Entrevista con Kramnik

por Clara Cavour
15/05/2014 – Con él, siempre hay garantía de respuestas informativas, sinceras y honradas. El excampeón del mundo de 38 años, casado y padre de dos hijos, habla de arte, belleza, vida y ajedrez en esta entrevista, realizada por la directora brasileña de documentales Clara Cavour. Lo pilló en París, cuando regresaba con su familia tras un mes fuera, jugando torneos. Transcripción y traducción al castellano...

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Me puse en contacto con Vladimir Kramnik la noche que viajé a Europa. Dos días más tarde, tenía delante a uno de los mejores ajedrecistas del mundo. Quedamos para hacerle la entrevista en una de las salas de conferencias de un hotel de París. Kramnik acababa de llegar a la ciudad en la que vive con su esposa, su hija y su hijo.

Kramnik, ahora ya casi un "veterano" de ajedrez, derrotó a Garry Kasparov en el mejor momento de su carrera, alzándose con el título de Campeón del Mundo de Ajedrez en el año 2000. Llevó el cetro hasta el año 2007, cuando fue vencido en el duelo por el Campeonato del Mundo por el indio Viswanathan Anand. Hablando igual de rápido que calculando posiciones, el gran maestro ruso habló de arte, belleza, vida y ajedrez.

La transcripción traducida al castellano

Cada jugador de elite tiene su propio estilo de juego, al igual que los pintores. Ves un cuadro y dices, vale, este es uno de Modigliani, o de Rafael, porque no los vas a confundir con ningún otro. Es lo mismo en el ajedrez, y eso significa que también es arte. Los jugadores de ajedrez todos son ligeramente diferentes y tienen su propio estilo muy particular de enfocar el ajedrez y eso se puede notar cuando ves sus partidas.

Soy de una familia de artistas: mi padre era pintor, mi madre música. Cuando empecé a jugar al ajedrez, en la Unión Soviética, el ajedrez era muy popular y era una de las profesiones artísticas más elitistas, quizá incluso más que la música clásica y la pintura. Era muy respetada. Esa fue una de las razones por las que comencé a jugar al ajedrez y por la que seguí jugando. De otra manera, probablemente me habría dedicado a otro tipo de arte, probablemente a la pintura o la música, aunque la verdad es que no tengo mucho talento en ninguna de las dos cosas.

Vladimir Kramnik en París

No me considero un genio. En serio. Estoy siendo sincero contigo. No creo ser un genio. Por supuesto, tengo talento para el ajedrez y tengo capacidades analíticas bastante buenas y en algunas cosas soy mejor que la media, pero no se necesita ser un genio para ser un ajedrecista de primera fila. Se requieren otras muchas cualidades, como fortaleza de carácter y la más importante, capacidad para aprender. Si aprendes muy rapido en ciertas áras significa que tienes talento. La capacidad para aprender es lo que yo advierto en todos los jugadores de primer nivel (y también en los músicos de primer nivel y otros artistas) En su área aprenden en segundos y a eso se le llama talento.

Para mi, personalmente una partida de ajedrez bonita es aquella en la que todo parezca muy lógico, muy bien pensado y puesto en práctica, desde el comienzo hasta el final. Esa es la definición de la maestría del ajedrez. Si milimetro por milimetro todo está perfecto. O sea que para mi, es la perfección. Para muchos otros jugadores es más la imaginación, a veces incluso las decisiones erróneas, algo absurdo o abstracto. Pero yo soy bastante clasicista en el ajedrez y también en el arte, me encanta al arte clásico del siglo XVII. Me encanta la belleza y la pureza del juego.

Comparado con la vida, el ajedrez es muy estricto. En la vida puedes tener suerte, puedes nacer hijo de padres ricos, puedes hacer cosas locas y aún así salirte con la tuya. Pero en el ajedrez eso no funcionará; vas a perder. En el ajedrez tienes que ser muy disciplinado a la hora de reflexionar. Dicho lo cual, también hay muchas cosas en el ajedrez que se parecen a la vida: tienes que comprender que a veces tienes que sacrificar un poco de algo para obtener otras ventajas; tienes que mirar todo el tablero y la impresión general, de otra forma nunca vas a ser un buen jugador de ajedrez. Eso en la vida es parecido.

Mi hija ahora tiene 5 años y he empezado a darle clases de ajedrez. Mi hijo solo tiene un año, es muy joven todavía. La mayoría de los padres suelen llevar a los hijos a nadar, jugar al fútbol, o lo que sea que pueda contribuir a que se desarrollen bien sus cuerpos y sus habilidades físicas. Pero en mi opinión, la habilidad mental es mucho más importante, porque en cuanto a la física podrás ponerte al día más tarde, pero mentalmente, especialmente durante esa fase entre los cinco y los doce años, cuando tu cerebro y tus estructuras de pensar se están desarrolando y formando, es muy importante trabajar en ellos. El ajedrez no es la única, pero es una herramienta muy útil para desarrolar las capacidades intelectuales de tus hijos.

