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Por Juan Sebastián Morgado
Los conceptos históricos y culturales que se insertan aquí se fundan en las profundas ideas del escritor Ezequiel Martínez Estrada (1895-1964), principalmente sobre la base de sus obras de las décadas del ’30 y del ’40. En La Cabeza de Goliat, Ezequiel se refirió extensamente al Torneo de las Naciones y a los ajedrecistas argentinos. Él descubrió que, dentro del cambiante devenir, existen invariantes históricos, fuerzas inertes que permanecen desde la colonia, y se van transmitiendo incólumes de generación en generación: el miedo, el militarismo (golpes de estado), Trapalanda –hacer castillos en el aire–, la grieta, la viveza criolla, el desprecio a la ley, la hybris. Este magno certamen fue escenario de varios de esos invariantes.
La tapa del libro escrito por Juan Sebastián Morgado
En 1941 Guillermo Puiggrós e Ignacio De María publicaron un pequeño libro, que contenía algunas partidas y comentarios breves. En 1946 Milcíades Lachaga consiguió recuperar las planillas de las partidas, que habían sido rematadas debido a la quiebra de la FADA en 1941. Las recopiló en un texto que incluyó las estadísticas completas. Recién en el año 2000, Anthony J. Gillam publicó Buenos Aires Chess Olympiad (120 páginas, The Chess Player, en inglés). Posteriormente se publicó un interesante trabajo de José Antonio Copié, titulado Remember 1939 (2009, Edición propia, 74 páginas), que recopila interesantes datos. Gracias a la gestión del Senador Carlos Alberto Reutemann y bajo la autoría de Sergio Ernesto Negri y Enrique Julio Arguiñariz, se lanzó La Generación Pionera 1924-1939, Historia del Ajedrez Olímpico Argentino, editado por el Senado de la Nación en 2012 (574 páginas), que describe largamente el desarrollo del Torneo de las Naciones.
Más recientemente, sorprendió muy gratamente la obra Pawns in a Greater Game (Gentext Publications, 2015, 382 páginas, en inglés), de Justin Corfield, un australiano que recorrió el mundo para escribirlo y develó una notable cantidad de detalles del certamen que permanecían en las sombras.
Bienvenida
El tomo 1 destaca la enorme magnitud del Torneo de Ajedrez de las Naciones 1939, que no fue reflejada en una obra importante hasta hace muy poco. A raíz de la quiebra de la Federación Argentina de Ajedrez posterior al certamen, no se editó el libro oficial que estaba planeado. Apenas fue rescatado por Guillermo Puiggrós e Ignacio Demaría en 1940, con un pequeño opúsculo. Incluso las partidas estaban perdidas, hasta que en 1946 fueron rescatadas en un novelesco episodio por Milcíades Lachaga, quien editó un grueso volumen con todas ellas y las estadísticas, pero sin información sobre su desarrollo.
Contiene, entre otros temas, detalles del escenario social y político de la Argentina y el mundo, las columnas de Alekhine y Capablanca en los diarios, documentos acerca de las negociaciones de la Federación Argentina de Ajedrez con el campeón mundial, repercusiones internacionales del torneo, y la reproducción del sorprendente cuaderno de un coleccionista inusual: Dino Ruggieri, un hombre de campo, que construyó lo que dimos en llamar la libreta mágica.
Una carta de Alekhine
La segnda carta de Alekhine
La historia del Teatro Politeama, sede del Torneo de las Naciones, merece ser conocida, ya que fue una de las principales salas musicales y de teatro de Buenos Aires, desde 1870. Pasaron por ella, entre otros, Eleonora Duse, Rosina Sarah Bernhardt, Giacomo Puccini, Otto Nordenskjold, Carlos Gardel, Discépolo, Eva Duarte.
El gobierno de aquel momento llegó al poder mediante un fraude electoral, y sus ministros estaban divididos: algunos eran “aliadófilos” y otros, “germanófilos”. En la sociedad se podía observar un gran aumento de las actividades nazis: fue condecorado con la cruz gamada el presidente de la Bolsa de Comercio, y se realizó un gran acto en el Luna Park.
