Para ganar, primero debes aprender
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Leontxo García entrevistando a Garry Kasparov en en el avión privado que le ha facilitado uno de los contribuyentes a su causa.
Polideportivo de Toluca (México), 3 de abril de 2014
Unas 700 personas enardecidas vitorean y aplauden a Gari Kaspárov cuando entra en la pista para una exhibición de simultáneas con 18 jugadores. El excampeón del mundo está preocupado porque el terrible tráfico en Ciudad de México ha causado un gran retraso en su llegada a Toluca, y pocas horas después está invitado a una cena en la capital con algunos de los patrocinadores más importantes de la Fundación Kaspárov. Los organizadores proponen que las partidas duren sólo una hora, y que un comité de arbitraje dictamine el resultado en ese momento, según cómo estén las posiciones. Kaspárov dice que sí, pero al mismo tiempo imprime un ritmo brutal a su juego –menos de cuatro segundos por movimiento, de promedio- y, a punto de cumplir 51 años, gana las 18 partidas en una hora.
Esa anécdota tiene elementos muy significativos. Latinoamérica (en realidad, toda América, aparte de EEUU y Canadá) es ahora una de las áreas más pujantes del mundo desde el punto de vista económico, social y cultural. En ese contexto, mejorar la calidad de la educación es importantísimo, y tenemos argumentos suficientes con base científica sólida para garantizar que el ajedrez es muy útil como herramienta pedagógica si se imparte bien. Además, en mis frecuentes viajes por la mayoría de los países latinoamericanos en los últimos años he podido comprobar que hay sed de ajedrez (desde el punto de vista deportivo) en muchos de ellos. Ahora hace falta una fuerza, un ente poderoso, que aglutine esos vectores en la dirección correcta: si el ajedrez se promueve masivamente como herramienta pedagógica en los colegios y en sus numerosas aplicaciones sociales (retraso del envejecimiento cerebral, niños hiperactivos, superdotados, autistas, Ásperger, síndrome Down, cárceles, drogadictos en rehabilitación, ciegos, sordomudos, etc.) llegará a amplios sectores de la sociedad y atraerá a potenciales patrocinadores. De esos grandes números saldrán, a medio plazo, más jugadores federados y más dinero para el ajedrez de competición, que de otra manera será siempre un deporte minoritario.
Kaspárov, cuya energía con más de 50 años es impresionante, y su fundación pueden ser esa fuerza aglutinadora. Tras seis días muy intensos junto a él (apenas dormí tres o cuatro horas diarias) he podido comprobar que tiene muy asumido el razonamiento del párrafo anterior. El objetivo fundamental de su fundación es introducir el ajedrez masivamente como asignatura en horario lectivo en los colegios, como recomendó el Parlamento Europeo en marzo de 2012, con 415 eurodiputados a favor, gracias al trabajo de persuasión de Kaspárov y de Silvio Danáilov, presidente de la Unión Europea de Ajedrez.
Tras poner en marcha las oficinas de la fundación en Nueva York, Bruselas, Johannesburgo y Singapur, Kaspárov eligió Ciudad de México como sede para toda Latinoamérica. El presidente de esta rama de la fundación es el prestigioso promotor cultural mexicano Hiquíngari Carranza, cuyos servicios al ajedrez hasta ahora son de muy alto nivel: fue el artífice de que Linares compartiese torneo tres años con Morelia (México); el organizador de tres festivales grandiosos en la Plaza del Zócalo (Ciudad de México), donde se batió el récord Guinness de simultáneas con 14.300 tableros; y de los dos festivales de la Universidad Autónoma de México (UNAM), en 2010 y 2012, que probablemente son los mejores de la historia del ajedrez.
Kasparov en la UNAM
En Museo Soumaya (de la Fundación Carlos Slim), se realizó la presentación de la Fundación Kasparov de Ajedrez para Iberoamérica
Carranza logró que los actos de lanzamiento de la fundación en México alcanzasen también el máximo nivel. Kaspárov fue recibido, en Acapulco, por el presidente de la República, Enrique Peña Nieto, y el gobernador del Estado de Guerrero, Ángel Aguirre. Y en Ciudad de México por senadores y diputados de todos los partidos importantes, tanto del Parlamento del país como de la Asamblea Legislativa del Distrito Federal, así como por el Jefe de Gobierno (en Europa, Alcalde) de una de las ciudades más populosas del mundo (24 millones de habitantes si se cuentan los del extrarradio), Miguel Ángel Mancera, con quien cerró el acuerdo de que un millón de niños del Distrito Federal aprendan ajedrez en los colegios durante los próximos años. El principal acto de lanzamiento tuvo lugar en el prestigioso Museo Soumaya, me correspondió el honor de presentarlo y fue espléndido; en las primeras filas estaban distinguidas autoridades y conocidos hombres de negocios, así como eminentes intelectuales. También fui invitado a varias cenas y recepciones oficiales, y puedo asegurar que Kaspárov y la idea de su fundación gozan de un gran apoyo por parte de lo que podríamos llamar “fuerzas vivas” de México, tanto desde el punto de vista político como económico.
