03/08/2021 – Más allá de cada partida, la excelencia en la práctica del ajedrez, sea al nivel que sea, requiere también de un esfuerzo y dedicación que puede llegar a absorber o desviar las otras facetas de la vida del ajedrecista. Se ha dicho no sin exagerar demasiado que el ajedrez no es un juego, sino una enfermedad.Podemos despreocuparnos, hasta cierto punto, de cómo sobrelleva el adulto esta enfermedad, esta adicción. En cambio, no podemos pasarla por alto cuando se trata de niños. Les llevamos al ajedrez porque sabemos que va a acelerar su desarrollo cognitivo, primero empujándoles a superar el Rubicón egocentrista de los siete años, después desarrollando su capacidad de cálculo, de manejo mental de símbolos y operaciones, que tanto les va a ayudar en las clases de matemáticas o en la descodificación fluida del nuevo código lingüístico escrito que están aprendiendo. Deberíamos impedir que el ajedrez fuera para algunos de ellos causa de sufrimiento. Ganar o morir no debe ser una lección para niños. El artículo por Felipe Martín
en MetaJaque.info Foto: Sebastian Siebrecht "Faszination Schach"