Para ganar, primero debes aprender
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Una gran maestra de ajedrez puede derrotar a sus rivales sin ver el tablero, recordando todo, incluso las jugadas. Un niño de siete años da conciertos de piano, con un repertorio memorizado de más de 40 piezas... Aunque se trata de casos extraordinarios, pueden enseñarnos cosas nuevas sobre como funciona nuestro cerebro. Ese es el objetivo de una serie de tres programas denominada "My Brilliant Brain", que explora la gran capacidad mental de gente fuera de lo corriente,
La historia de las hermanas Polgar, personalizada en este caso en Susan, parece sugerir que la genialidad no siempre tiene que ser innata, sino que puede enseñarse.
En una época en la que se asumía de forma generalizada que los cerebros de los hombres eran más eficaces que los de las mujeres a la hora de comprender las relaciones espaciales y que eso les otorgaba ventaja en juegos como el ajedrez, el psicólogo László Polgar estaba convencido de que el genio no nace, sino que se hace. Advirtiendo que incluso Mozart había recibido formación a temprana edad a cargo de su padre, Polgar se puso a enseñar ajedrez a su hija Susan cuando ella se topó con un tablero en casa. "Mi padre creía que el potencial de los niños no estaba aprovechado óptimamente", dice Susan.
Grabando en Central Park
Primer plano del equipo de filmación trabajando
con Susan Polgar
¿Cómo ha entrenado Susan a su cerebro hasta un nivel tan extraordinaro? Para poner de manifiesto la complejidad del ajedrez basta con recordar que hay unos cuatro billones de opciones para las tres primeras jugadas. Susan tiene memorizadas cientos de miles de configuraciones posibles. Cuando Susan observa un rupo de piezas sobre el tablero, es capaz de repasar su catálogo mental de estructuras ajedrecísticas y emplea el instinto para determinar la jugada correcta. “Parece que acumulamos muchas alabanzas de la gente por nuestra capacidad de cálculo”, dice el que fue campeón británico William Hartston, “pero asumimos todo tipo de capacidades mentales que son absolutamente intuitivas”.
Grabando para el documental de la "five" en Tompkins Square
Un descanso durante la grabación
Para identificar las zonas del cerebro que emplea cuando juega al ajedrez, Susan se ha sometido a una resonancia magnética. Hay una zona en la parte delantera del cerebro que se emplea en el reconocimiento de rostros y que permite a la mayor parte de la gente recordar una cara en cien milisegundos. Sorprendentemente, en ese mismo lugar es donde los expertos han encontrado que Susan ha moldeado el reconocimiento de 100.000 imágenes de ajedrez. Durante los años de práctica en su niñez, Susan ha integrado esos modelos en la memoria a largo plazo y puede identificar instantáneamente uno de ellos, lo mismo que una persona puede reconocer la cara de un amigo o familiar.
En los famosos baños termales de Szechenyi,
en Budapest
Es ese instinto veloz como el rayo, asociado a una memoria fenomenal y años de práctica incansable, lo que ha hecho merecedora a Susan del estatus de "genio". Su historia representa una prueba importante de que su padre estaba en lo cierto: la genialidad puede verdaderamente ser educación por encima de la naturaleza. “Creo firmemente que si se pone la mente en aIgo, se consigue. Lo que quiera que sea”, reflexiona Susan.