Sí, sabemos que hay gente ahí fuera que son alérgicos a Kasparov, que
sufren ataques de rabia cuando se menciona su nombre. Y también que hay lectores que creen firmemente que
todas las noticias de nuestras páginas deben incluir un porcentaje mínimo de notaciones algebraicas para justificar
su publicación. Sin embargo, en vista de los acontecimientos que marcan
un hito histórico en EE. UU., nos parecía apropiado reflejar la opinión de un
ajedrecista legendario, uno que sale más en las noticias y medios de comunicación en todo el mundo que todos lo demás jugadores de ajedrez juntos.
Ayer, horas después de elección de Barack Obama como próximo
presidente de EE. UU., Garry Kasparov publicó un comentario editorial en
el grupo Los Angeles Times, que ya ha salido y aparecerá en muchos más periódicos del mundo y en muchos idiomas diferentes. Tomamos el texto de uno de los primeros lugares
que ofrece Google, The Australian y lo hemos traducido al castellano para nuestros lectores.

La banda de linchadores miente
Por Garry Kasparov
No cabe duda alguna de que la elección de Barack Obama como próximo
presidente de EE. UU. iba a tener impacto sobre lo que gran parte del
resto del mundo pensarían de la superpotencia. Obama representa una nueva generación de liderazgo y suena y
parece muy diferente a sus predecesores.
Aquí en Rusia, al igual que en la mayoría de los lugares que he visitado recientemente, la aparición de Obama
(que sería el primer líder negro de cualquier potencia mundial) está recibiendo la máxima atención. Su victoria marcaría el final de
la que sigue siendo la imagen de EE. UU. aún promovida por muchos en Rusia, una
línea utilizada por los soviéticos para contrarrestar las acusaciones de la
represión: "Ah, pero en EE. UU. linchan a los negros". Es prácticamente un
saber popular, y no sólo en Rusia, que en EE. UU. los WASPs [Blancos,
anglosajones y protestantes: White, Anglo-Saxon and Protestant] y los judíos explotan a los pobres negros y latinos. Si gana Obama, será como si de
pronto todo el mundo pudiera ver que el mundo es innegablemente redondo.

Lamentablemente, la mayoría preferirá hablar de lo que esto podría suponer para las relaciones raciales en EE. UU. en lugar de afrontar el racismo y la xenofobia en nuestros propios países. Pero la única cosa que importará, y sorprendentemente pronto, será si Obama actúa de manera diferente. El plazo que le quedará a Obama para aprovecharse la curiosidad y
la buena voluntad del mundo será breve. La crisis que afrontamos es demasiado grande; el próximo presidente de Estados Unidos no disfrutará
de mucho periodo de gracia.
Obama tendrá medio camino recorrido por por el mero hecho de no ser George W. Bush que, con razón en algunos casos y sin ella en otros, se ha convertido
en el símbolo para cualquier problema que cualquiera haya tenido con EE. UU., los
norteamericanos y el poder americano en el extranjero. Bush prácticamente es un
compendio de clásicos estereotipos norteamericanos que es tan fácil
de odiar: rico, con dificultad para expresarse, desinteresado por el resto del mundo, estridentemente religioso y
de acción precipitada (Y las imágenes de Nueva Orleáns después del huracán Katrina
aparentemente ejemplificaron el estereotipo de los norteamericanos como racistas y en el extranjero
se vieron sin causar gran sorpresa. Por supuesto, no iban a rescatar a los pobres negros) Obama
desmentiría esos estereotipos. Pero la multitud de agravios del mundo contra la
administración Bush también se plantearían rápidamente en el
umbral de Obama, si éste fallase al respaldar su inspirada retórica con
acciones decisivas.
Podría empezar con buen bien dejando claro que no considera a la gente
de Rusia como enemiga de Estados Unidos. Como en la mayoría de los estados autoritarios, el régimen de Putin
no representa la opinión de la mayoría de sus ciudadanos. La propaganda del
Kremlin trabaja duro para presentar a EE. UU. como adversario de Rusia. Obama podría dar un duro golpe contra esa imagen si hablara abiertamente en contra de los líderes dictatoriales
en Rusia y en todo el mundo.
Entonces aquellas palabras deben rápidamente continuarse con hechos.
- Garry Kasparov, uno de los líderes de la
La otra Rusia (theotherrussia.org),
fue campeón del mundo de ajedrez y vive en Moscú y San Petersburgo.
Traducción: Nadja Woisin (ChessBase)