Durante el desarrollo del certamen y hasta casi tres meses después, se realizaron frenéticas negociaciones entre Alekhine y Capablanca para jugar el match revancha. En varias ocasiones pareció que las gestiones tenían éxito y se iba a jugar el esperado encuentro. Otras tantas veces, apareció un inconveniente que volvía todo a fojas cero. Finalmente, los conciliábulos terminaron en un escándalo: el presidente de la FADA, Dr. Carlos Querencio, retó a duelo a Alekhine. El agua no llegó al río, pero Alekhine se fue para Francia y no hubo desquite.
En uno de los capítulos se reproducen las importantes notas periodísticas que Capablanca y Alekhine escribieron en Crítica y El Mundo, respectivamente. En varias oportunidades se agredían mutuamente en forma sibilina.
El 26 de abril el diario La Prensa da la “¡noticia bomba: se cancela el Torneo de las Naciones!”:
Por falta de fondos no se realizará el TN. Tendrá el fracaso una repercusión muy desfavorable. El TN corre serio riesgo de fracasar. Razones de índole económica han venido a entorpecer su realización; más aún, a poner a la FADA en la afligente situación de comunicar a la FIDE y a las asociaciones, que en número de cuarenta se aprestaban a concurrir, la imposibilidad de que se juegue en Buenos Aires el magno torneo. En una extensa comunicación, la FADA detalla los trámites efectuados para lograr el consentimiento de la FIDE, gestión que llegó a verse coronada por el buen éxito debido al empeño puesto por los delegados que concurrieron al Congreso de 1937, al cual llevaron la palabra formal del entonces presidente Agustín P. Justo, en el sentido de que contaría nuestra federación con la ayuda del gobierno para su organización. Así ocurrió, en verdad, pues en el presupuesto de gastos del año anterior fue incluida una partida de $ 150.000 destinada a contribuir a sufragar una parte de los gastos, que ascienden a $ 360.000 que demandará la organización del certamen. El saldo restante de $ 210.000 debía ser logrado por la FADA.
En forma totalmente injustificada y vergonzosa, el ministro Jorge Coll decide que no desembolsará el subsidio aprobado por el Congreso, “debido a que hay otras prioridades”. Esta disposición cayó como un balde de agua fría entre los organizadores, que ya tenían confirmados a 45 equipos. En un primer momento los dirigentes de la FADA pensaron en cancelar el certamen, pero luego, estimulados por Roberto Grau, decidieron seguir adelante. Para conseguir los fondos necesarios, recurrieron a una campaña nacional de donaciones. Él mismo se ofreció a viajar desde el norte hasta el sur del país, ofreciendo exhibiciones de simultáneas y conferencias a beneficio de la Comisión Organizadora. Se formaron numerosos grupos en todo el país, que se llamaron “Comisiones de Honor”, que se encargaron de reunir aportes y luego girarlos a las cuentas de la FADA. De esa manera algo heroica se pudo relanzar el certamen, aunque en el camino se perdieron 18 de los 45 representativos.
El segundo tomo contiene un escrupuloso informe del desarrollo, día por día, del Torneo de las Naciones, del Campeonato Mundial Femenino y del Congreso de la FIDE. Se han seleccionado las crónicas más importantes de los diarios y revistas de la época, que sirven a la vez como ilustraciones. La Federación Argentina de Ajedrez debió padecer la falta de pago del subsidio acordado por el gobierno, solucionándose el problema principalmente mediante el agotador trabajo de Roberto Grau. El drama final que los organizadores tuvieron que afrontar a causa de la declaración de la II Guerra Mundial es descripto con amplitud. El impacto que ocasionó el estallido ha sido documentado mediante reproducciones de los diarios de la época, que mostraban el dramático panorama de los acontecimientos bélicos. El abrupto retiro del equipo británico conmovió la organización del certamen. Luego, la lucha deportiva entre Alemania y Polonia en el grupo final fue seriamente afectada por las bestiales acciones militares, y otras naciones fueron también arrastradas a esa contienda: Francia, Palestina, Bohemia y Moravia. El magno certamen corrió serio peligro de cancelarse, y solamente la extenuante tarea de los organizadores conducidos por Augusto de Muro y Roberto Grau pudo salvarlo de aguas embravecidas y conducirlo a puerto, no sin algunas heridas. Expresó sobre el triunfo de Alemania:
Podrá existir algún resultado injusto, podrá a menudo quebrarse la esperanza del público, pero a lo largo de un campeonato se nivela el azar y la victoria premia a los más capaces. El TN no podía escapar a esa regla. Al iniciarse la prueba señalé a los probables aspirantes el triunfo, y coloqué en un cuestionario, que fue la base de la división de las series preliminares a los siguientes cinco equipos: Alemania, Polonia, Argentina, Estonia y Suecia. Ése fue, asimismo, el orden en que los ubiqué en la tabla, y la única diferencia es que nuestro, en lugar del tercer lugar, obtuvo el quinto, pero a un solo punto de Estonia, que se clasificó tercera.