El ajedrez es como cualquier otro deporte; en un momento dado llega a ser muy díficil mostrar buenos resultados. Cuando has pasado los 40 años, se pone bastante difícil porque el ajedrez consume mucha energía. Te puedo dar un simple ejemplo: si alguien intenta resolver unos problemas de matemáticas no muy complicadas durante cuatro horas seguidas, te puedo asegurar que se queda agotado, como si hubieses estado en la sala del gimnasio. La actividad mental también cansa y consume energía. Es otro tipo de energía, pero eso no quita que necesites mucho de ella. Recuerdo que cuando disputé el duelo por el Campeonato del Mundo en el año 2000 contra Garry Kasparov, que llevó unas tres semanas, jugamos 16 partidas, una cada dos días. Creo que perdí 10 kilos de peso durante el duelo sin estar a régimen ni nada de eso. Simplemente fue algo que consumió muchísima energía. Esa es la razón por la que hacerse viejo no es favorable para un ajedrecista, porque físicamente tienes menos energía cuando tienes 40 años que cuando tenías 20. Eso se nota cuando estás jugando contra oponentes más jóvenes. Yo tengo 38 años y ya soy prácticamente un "veterano" del ajedrez y sé que al enfrentarme con oponentes más jovenes, les estoy concediendo ventaja desde el punto de vista físico. Por otra parte, yo tengo mucha experiencia, eso ayuda y quizá también tenga un caráctar algo más fuerte.

Estoy interesado en muchas cosas, con lo cual estoy seguro de que también encontraré mi camino fuera del mundo del ajedrez. Pero de momento sigo disfrutando del ajedrez a pesar de que ahora tengo una familia y menos tiempo para el ajedrez. Esa es otra diferencia con la mayoría de mis oponentes más jóvenes. Pero en todo caso, el ajedrez no es lo más importante de la vida. La vida particular, las relaciones privadas, los hijos... Todo eso es más importante. Yo estoy feliz de con cómo están las cosas y soy consciente de que llegará un día en el que ya no seré capaz de competir con los mejores del mundo al mismo nivel.

No soy un ajedrecista muy típico, ni tampoco un típico deportista. La verdad es que estoy bastante sorprendido de haber conseguido bastantes cosas en el ajedrez a pesar de no ser deportista puro y duro. No me interesa competir por ser el mejor. Para mi una partida de ajedrez nunca es nada particular. La mayoría de ellos (Magnus, Garry, Karpov) están locos por ganar en todo lo que hagan, incluso si están jugando a las cartas o algo así. A mi no me importa, digamos jugando al tenis o al fútbol. Simplemente disfruto jugando. Claro, en el ajedrez sí me importa ganar, pero no es una meta absoluta, no es algo imprescindible. Nunca he estado obsesionado con el resultado. Eso es muy poco usual en el ajedrez. La mayoría de los jugadores realmente están absolutamente determinados a ganar. Mi motivación principal es hacerlo lo mejor que pueda, conseguir hacer algo que dé con los límites de mis capacidades.

Cuando tuve la posibilidad de enfrentarme con Kasparov en el duelo por el Campeonato del Mundo, para mi eso fue un reto. El reto más grande posible. No solamente era el mejor jugador de aquellos tiempos, también encabezaba la lista de los mejores jugadores del mundo en cuanto a su valoración Elo y realmente estaba en el mejor momento de su carrera. Eso para mi era un reto y el triunfo fue algo que no me había esperado. Sabía que lo podía conseguir, pero no estaba seguro. Pero esa probablemente es la razón por la que sí lo conseguí, pero que me forzó a darlo todo. No era tan importante para mi ganar, sino más bien un reto tremendo. Lo que para mi es importante, es el reto interior. Esa es mi manera de vivir, de jugar al ajedrez y probablemente siempre será a sí, me imagino.

Tengo que jugar en muchos torneos y estoy fuera de casa muy a menudo. Eso es un problema, porque tengo niños pequeños que me echan de menos. Mi hija llora cuando me marcho y se pone muy contenta cuando vuelvo. Por ejemplo, hoy la volví a ver tras un mes de viajes y fue un gran, gran momento para nosotros. Y ahora voy a dar un paseo con ella; se lo prometí. Así que es un problema pero, ¿qué puedo hacer? Intento explicarle que si estás junto con una persona que está haciendo algo a un nivel muy alto, sea lo que sea, ajedrez, negocios, arte, lo que sea, normalmente eso significa que esa persona tiene que viajar mucho y no puede estar al 100 % contigo. Pero probablemente,es bastante interesante convivir con una persona de este tipo. En general, somos una familia muy feliz.

Entrevista por Clara Cavour
Traducción: Nadja Wittmann (ChessBase)

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Clara Cavour, Brasil, productora de películas

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