Kasparov con el alcalde de México D. F., Miguel Ángel Mancera
Pero aquí se acaban las alegrías –de momento; luego volveré a ellas, cuando relate lo ocurrido en Jamaica y El Salvador- porque, con verdadero dolor como ajedrecista y simpatizante de México (un país donde siempre me han tratado con enorme cariño durante mis quince visitas de los últimos ocho años) debo hablar de las miserias del ajedrez mexicano, encarnadas principalmente en un personaje, Raúl Hernández, presidente de la Federación Mexicana de Ajedrez, manejado por otro: Jorge Vega, presidente de FIDE América.
Lo que Kaspárov hizo en México durante esos tres días fue, muy probablemente, la mayor promoción del ajedrez en toda la historia del país. Un día antes del acto en el Museo Soumaya, mientras preparaba el guión de mi presentación, el presidente Hernández reconfirmó a Carranza su presencia, por escrito y por teléfono, no sólo en el acto del museo, sino también en la rueda de prensa de Kaspárov a las nueve de la mañana, porque pensaba aterrizar en la capital muy temprano. Al día siguiente, Hernández no sólo no apareció en ninguna parte, sino que tampoco explicó su ausencia ni pidió disculpas ni envió a nadie en representación; varios periodistas independientes llevamos dos semanas esperando que responda a nuestros correos y llamadas; que yo sepa, no ha contestado a ninguno. Todo ello, además de una enorme falta de respeto a Kaspárov, Carranza y mucha más gente –y al ajedrez en general- implica un considerable desaire a Jesús Mena, director general de la Comisión Nacional de Cultura Física y Deporte (CONADE, equivale al Ministerio de Deportes de otros países), una institución que financia a la Federación Mexicana de Ajedrez.
¿Cómo puede explicarse una conducta tan extraña (por emplear el término más suave que se me ocurre)? Para mí, salvo que el presidente Hernández haya sufrido algún patatús repentino que lo haya dejado sin habla ni juicio (confiemos en que no) sólo hay tres posibilidades lógicas: 1) Vega amenazó a Hernández con algo muy grave; no quiero ni pensar qué puede ser; 2) Vega le prometió un premio muy sustancial, más que el viaje con gastos pagados al Mundial Anand-Carlsen del año pasado en Chennai, donde Hernández (que no es miembro de la Junta Directiva de la FIDE, ni de su Comité Ejecutivo ni de ninguna de sus 23 comisiones) ni siquiera se dignó pasar por la sala de prensa para saludar a los conocidos; 3) Una mezcla de las dos anteriores.
¿Y por qué me muestro tan seguro y contundente en esa especulación? Porque me consta que Vega maneja FIDE América con mano de hierro y métodos más que dudosos desde el punto de vista ético (de nuevo, me muerdo la lengua y procuro escribir lo más suave que puedo). Es muy trabajador, y responde correos en plena noche si los considera urgentes. Como me han dicho varios presidentes de federaciones latinoamericanas en conversaciones privadas (por eso no cito sus nombres): “Contra Vega se dicen muchas cosas, y yo no niego que puedan ser ciertas; pero si sé que cuando tengo un problema le llamo, y lo resuelve con rapidez”. Pero si no estás con él, estás contra él. Por eso, Vega acostumbra a boicotear –o, al menos, a intentarlo- muchas iniciativas que no pasan por sus manos, por muy beneficiosas que puedan ser para el ajedrez. Lo que a él le importa por encima de todo es conservar su enorme poder en la FIDE –no es exagerado decir que Kirsán Ilyumzhinov ha sido presidente durante 19 años gracias a Vega-, y para ello necesita arrasar cada cuatro años con los votos latinoamericanos y del Caribe, como sea, por las buenas o por las malas.
