Yo, / para afinar la puntería, / juego al billar. / Él, / al ajedrez, / más útil a los jefes. / Del tablero / pasaba / al enemigo real, / transformando / en hombres / los peones de ayer.” (Vladimir Ilitch Lenin, poema de Vladimir Vladimirovich Mayakovsky, 1924).
Botvínnik, a veces exageradamente, se lo ha considerado padre de la escuela rusa pero, al decirse esto, se olvida de la tradición que venía desde el siglo XIX, con referentes tan notables como Aleksandr Petrov (1794-1867) y Mijaíl Chigorin (1850-1908) y, especialmente, un Alexandre Alekhine (1892-1946), quien será el primer campeón mundial ruso (aunque obtuvo la ciudadanía francesa en el mismo año en que obtuvo el título), al que se lo negará en su patria, hasta una muy posterior reivindicación.