Alexander Khalifman (II): La escuela de ajedrez de San Petersburgo: pasado,
presente y futuro
por Andréi Paneaij (Chesspro.ru) Traducción de Manuel de los Reyes García Markina
¿Cuándo nació tu escuela?
En 1998, un año antes de Las Vegas. Incluso escribí un artículo para la
revista “64". Se llamaba algo así como “El diario del director de la escuela” o
“Las vacaciones del director de la escuela”. En ese año empecé a ocuparme de
ella y prácticamente durante seis meses no toqué una pieza de ajedrez.
Posiblemente esta fue una de las claves de mi éxito en el campeonato del mundo,
porque de veras extrañaba el ajedrez y se me despertó el apetito por jugar. La
forma física todavía era buena, 33 años, sea lo que sea; ¡una edad maravillosa!
¿Cómo era la estructura de la escuela?
Hacía mucho que tenía deseos de realizar semejante proyecto, que en cierta
medida respondía a la pregunta “eterna”: ¿puede o no el ajedrez alimentarse a sí
mismo o requiere de apoyo estatal, como en tiempos soviéticos? Intenté hacer,
que la escuela fuera una iniciativa autosuficiente. Y lo logré. Para algunas
actividades logramos atraer patrocinadores privados, pero jamás recibimos un
solo kopek de presupuesto estatal y ni siquiera lo pedimos. Este es un dato
importante, porque hay quienes dicen, que en otros lados enseñan gratuitamente,
pero que nosotros cobramos. Sin embargo olvidan que hay escuelas que reciben
financiación estatal por parte de los comités de educación y pueden permitirse
dar clases gratis.
Pero si reciben dinero del presupuesto público, significa que lo reciben de
los bolsillos de todos los sujetos fiscales, o sea, del suyo y del mío. Resulta
que todos los padres de familia pagan por los niños que aprenden a jugar al
ajedrez. A mí me pareció más lógico que por estos niños paguen únicamente sus
padres. Con este principio se orientó nuestro trabajo. Claro que usamos la
imagen del campeón del mundo, pero siempre intentamos atraer a los entrenadores
más preparados, a los mejor calificados. San Petersburgo es uno de los más
grandes centros ajedrecísticos de Rusia. Los cuadros no se agotan, en la “nueva”
generación, aquellos que ahora rondan los 30 años, hay también bastantes
especialistas con clase y estoy contento de que la tradición continúe. Tampoco
olvidemos Internet. Ahora es algo de lo más común, pero entonces era
prácticamente imposible dar clases por Internet.
Khalifman en la rueda de prensa del duelo "Hombres vs. Máquinas"
en Bilbao 2005
¿La escuela es ahora por Internet?
Tenemos dos líneas de trabajo: únicamente Internet y clases presenciales, con
niños de “Piter” (San Petersburgo ) y con aquellos alumnos que comenzaron por
Internet, pero que después de todo llegaron a “Piter” a estudiar. ¡El contacto
personal es irremplazable! Logramos cubrir todos los continentes.
¿Se parece tu escuela a otras anteriores análogas, como
las de Botvínnik, Smyslov, Panchenko y otras?
No. Al principio pensaba hacer algo similar, pero hubiera sido un error
fundamental. Claro que no está nada mal realizar sesiones centralizadas, pero
económicamente es desventajoso. El cliente paga y, consecuentemente, tiene el
derecho a exigir. La gente después de todo planea su tiempo y está dispuesta a
estudiar solamente cuando le conviene. Y juntar un grupo lo suficientemente
grande para un mismo periodo, incluso con descuentos, ¡es im-po-si-ble!
Por eso en nuestra escuela todo se fundamenta en clases particulares o a
grupos pequeños. La gente nos avisa cuándo puede venir y este es el criterio
principal alrededor del cual lo estructuramos todo. Es un éxito si logramos
atraer a alguien de manera paralela. Por ejemplo, un alumno sólo puede acudir
del 15 al 25 del mes y otro dice que este mes puede asistir diez días, sin
importar demasiado qué fechas exactamente. Entonces le decimos: ¿Por qué no
viene también del 15 al 25? En todo lo demás, como cualquier empresa comercial
(aunque aquí no hay ningún comercio particular: la escuela se autofinancia),
intentamos organizarnos a partir de los deseos y posibilidades de los clientes.
Hemos logrado ayudar a muchos. Por ejemplo, nos visitó una niña de Hong Kong,
y durante una de las olimpiadas se me acercó un representante de su federación
de ajedrez y me agradeció cálidamente el trabajo que hicimos con ella. Después
de estudiar con nosotros durante un año y continuar luego por Internet, la niña
dio un salto, aumentó 200 puntos de rating, logró una norma de gran maestro...
Nos dio una gran satisfacción. De veras nos esforzamos por trabajar bien. Sería
una lástima que la escuela no llegue a sus primeros diez años.
¿Han tenido oportunidad de ayudar a personas de otros
países?
Trabajamos con todo aquel que se dirija a nosotros, no tenemos preferencia
por países ni nada parecido. Incluso llegó un grupo de Estados Unidos... Otra
cosa es que sea más factible que nos busque un alumno de Brasil que de Alemania,
porque en Alemania hay bastantes entrenadores calificados.
¿Hacen algo de publicidad¿ ¿Promueven la escuela para
que la conozca la mayor cantidad de gente posible?