La visita de Kaspárov a México es un buen ejemplo. El excampeón del mundo ve que toda su labor con la fundación sería mucho más eficaz y rápida si fuera presidente de la FIDE, porque ello le daría acceso relativamente fácil a 178 ministros de educación. Es su motivo principal para enfrentarse a Ilyumzhinov en las elecciones del próximo 11 de agosto en Tromso (Noruega). Dado que la Fundación Kaspárov se lanzaba en México para toda Latinoamérica, Carranza invitó a todos los presidentes de esas federaciones, con viajes y estancia pagados, a Ciudad de México. Pero acudieron muy pocos, porque Vega no podía permitir que Kaspárov aprovechase para reunirse con ellos y pedirles el voto. Al parecer, le importa un pimiento que estemos ante una gran oportunidad de promover el ajedrez en masa en todo el continente.
Casi todas las federaciones tienen miedo, o más bien pánico, a quedarse aisladas (sin torneos, ayudas para viajes, asignaciones para entrenadores o árbitros, etc.) si votan en contra de Vega y luego gana. Y no me refiero sólo a aquellas federaciones (por desgracia, más de una, y de dos) donde se sospecha que la corrupción es tan grande como su ineficacia, sino a otras de gestión excelente. El caso más claro es Uruguay, país que visité el año pasado: la federación hace un trabajo magnífico, en estrecho contacto con el Ministerio de Educación, cuyo ministro y viceministro están plenamente convencidos de la gran utilidad pedagógica del ajedrez; el presidente de la federación, Bernardo Roselli, es un buen gestor y una persona muy honrada; el vicepresidente, Esteban Jaureguizar, es uno de los mayores expertos del mundo en ajedrez pedagógico en general, y concretamente en la enseñanza preescolar.
Sin embargo, esa federación es fiel a Vega, debido a ese miedo cerval, y todo indica que lo seguirá siendo el 11 de agosto. Para mí, es tan sorprendente como que un colectivo muy progresista de EEUU (supongamos, los ecologistas o los pacifistas) votase por la extrema derecha del Tea Party.
Todo ello permite entender por qué Vega, un tipo duro que cumplirá 79 años una semana después de las elecciones de la FIDE, antiguo guerrillero junto a Fidel Castro en Sierra Maestra, mal orador en público pero muy bueno en las distancias cortas, ampara e incluso provoca situaciones desastrosas, surrealistas o caóticas en algunas federaciones, con tal de que el voto sea para él, por muy perjudicado que salga el ajedrez. Veamos dos botones de muestra.
Fue bochornoso ver a dos peruanos en la Asamblea de la FIDE de hace cuatro años en Janti Mansiisk (Rusia) que decían ser los representantes legítimos de su país. Uno contaba con el apoyo del Gobierno del Perú. La FIDE dio poder de voto al otro, porque, al parecer, según Ilyumzhinov, estaba respaldado por el Comité Olímpico Peruano (la FIDE es miembro del Comité Olímpico Internacional). Por cierto, hace unos días, el 28 de marzo, el Gobierno del Perú acaba de desautorizar a una de las dos federaciones peruanas de ajedrez porque su presidente está acusado de varios delitos. Y sigue sin reconocer a la otra, por lo que no sabemos quién votará por Perú en Tromso. Me pregunto qué opinará sobre esto la mayoría de los ajedrecistas peruanos.
¿Y los ecuatorianos? En su país también hay ahora dos federaciones. Una está reconocida por el Gobierno, y es la que ha organizado los últimos campeonatos nacionales de diversas categorías. Pero todo indica que la FIDE reconoce a la otra, a pesar de que en este caso el Comité Olímpico nacional no ampara a ninguna de las dos, debido a que –según la ley ecuatoriana- el reconocimiento del Gobierno debe añadirse al de la federación internacional correspondiente (en este caso la FIDE) para que el Comité Olímpico respalde a una federación. ¿Cómo van a lograr patrocinadores serios y estables para el ajedrez de esos países si ni siquiera tienen un interlocutor institucional plenamente respaldado? ¿Es que FIDE América no puede hacer nada para evitar que estas situaciones tan lamentables se prolonguen durante años?
Volvamos a las alegrías. Tras cumplir mi contrato con Carranza como presentador de los actos públicos en México (y director de un coloquio muy estimulante sobre ajedrez y educación en la UNAM, la universidad más grande de América), Kaspárov me propuso que le acompañase en su viaje por Jamaica y El Salvador –en el avión privado que le ha dejado uno de sus donantes para la campaña electoral- porque iba a ser la única manera de que le hiciese la entrevista larga que necesitaba para el libro que estoy escribiendo sobre Korchnói, Kárpov y él: “Los teléfonos celulares no funcionan mientras vuelo, y entonces podremos hablar”, me explicó. Fue una experiencia inolvidable, y creo que el resumen que sigue también será muy interesante para los lectores.
