Escrito por José E. Castiglione
Nuestro centenario Palacio Paz, sede del Círculo Militar desde 1939, sigue ocultando secretos y atesorando entre sus muros historias sorprendentes. Sus primeros habitantes partieron llevando sus recuerdos, que el tiempo fue cubriendo poco a poco con un manto de misterios.
Recientemente logramos desentrañar una de esas historias, descubierta de forma casual y muy parcializada. El hallazgo nos desafió a investigarla, para conocerla en su totalidad. Lo hicimos durante tres meses de búsquedas exhaustivas y consultas interminables, con la esperanza de arrancar ese velo de olvido que el tiempo tiende implacable sobre los hechos, cuando sus protagonistas ya partieron.
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Sucedió hace más de un siglo. Hoy queremos compartir con ustedes la apasionante vida de una joven que habitó los aposentos que hoy ocupan nuestras oficinas. Se llamaba Angélica Zelmira de Gainza Paz. Era nieta de quien mandó a construir el palacio; a la sazón, condesa de Sangro, y algo más: algo que merece ser rescatado para la historia, y que aquí nos proponemos relatar.
Angélica Zelmira de Gainza Paz.
Para presentar a nuestra dama, digamos que nació el 18 de enero de 1902, justo cuando su abuelo, el doctor José C. Paz, iniciaba la construcción del Palacio más grande y lujoso de nuestro país (Argentina). El arquitecto francés Louis Marie Sortais había diseñado los planos, pero fue el padre de Angélica —el arquitecto Alberto de Gainza Lynch— quien condujo la construcción de la obra junto a su socio Carlos Agote.
Angélica transcurrió su infancia entre la joven aristocracia porteña y la rancia sociedad francesa, alternando su educación en los más exclusivos círculos de ambas ciudades.
Heredó de su padre el amor por el ajedrez, afición que también compartía su hermano Alberto. Pero Angélica estaba destinada a ingresar en la historia grande de este juego milenario. Tuvo por profesor en París al gran maestro Arnold Aurbach, quien desde allá escribía la columna de ajedrez de La Prensa, el diario de su familia. Angélica recibió clases en el histórico Café de la Régence, el mítico club en el que el Emperador Bonaparte jugaba al ajedrez, donde se cruzaban Voltaire y Robespierre; y donde, en el siglo XVIII, se coronó el primer campeón no oficial del mundo, François Philidor.

París, Café de la Régence, 1915: El profesor de ajedrez de Angélica, maestro A. Aurbach (a la derecha), disputa una partida con el legendario campeón del mundo, su amigo José Raúl Capablanca (izquierda), bajo la atenta mirada de madame Capablanca y del embajador cubano en París
Fue en estos círculos donde la joven aristocrática argentina conoció a los grandes jugadores de entonces, y más tarde a quien sería su esposo: el conde Gaetano Nicolás de Sangro. Diez años después, el 17 de octubre de 1932, contrajeron matrimonio en París, y Angélica se convirtió en la condesa de Sangro.

La bella Angélica Zelmira de Gainza Paz se prueba su vestido de novia en el Palacio Paz, antes de partir a Francia

