silencio. Acostumbrados que estuvieron desde su primera línea a practicarlo.
Fischer y Kasparov: “)Por qué, usted que se dice campeón del mundo, no se atrevió nunca a disputar el título contra sus invencibles Kamski y Fischer (‘pobre de solemnidad’) ?@ le pregunté recientemente en Moscú al millonario Kaspárov. Estábamos en la sede de la agencia Tass (del admiradísimo [entonces] Putin). Como respuesta el microcampeón mandó cortar mi micrófono ante las macrocámaras de « France 2 ». Incluso el jaguar apolillado se pudre con embustes y pus.
Ajedrez: El de Fischer fue el más trascendente que analicé con Beckett, con Marcel Duchamp, con Tristan Tzara, con Kundera o con Ionesco. (Quién hubiera podido prever que tres años después de la muerte de Stalin, Bobby Fischer bordara a los trece años la Apartida del siglo@?)O que Regina Fischer que pensaba parir y formar al “genio de la literatura anticapitalista” diera a luz a Bobby?
Reina Madre: El talento adornó a Regina con todas sus galanuras. Bobby Fischer, su hijo, se encaramó al título de “Hildegart Rodríguez de Chicago”. Mientras que la niña gallega hubiera podido alcanzar el de “Bobby Fischer del Ferrol”. Las madres de ambos fenómenos, luceros y prodigios, admiraron la revolución proletaria con ramos de bolchevismo. Las dos decidieron, mucho antes de la concepción, crear al superdotado y a la superdotada de sus entrañas. Y lo consiguieron, como por milagro ateo, a la sombra de la materia prima de su icono de materialismo y dialéctica.
Quién hubiera podido imaginar, que los dos genios, Hildegart y Bobby, se rebelarían en la cresta del oleaje contra el sueño y el “porvenir radiante” de sus progenitoras?
Stalin: (Cómo le fascinó a Stalin, aquella jovencita americana colmada por la audacia el talento y la intrepidez! Deslumbró Regina desde que tuvo uso de razón, y lo tuvo y usó como pocas. Militó en el partido comunista alemán (aunque era ciudadana norteamericana) hasta el último seísmo. Regina fue uno de los Atopos@ soviéticos más eficaces y mejor tapados en la topografía de los Estados Unidos. Miembro de la Stasi entre gárgolas, paraíso terrenal y jaque mate.
Para Regina, Stalin, fue el nuevo Sócrates; el constructor de la sociedad más justa bajo la autoridad de la belleza, de la ciencia y de la verdad. Y por su causa estaba dispuesta a dar hasta la última gota de sus flujos. Muerto Stalin, la genial madre de Fischer siguió dando batallas, como si a lomo de su Campeador pudiera derrotar una y otra vez a los capitalistas de capirote.
Con qué fe creó una asociación petardista de pacifistas americanos. Gancho de izquierdistas e izquierdosos, para realizar con utopía la Amarcha de Washington a Moscú@. Fábula y periplo de belicistas prosoviéticos vestidos de antiguerreros. Romería que hubiera debido cruzar a pie el estrecho de Bering, con la única misión de buscar nuevos miembros para la causa. Para Regina el futuro no sabía de improbabilidades ni el presente de modas.
Partida de nacimiento: La de la madre de Fischer prueba que nació el 31 de marzo de 1913 en el San Luis de los Estados Unidos; y no en Suiza un año después como ella, por orden comunista, certificó en montones de arena.
Hasta los 21 años creció, superdotada y hermosa, en una hermosa familia judía emigrada de Galitzia. Por su admiración por la quimera del Este la distinguieron los suyos con rango y apodo: Acuna roja@. En secreto programó su viaje de San Luis a Moscú como una peregrinación. Únicamente a los militantes más disciplinados, Moscú les recompensaba con el honor de realizar aquel periplo a su relicario y al de la Internacional. Sólo recibían el permiso de entrar en la Apatria de la clase obrera@ los extranjeros con collar y escapularios. A ella, indómita, le encandiló poder vivir acampada al pie de la muralla prohibida.
Regina Fischer, pudo vivir entre celofán en aquel Moscú que hoy los ex-colaboradores de Zatlin, sus checas y sus gulags, califican con razón (pero sin derecho a hacerlo precisamente ellos), de Ael de las purgas y el terror@.
Hasta que los propios archivos soviéticos de la época y los del FBI lo desmintieron se había creído en el viaje de Regina “desde Zurich” (y no desde San Luis como sucedió) “a la capital de la Unión Soviética” en 1933. También se había creído que Regina ayudó en la patria del proletariado, como una cándida de Aong@, a los enfermos de un hospital soviético. Los servicios de desinformación soviéticos, divulgaron esta patraña preñada con la esperanza de que se perdiera su recuerdo en atascaderos y cilancos:
En verdad la madre de Fischer vivió en la URSS con temperancia en época de intemperancia. En pleno Plan quinquenal Regina pervivió guarnecida de purgas y hambrunas. Al volver a los Estados Unidos como típico topo, por orden personal del mismo Stalin practicó el Aentrismo obrero@, con tanta fe en su radiante porvenir que, a punto de dar a luz, representó el papel de soldadora en Portland.
Gotas de esperma: Bobby Fischer vino al mundo diez años exactamente (menos tres días) antes de que muriera Stalin.
Atravesando la humareda de historias y mentiras fabricadas en Moscú para ocultar la verdad, aparece un posible padre de Fischer entre la bruma del misterio y la química. En verdad a Regina le colmaron las gotas de esperma necesarias para la procreación del genio. La leyenda más verosímil pretende que el padre putativo o el pródigo progenitor del prodigio Bobby fue el jefe del espionaje de la Alemania comunista, el verdugo Gerhardt Ritcher-Wachter, apodado el Adiablo@. La multiplicación, en la Edad Media, de niños deformes y superdotados como Bobby (diablillos, duendes, trasgos, koboldos y korriganes con poderes mágicos o capaces de fabricar venenos) provocó la creencia de que eran hijos del diablo. A los que no comulgaban con el vaticano rojo se les llamó “fascistas”.
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¡Jenial! y FBI: Durante mi estancia en Jena me fue comunicado el pasado de Regina. Para los archivos de la Universidad, la madre de Fischer se llamó: Regina Pustan Wender F . ¡AF@!
Dos semanas después de la publicación de mi descubrimiento el FBI reconoció haber espiado durante años a la madre de Fischer. “Sistemáticamente se leyó su correo, la seguimos día y noche, pedimos información a sus vecinos, y analizamos sus cheques”.
En el colmo de su dolor Regina tuvo que ser testigo como el común de sus camaradas, desde el 11 de julio hasta el 1° de septiembre de 1972, de la derrota en el tablero del soldado del Kremlin. Su hijo consiguió el campeonato del mundo desuniendo a los soviets y doblegando al mejor ajedrecista de la URSS, que por cierto hoy ya es cristiano
¿Hubiera podido imaginarse que el hijo de la militante radical Regina, Bobby Fischer, iba a celebrar su victoria vaticinando el final definitivo del comunismo ateo y el Amaterialismo satánico@? Diez y nueve años se desmoronaría el Muro. Y un tercio de siglo después de su triunfo, durante su agonía, el furor, las calumnias y la miseria le cercaron con sus gritos de hielo hasta su último suspiro de demente genial.
Otros arrabalescos: El ajedrez no es como la vida, es la vida repitió Fischer al perder la vida en su miserable guarida islandesa.
ANo, no podría vencerle; pero con blancas le arrancaría el empate a Dios@, Fischer.