La relatada actitud del presidente Hernández contrasta radicalmente con lo que vi en sus homólogos Ian Wilkinson, de Jamaica, y Efraín Segura, de El Salvador. Desconozco a quién votarán el 11 de agosto, pero ambos no sólo hicieron gala de la cortesía y respeto lógicos durante la visita de uno de los mejores ajedrecistas de todos los tiempos, sino que dieron muestras claras de comprender la enorme importancia del plan de la Fundación Kaspárov para la promoción del ajedrez, con independencia –insisto- de que lo apoyen o no como presidente de la FIDE.
Wilkinson, bajo el pomposo nombre de su Magnificent Chess Foundation, lleva años liderando una labor muy meritoria de promoción del ajedrez entre los niños en Jamaica, donde el patrocinador de Kaspárov es la compañía telefónica Digicel, líder en la región. La acción conjunta de ambos logró un programa de visita tan intenso como productivo, que incluyó actividades con niños, reuniones con los directivos del ajedrez y con personalidades de la lucha por los derechos humanos, encuentros con la prensa escrita, la radio y la televisión, y una cena con el ministro de Educación, Ronald Thwaites, una persona brillante que entendió muy rápido los argumentos de Kaspárov e hizo de inmediato las preguntas más pertinentes. Todo ello, en unas 36 horas. Pero el momento más cálido fue la emotiva presentación que el propio Wilkinson hizo de Kaspárov durante una entrega de premios:
De izquierda a derecha: Ian Wilkinson (presidente de la Fed. Jamaicana), Ronald Thwaites (ministro de Educación) y Barry O' Brian, (consejero delegado de Digicel Jamaica)
Kasparov, Lisa Lewis y Bob Marley
El fotógrafo de este reportaje, Mig Greengard, posando ante una estatua de Bob Marley
De Kingston (capital de Jamaica) a San Salvador, donde fuimos recibidos con gran amabilidad por el presidente del Comité Olímpico Salvadoreño, Eduardo Palomo, quien además organizó la visita con gran eficacia, ubicando casi todos los actos en el mismo edificio para aprovechar el tiempo al máximo. Además de las reuniones con personalidades salvadoreñas de diversos ámbitos, de unas simultáneas con reloj (en las que Kaspárov volvió a dejarnos atónitos por su fuerza arrolladora), de una multitudinaria rueda de prensa y de una conferencia magistral sobre el ajedrez y la toma de decisiones, el excampeón me pidió que asistiera como traductor a una reunión (a las 08.00 de la mañana) con cinco miembros de la Federación Salvadoreña, incluido su mencionado presidente, propiciada por Palomo.
Acepté, y así pude ver qué criterios emplea Kaspárov en su campaña electoral. De entrada, aclaró que él no introduce dinero en los bolsillos de nadie a cambio del voto, y que tampoco va regalando dólares a las federaciones que lo apoyan. Lo que propone es que le presenten proyectos de ajedrez serios y de coste razonable, adaptados a la distinta realidad de cada país; lo que más le interesa es la introducción del ajedrez en los colegios como asignatura, pero comprende que en algunos sitios hay necesidades más perentorias. Y lo más importante: él financiará esos proyectos con contratos firmados, respaldados por sus poderosos patrocinadores y donantes. Contrariamente a lo que ocurrió hace cuatro años cuando apoyó la candidatura de Anatoli Kárpov, quien supeditó el cumplimiento de sus promesas a la victoria en las elecciones, Kaspárov garantiza el cumplimiento de sus compromisos aunque pierda en Tromso.
El día que comenzó con esa reunión en San Salvador fue muy largo, y terminó con un aterrizaje en el aeropuerto de Newark, muy cerca de Nueva York, de madrugada. En el taxi que nos llevaba a Manhattan, Kaspárov me reconoció –con la grabadora en marcha- que el cisma de la FIDE que provocó junto a Short en 1993 fue un gran error suyo. A lo largo del viaje pude comprobar que el carácter del Ogro de Bakú –a quien he entrevistado más de cien veces desde que nos conocimos, en 1983- se ha atemperado, que ha aprendido de sus graves equivocaciones, que la madurez tras una vida intensísima templa sus juicios. Gari saltó por encima de la adolescencia, desde la niñez al estrellato, dedicando esos años a su formación cultural y como ajedrecista, pero sin hacer lo que hacen los adolescentes. Desde niño fue predestinado a objetivos grandiosos, que se reflejan en la tremenda frase que me dijo su madre, Clara Shaguenovna, a finales de 1985: “Ser siempre el número uno es muy duro. Y vivir por el placer de vivir es algo que ni mi hijo ni yo comprendemos”. Esa vida tan peculiar provocó algunos defectos muy visibles: cierta arrogancia y modales bruscos, sobre todo con los adversarios o con quienes no son poderosos. Pero no es menos cierto que ningún otro campeón del mundo ha trabajado tanto por promover el ajedrez en los más diversos ámbitos y en los cinco continentes (Kárpov sería probablemente el segundo en esa lista). Quien lo niegue estará afirmando que la nieve no es blanca.