La imposibilidad de muchos de los participantes para volver a sus países debido a la posible acción de submarinos en el Atlántico, ocasionó grandes dificultades adicionales: el gobierno todavía no había pagado una parte sustancial del subsidio. Decía La Nación el 25 de setiembre de 1939:
Una delegación de ajedrecistas encabezada por el presidente de la FIDE y de la FADA, don Augusto De Muro, y en la que figuraban el ex campeón mundial José Raúl Capablanca, el doctor Savielly Tartakower, y los ajedrecistas argentinos Luis Palau, Roberto Grau y Luis Piazzini, se entrevistó con el presidente de la Nación, Roberto M. Ortiz, para expresar sus saludos y expresarle su gratitud por la cooperación prestada durante el certamen. Asimismo, se le informó que el vapor donde deben regresar los jugadores partirá de nuestro puerto el viernes próximo, y que esto obliga a recurrir al saldo del subsidio votado en 1938 por las Cámaras, ya que ese dinero es el único con que se cuenta para el pago de los pasajes de retorno y de los hoteles donde habitan los teams extranjeros. El primer magistrado escuchó con simpatía la solicitud, y felicitó a los jugadores y dirigentes por el feliz éxito alcanzado en la competición.
El cartel publicitario
Se analizan las circunstancias sociales y políticas que se produjeron en Argentina y en el mundo tras declararse la guerra, y la influencia que más de una treintena de fuertes ajedrecistas que permanecieron en el país ejercieron sobre la estructura del ajedrez nacional. La propia Federación Argentina, instituciones oficiales, provincias, municipios, empresas, el Círculo de Ajedrez, embajadas, agrupaciones o clubes de comunidades, trataron de contener a los inmigrantes, y lo lograron en la gran mayoría de los casos. Ellos participaron en innumerables actividades, que les otorgaron una renta mínima para subsistir: torneos, simultáneas, conferencias, clases, academias, columnas periodísticas, edición de libros, o incluso trabajos en empresas. Una excepción la constituyó el triste caso de Ilmar Raud, fallecido en circunstancias penosas, que trataremos al final de este tomo.
La apátrida Sonja Graf fue también una protagonista en 1939, y pudo sobrevivir ocho años en Argentina mayormente por sus actividades ajedrecísticas y por haber escrito dos libros, que hoy son reliquias muy buscadas. Su viaje a Córdoba en 1942 fue documentado extensamente con información de periódicos de esa provincia.
La novela de Ariel Magnus, El que mueve las piezas, ambientada en el magno certamen y ya reseñada en las páginas de ChessBase, aquí se incluye el agregado de sorprendentes nuevos datos aportados por su autor.
Por gentileza de dirigentes suecos representados por Peter Holmgren, ya al cierre de esta obra, hemos podido agregar una importante primicia: nueve partidas, desconocidas hasta hoy, del equipo argentino que participó en el Torneo de las Naciones de Estocolmo 1937.
Por razones de espacio no ha sido posible incluir en esta obra todas las partidas de los torneos 1938-1943. Los lectores que deseen tenerlas en formato ChessBase pueden bajarlas sin cargo del sitio web del GM Fernando Braga "Ajedrez con Maestros".
La revista Chess expresó:
La hospitalidad durante la última semana se estrechó en extremo. Se dijo que esto aconteció a causa del triunfo de Alemania, que no pudo ser más impopular. Pero si tenemos en cuenta que los organizadores tuvieron que organizar lealmente el transporte de 26 equipos de cinco o seis integrantes cada uno de todas partes del mundo, y hospedarlos durante un mes, es absolutamente injusto criticarlos.
Es tratado el misterio de la carta de Aristide Gromer a Piazzini, que ya había sido expuesto en ChessBase.
Se establece una hipótesis sobre las razones religiosas que podrían haber inducido a Gromer a retornar a la Francia ocupada.
Caras y caretas de Grau, 1939
La quinta ronda en la prensa
La planilla de la partida Lundin vs. Grau
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