Entrevista con Peter Leko, pupilo de Fischer

por ChessBase
14/03/2008 – El jueves, 13 de marzo publicamos la primera entrevista del reportero alemán Dagobert Kohlmeyer, que habló con Lothar Schmidt y Peter Leko sobre su vinculación con Bobby Fischer en diferentes momentos de su vida. Hoy nos cuenta Peter Leko cómo llegó a conocer a Bobby Fischer mientras el genio norteamericano vivía en el exilio en Hungría. "En los tiempos que hemos pasado juntos sentía que era una persona muy cariñosa con un corazón muy grande". Peter Leko por primera vez habla en público de su amistad con Fischer. La segunda entrevista...

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"Tengo respeto a Fischer y al ajedrez

Entrevista con el GM Peter Leko, por Dagobert Kohlmeyer

El GM húngaro tiene 51 años menos que Lothar Schmid, es decir, pertenece a otra generación de ajedrecistas. Eso no ha sido obstáculo para que Peter Leko igualmente haya vivido encuentros con Bobby Fischer que le han influenciado mucho. A continuación por primera vez hablará en público de ello.

En pleno torneo Corus llegó la noticia del fallecimiento de Bobby Fischer. Le conocías de los tiempos en que vivía en el exilio en Hungría en los años 90. ¿Te apetece hablarnos de vuestros encuentros?

Nos conocimos en Budapest en 1998. Cuando nos llegamos a conocer mejor, me vino a visitar a casa, en Szeged, con más frecuencia. Realmente puedo decir que me alegro mucho de haberle conocido porque ha sido una persona muy amable.

¿No te molestaba nada en él?

Entonces tenía diez años menos que ahora y le admiraba. Quizá se debe a las entrevistas raras que Bobby ha concedido de vez en cuando, que la gente tenga una imagen completamente errónea de él. En los tiempos que hemos pasado juntos sentía que era una persona muy cariñosa, con un corazón muy grande. Creo que si uno solo lee los comentarios estrafalarios, eso no se puede apreciar.

¿No era un tipo algo raro Fischer?

Mentalmente no era muy estable. Eso no es ningún secreto. Pero opino que no se debería tomar tan en serio sus comentarios y respetarlo como una persona con aristas y vértices.

El genio del ajedrez, Bobby Fischer, seguramente siempre será recordado como tal. ¿Qué fue lo más destacable del norteamericano?

No hemos jugado al ajedrez juntos. Eso no fue lo más importante. Para mi era una oportunidad única, poder sumergirme en su mundo de pensamientos. El hombre podía contar tanto sobre el ajedrez. Conocía atodas las partidas famosas de los viejos maestros. A este respecto simplemente era fantástico.

Entonces tú también ya eras un conocido gran maestro.

Por eso me podía dar cuenta muy bien de que no fue casualidad que Bobby Fischer hubiera sido campeón del mundo. En aquel momento, yo ya jugaba bastante bien y en 1998 casi tenía 2700 puntos Elo. Sí, Fischer fue brillante. Cuando analizábamos se podía ver brillas su gran categoría. Realmente era increíble.

¿Quién os había presentado: Janos Rigo, los Polgar o Pal Benkö?

No, eso ocurrió por otras vías. Fue un señor relativamente desconocido de Hungría. Alguien que no es conocido en el mundo del ajedrez. Le había encontrado en Australia en 1992 y estaba en contacto con Bobby. Fue a través de él como nos pusimos en contacto.

¿Te habías empeñado en conocerle?

No, no forcé aquello. Sabía que Bobby estaba en Hungría desde hace tiempo y todos los ajedrecistas se querían encontrar con él. Por supuesto, yo también estaba dispuesto de encontrarme con él en cualquier momento, pero tampoco le quería molestar. Me parecía un genio y pensaba que si se me ofreciese la posibilidad de conocerle, la aprovecharía. Entoncesme llegó una llamada y él quiso llegar a conocerme.

Siempre has cumplido con su petición de no contar nada en público de vuestros encuentros.

Esa fue una de las condiciones. Hemos estado muy cerca durante más de un año. Únicamente puedo repetir que me alegro muchísimo haberle conocido.

¿Te convenció para jugar al "ajedrez Fischer" con él?

No, no lo hizo. Bobby solía desear analizar conmigo y a veces solamente quería tener compañía. Eran los tiempos en los que los ordenadores habían empezado a tener cada vez más influencia en el ajedrez.

Los ordenadores, también los que utilizan los ajedrecistas, le parecían algo sospechoso, ¿verdad?

Sí, correcto. Puedo comprender a Bobby y que los ordenadores le hayan parecido una cosa desagradable, siendo un genio del ajedrez de otra generación.

¿Por qué no le gustaban los ordenadores?

La explicación es muy fácil. Realmente jugaba de manera maravillosa, pero con el ordenador a lo mejor se podría comprobar que algunas de sus jugadas quizá no eran tan geniales como siempre habían parecido. Como cuando surgieron los programas de ajedrez, que no le parecieron un avance positivo.

¿A ti también te pasa lo mismo de vez en cuando?

No, no de manera tan extrema como a Fischer. Pero lo puedo comprender. La gente se esfuerza frente al tablero, pero hoy en día cualquier aficionado puede ponerse a criticar las jugadas con la ayuda de su "Fritz" o "Rybka".

¿Cómo es tu relación con los ordenadores?

Pues, son muy útiles para trabajar. Pero me parece importante no perder el respeto por el trabajo de los ajedrecistas. Y este respeto era lo que le importaba tanto a Bobby.   

¿Existen ejemplos de tu práctica donde un torpe o un jugador menos fuerte haya pretendido ser más listo que un gran maestro?

Sí. Por ejemplo, me acuerdo de una partida fantástica contra Garry Kasparov en Linares. Después hemos analizado la partida durante dos horas. Me quedé muy contento con los resultados y las conclusiones que sacamos. La partida estaba llena de enredos.

¿Y luego?

De repente acudieron dos periodistas que nos comentaron que el ordenador había mostrado que esta y aquella jugada hubieran sido mejor. Esto simplemente es cargante y dañino para la creatividad y no es justo para los jugadores. El arte del ajedrez y la lucha hombre contra hombre entonces pierden su encanto.

Una última pregunta: ¿Cuán íngrimo era Bobby Fischer?

Creo que estaba muy solo. Era una persona algo desconfiada y que no dejaba acercarse a la gente demasiado. Como un lobo solitario. Naturalmente, eso es una lástima.

Texto y fotos: Dagobert Kohlmeyer

Traducción: Nadja Woisin

 


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