Efraín Segura (presidente de la Federación Salvadoreña de Ajedrez) y Eduardo Palomo (presidente del Comité Olímpico de El Salvador)
De izquierda a derecha: Álvaro Huezo, Ricardo Ávila, Nelson Castillo, Kasparov y Efraín Segura
Kasparov comiendo pupusas con Carlos y Erick
¿Quiere eso decir que Kaspárov es el candidato ideal para presidir la FIDE? No, porque algunas de las heridas que ha causado siguen sin cicatrizar, y algunos no se las perdonan. ¿Pero sería mejor presidente que Ilyumzhinov? Para mí, sin duda alguna. E incluso sus críticos más acérrimos deberían admitir que, como mínimo, merece la oportunidad de acertar o equivocarse, por dos motivos que ya publiqué aquí en uno de los Diarios de Leontxo, durante el Mundial Anand-Carlsen el pasado noviembre, y en los que ahora me reafirmo:
1) Ilyumzhinov no ha logrado un solo patrocinador multinacional serio ¡en 19 años! Y me temo que jamás lo conseguirá, porque su nombre está ligado a su “amistad” con dictadores sanguinarios (Saddam Hussein, Gadafi, Assad) y con el supuesto secuestro por extraterrestres que le llevaron a jugar al ajedrez a no sé qué planeta;
2) Kaspárov comprende mucho mejor que el futuro del ajedrez pasa por la necesidad imperiosa de promoverlo como herramienta educativa. Es cierto que el actual presidente habla de ello casi todos los días, pero sus progresos en 19 años son nimios; la eficacia de la comisión de Ajedrez en las Escuelas (¡que tiene 54 miembros!) es mínima, a pesar de que debería ser una de las más importantes de la FIDE; los congresos que organiza son de segundo o tercer nivel, mucho peores que los debidos a iniciativas privadas, a los que asisto con frecuencia.
Por la información que tengo, creo que Kaspárov aventaja a Ilyumzhinov por más de diez votos en Europa y en África; en Asia hay un tenso equilibrio, con predominio de Kaspárov al Este de la India, y de Ilyumzhinov al Oeste. Por tanto, la clave está en América, y especialmente en Latinoamérica y el Caribe. Es el momento idóneo para que muchos ajedrecistas despierten y dejen de mirar sólo hacia dentro (sus partidas, aperturas, torneos, Elo, etc.) y tomen partido mirando hacia afuera y aportando lo que puedan en la expansión del ajedrez como herramienta muy útil para la sociedad. Por ejemplo, este próximo fin de semana hay una reunión importante de la Federación Mexicana en Tabasco. ¿Dará explicaciones el presidente Hernández de su misteriosa conducta? ¿Puede México votar por Ilyumzhinov después de lo que Kaspárov está haciendo por el ajedrez mexicano? ¿Cuenta realmente Raúl Hernández con el apoyo de la mayoría de los ajedrecistas mexicanos?
Kaspárov repitió durante el viaje una anécdota que me gusta mucho. Ocurrió en el barrio del Harlem de Nueva York, en un colegio con muchos niños latinoamericanos de clase muy baja. Él preguntó a algunos por qué les gustaba el ajedrez, si les ayudaba en sus estudios, etc. Una niña de 10 u 11 años sólo dijo tres frases, pero muy bien dichas: “El ajedrez me ayuda mucho a resolver problemas de matemáticas. Las matemáticas son difíciles. Por tanto, el ajedrez me enseña cómo resolver situaciones difíciles”. Los ajedrecistas latinoamericanos y caribeños tienen ante sí una situación muy difícil, pero muy esperanzadora también. Confiemos en que, como a la niña de Harlem, el ajedrez los ayude a resolverla sabiamente.
Texto: Leontxo García
Fotos: Mig Greengard