El 17 de octubre de 1932 contrae enlace en París con el conde Gaetano Nicolás de Sangro, convirtiéndose en la condesa de Sangro; con posterioridad a esta fecha carecemos de registros biográficos de Angélica
Buscando una aguja en un pajar
Experts examine the games of Max Euwe. Let them show you which openings Euwe chose to play, where his strength in middlegames were, which tactical abilities he had or how he outplayed his opponents in the endgame.
Max Euwe became the fifth World Chess Champion after beating Alexander Alekhine in the 1935 World Championship match. A maths teacher by profession, Euwe remained an amateur throughout his life, but was still the best chess player in the Netherlands, and one of the world's best players. Euwe holds the record for the most Dutch national championships, with twelve. After winning the World Championship, Euwe was also the world's best player for a while. He lost the title again in 1937 in the rematch against Alexander Alekhine.
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Nuestro hallazgo fue el descubrimiento de un párrafo casi enigmático, que capturó de inmediato nuestra atención. No provenía de un libro de los Paz, ni de un documento del Círculo Militar. Era un libro de ajedrez, y mencionaba casi de soslayo: «…señorita A. de Gainza, luego casada, Condesa de Sangro, sin duda la mejor ajedrecista argentina, como lo demuestra una partida con el doctor Oskar Naegeli, campeón suizo…».1
En el texto, Paulino Alles Monasterio presenta a Angélica como la mejor ajedrecista femenina que haya tenido nuestro país hasta 1978. Y describe una verdadera proeza deportiva de esta joven de apenas 20 años de edad: su victoria implacable, en 1922, contra un gran maestro suizo de aquella época, el doctor Oskar Naegeli, que contaba con triunfos sobre el mismísimo campeón mundial, Aleksander Alekhine. La partida se disputó en Berna, y tuvo un remate brillante de nuestra joven dama.
Sin embargo, el autor apenas se detiene en ese episodio. Lo menciona como una digresión, retomando pronto el curso de su relato, y dejándonos sumidos en un mar de interrogantes. ¿Dónde está esa partida de ajedrez? ¿Cómo fue su desarrollo? ¿En qué circunstancias se disputó? ¿Cómo fue que una joven aficionada argentina, de solo veinte años de edad, logró derrotar a uno de los grandes jugadores de aquella época?
Desafortunadamente, la legendaria proeza deportiva de esta joven argentina quedó excluida de las modernas bases de datos informáticas, arrumbada en algún papel amarillento y centenario, en un estante desconocido y polvoriento de biblioteca. Encontrarlo era como buscar una aguja en un pajar; dilucidarlo, un desafío. Y, sin embargo, nos embarcamos en esa búsqueda muy parecida a lo imposible. Revisamos las ediciones del diario La Prensa (propiedad de la familia Paz) y otras publicaciones de cien años atrás. Buscamos en libros nacionales y extranjeros. Aunque ya no queda nadie que haya conocido a los protagonistas, consultamos a los historiadores contemporáneos de ajedrez.
Es evidente que Paulino Alles Monasterio tenía esa partida en sus manos cuando escribió su artículo (1978). Pero falleció poco tiempo después, y su vasta biblioteca —vendida a decenas de compradores— se atomizó en una diáspora imposible de rastrear.

El periodista e historiador Paulino Alles Monasterio (1897-1984), contemporáneo y amigo de Angélica Z. de Gainza Paz, escribió en 1978 el párrafo que la menciona con su memorable encuentro con el maestro Naegeli, que generó nuestra investigación

