Al otro lado del tablero, donde las máquinas piensan

por Manuel Azuaga Herrera
09/11/2020 – 1965. Instituto de Física Teórica y Experimental de Moscú. El matemático soviético Alexander Kronrod es criticado por sus colegas debido a que pasa demasiadas horas jugando al ajedrez con la computadora M-20 del laboratorio que dirige. Kronrod se defiende con una frase que sigue grabada con letra versal en el frontispicio de la historia del juego-ciencia: «El ajedrez es la Drosophila de la Inteligencia Artificial (IA)». En efecto, la Drosophila, conocida como «la mosca de la fruta», ha sido el insecto experimental por excelencia en el campo de la biología y la genética. Y es cierto que, desde un principio, los padres de la Inteligencia Artificial (Alan Turing, Claude Shannon y Marvin Minsky, por citar algunos) sintieron verdadera fascinación por las sesenta y cuatro casillas. Artículo por Manuel Azuaga Herrera en Diario Sur.

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En el siglo xviii, Wolfgang von Kempelen inventó 'El Turco', un autómata capaz de jugar al ajedrez. Sin embargo, aquello no fue más que un formidable truco, pues un ajedrecista manejaba la máquina escondido dentro de un ingenioso sistema de compartimentos. En 1914, esta vez sí, el inventor cántabro Leonardo Torres Quevedo diseñó la primera máquina de ajedrez de la historia. La máquina no jugaba una partida completa y arrancaba siempre a partir de una posición inicial ganadora (rey y torre contra rey), pero esto no le quita un átomo de excelencia. . Manuel Romana, director del Museo Torres Quevedo, afirma que «el ingeniero Torres Quevedo fue nuestro Leonardo da Vinci».

Para leer el artículo completo por Manuel Azuaga Herrera en el Diario Sur...


Manuel Azuaga Herrera, licenciado en Ciencias de la Información. Socio fundador de la Asociación Ajedrez Social de Andalucía. Monitor de la Federación Andaluza de Ajedrez (Nivel I-FADA)

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