El párrafo incluido en el Suplemento 37 de la Revista Ajedrez, de 1978; p. 14. «Sin duda, la mejor jugadora argentina», dice Monasterio, «como lo demuestra una partida con… el Dr. Oskar Naegeli, jugada en Berna, 1922, …con un sacrificio en la movida 18...TxC, que muestra en toda su evidencia el poder combinador de Angélica»
Luego de tres meses de infructuosa búsqueda, cuando ya creíamos que nuestro esfuerzo estaba agotado y que la partida de 1922 se había extraviado para siempre en el tiempo, contactamos en su domicilio al historiador, escritor y maestro Juan Sebastián Morgado. Siendo joven y director de la revista Ajedrez de estilo, había entrevistado a Alles Monasterio una semana antes de su fallecimiento, y nos proporcionó la punta del ovillo que nos condujo a nuestro objetivo.2 Por él supimos que Alles Monasterio —además de contemporáneo— fue amigo de Angélica.
Por aquel entonces (1922) las noticias de Europa llegaban por barco. La partida en cuestión fue traída por un socio del Club Argentino de Ajedrez, Dr. Teodoro Becú, y publicada en una antigua revista que desapareció poco después (Revista del Club Argentino de Ajedrez). La genial producción ajedrecística de Angélica estaba en el número del año 1923 de esa revista.3 Con este hallazgo, finalmente, nuestro esfuerzo de investigación se vio coronado de éxito.4
Naegeli - Gainza Paz, la partida genial (Berna, 1922)
El rival de Angélica, doctor Oskar Naegeli, era el campeón suizo y varias veces representante olímpico de su país en torneos mundiales. Su carrera incluye éxitos resonantes, como su triunfo sobre el campeón mundial Aleksander Alekhine5. Su fama, por otra parte, trascendía el juego de ajedrez, ya que estudió un síndrome de la piel (era dermatólogo) que hoy la ciencia conoce con su nombre: Síndrome de Naegeli.
El ajedrecista cubano marcó un hito en su época y en todas, en una época en la que el ajedrez romántico daba sus últimos estertores, pasando al ajedrez psicológico y empezando a vislumbrarse el ajedrez científico. Para aprender, entender y apreciar.
Pero aquella tarde de 1922, en su ciudad natal, el talento del campeón suizo iba a quedar eclipsado por el brillo de una joven argentina de solo 20 años de edad. Era una época en que el ajedrez femenino casi no existía. El primer torneo de mujeres en nuestro país se disputó recién tres años después, en 19256, y aún faltarían dos años más para el primer campeonato mundial femenino (Vera Menchuk, 1927).
Omitiremos en mérito a la brevedad comentar en detalle la partida, cuya transcripción completa se incluye en el presente artículo. Solo destacaremos que ante la agresiva salida de Naegeli, la joven Angélica —lejos de amilanarse— adoptó un juego de fuerte contrataque, mediante un planteo muy preciso que la posicionó ventajosamente en el tablero.
En la jugada 17, conduciendo las piezas negras, ingresó su torre de manera decisiva en el dispositivo del campeón suizo, la sacrificó intrépidamente en la jugada siguiente y completó su combinación con un mate inevitable en la jugada 24, que obligó a su rival a abandonar. Esto demuestra que Angélica calculó de modo preciso ocho jugadas por adelantado antes de entregar su torre: una muestra indiscutible de un juego magistral al más alto nivel.
Aprovechando la tecnología electrónica actual, cargamos la partida en un módulo de cálculo, y este nos arrojó que Angélica disputó ese encuentro con un 97% de precisión. Un desempeño absolutamente superior y asombroso.
Podemos afirmar con orgullo que nuestro país tuvo en ella a una verdadera maestra, precursora genial del ajedrez femenino mundial, cuya proeza deportiva, hoy podemos exhibir con orgullo, tras cien años de letargo y olvido. Deseamos que la presente joya del tablero sea un día incluida en las bases de datos informáticos disponibles en la web, para que sea patrimonio no solo de unos pocos, sino de la historia grande del ajedrez.

El análisis del módulo y su diagnóstico (computadora). La curva descendente exhibe el progreso de la posición de las piezas negras (Angélica) respecto de las blancas (Dr. Naegeli). La curva desciende a lo largo de la partida porque la superioridad corresponde a las negras (cada vez más ventaja de las negras sobre las blancas).

- Alles Monasterio, Paulino (1978). «Cincuentenario del Match Capablanca-Alekhine de 1927»; Suplemento 37 - Revista Ajedrez. Editorial Sopena. Buenos Aires, 1978. P 14.
- Agradecemos al maestro Juan S. Morgado, quien recolectó el testimonio de Alles Monasterio en «Ajedrez de estilo», Año III, Nro 40, p. 594. Él nos proporcionó la información para encontrar la revista original de 1923. Rescata la partida de Angélica de Gainza Paz en su libro «Los centenarios del ajedrez argentino». Tomo II. Editorial Amazon; 2022.
- Revista del Club Argentino de Ajedrez, Nro 81 (julio a diciembre de 1923); «Cómo juega una Dama Argentina» – pp. 458 a 461.
- El autor del presente artículo llevó adelante la investigación histórica con la colaboración de la ajedrecista Sabrina S. Lempke.
- A. Alekhine – O. Naegeli; Defensa Nimzoindia; Berna, 1932.
- Revista del Club Argentino de Ajedrez, Nro 89; «Primer torneo femenino de ajedrez». Club Español - PP 23 y 24. Buenos Aires Jul a Dic 1925
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