¡Claro, cómo no! Pero subrayo una vez más: no quiero echarme encima un
trabajo superior a mis fuerzas. La cantidad de nuestros maestros es, sea lo que
sea, es limitada. No podemos plantearnos la posibilidad de que nuestros alumnos
se cuenten por miles. De otra manera surgiría la cuestión: ¿qué hacer con ellos?
No deseo bajar el nivel de calidad. Desde el principio la escuela se planeó para
garantizar un servicio de calidad elevada.
¿Quién, concretamente, trabaja en la escuela? ¿Puedes
decir algunos nombres?
Aquí hay un asunto... Aunque siempre he estado por la paz en todo el mundo,
hace un tiempo las personas que trabajaban con nosotros comenzaron a caer en
desgracia en la Federación de Ajedrez de San Petersburgo. Llegó a extremos
cómicos: algunos de nuestros entrenadores, muy buenos especialistas, ¡daban sus
clases de manera anónima, para que nadie en “Piter” supiera de su trabajo en la
escuela! Una locura. Con la directiva actual de la Federación mi relaciones son
exclusivamente de trabajo, pero ya quedé escaldado en el pasado.
Khalifman con Kasimzhanov y Ponomariov en Bilbao
Antes mencionaste que posiblemente la escuela no llegue
a sus primeros diez años. ¿Por qué?
Por que incluso para dar clases por Internet la escuela necesita un local. Lo
alquilábamos a la administración de la ciudad. El contrato de arrendamiento ha
llegado a su fin. Nos dijeron que era imposible prolongarlo ¿Por qué? Pues
porque sí.
¿Y si les alquilan otro establecimiento?
Eso es algo nada fácil por una cantidad razonable de dinero.
Pedir ayuda a la Federación, según entiendo, aligera las
cosas.
La Federación tiene sus propios problemas... De nuevo: durante el primer año,
cuando era simplemente la escuela de Khalifman, el nada desconocido caudillo y
padre del ajedrez petersburgués en tiempos pasados, Boris Mefódievich Jropov no
le prestaba la menor atención. Pero cuando se volvió la escuela del campeón
mundial Khalifman, me dijo: "¡Sasha, como que todo lo haces mal! ¿Por qué estás
alejado del ajedrez petersburgués, tú y tu escuela?" Yo le respondí: "¿Cómo que
alejado? Pues si estoy aquí, ni que tuviera la escuela en Madagascar". "¡De
cualquier manera haces mal!", me dijo. "Es necesario que la escuela entre a la
Federación". O sea, yo me quedaría como mascarón de proa, y toda la política
interna de la escuela, incluyendo la selección de cuadros, lo asumiría la
Federación.
¡Pero si es tu empresa particular!
Pues y qué... en una palabra: es difícil encontrar aquí apoyo.
Y lo que más me duele es que he recibido propuestas, absolutamente concretas,
desde otros países, para trasladar allá la escuela de Khalifman. Pero como que
no va conmigo. Me gustaría que mi escuela funcionara en mi ciudad natal. Pero si
me expulsan de la ciudad, posiblemente tenga que considerar tales propuestas.
¿Tendrías entonces que mudarte a otro estado?
¿Cuál sería el problema? No estamos hablando de residir allá permanentemente.
Nada más habría que organizar las actividades, pero podría dirigir las clases
desde “Piter”. Ya me las arreglaré, no sería la primera vez. Sobre todo porque
en occidente eso se hace más adecuadamente.
¿A qué otra cosa te dedicas aparte de la escuela?
Escribo libros que, por cierto, reciben bastante buenas críticas. Y no de
“los de siempre”, sino de gente de bastante buen nivel, que no me soltarían
halagos gratuitamente. Por ejemplo, he escrito algunas reseñas para ChessPro.
Podría probarme más en este género.
Puedo permitirme ocuparme de todo un poco. Gracias a la FIDE y a Las Vegas,
la garra del hambre no me atenaza la garganta y por eso ocupo el tiempo con lo
que me resulta interesante: escribo libros, me dedico a la escuela, de cuando en
cuando juego torneos. En esto último ya no me resulta interesante romperme la
cabeza contra un muro intentado superar a la juventud. El ajedrez ha cambiado,
el futuro pertenece a la juventud. En algunas cosas soy hasta ahora más fuerte,
pero hay toda una masa de componentes en los que me han superado y hay que tomar
esto con calma. Me asombro un poco cuando veo cómo se quiebran la cabeza al
respecto ajedrecistas de mi generación.
Por cierto, ¿qué libros de ajedrez, aparte del de
Averbaj y Beilin, te han marcado? ¿Ejercieron influencia en tu estilo?
En lo que al estilo respecta, me es difícil responder, es una pregunta más
bien personal. Pero en la comprensión del juego influyeron muchos libros
notables. Tanto “Mi sistema” de Nimzovich, como “El torneo de candidatos Zurich
1953” de Bronstein, “Mis mejores partidas” de Alekhine y “Manual de ajedrez” de
Lásker. Siempre ha habido bastantes buenos libros... Ahora también los hay, por
cierto, sin embargo hay mucho más libros malos que antes.
¿No tuviste la tentación de ingresar en el mundo de los
negocios con el honorario del campeonato de 1999?
No, eso no es para nada lo mío. Aunque recibí propuestas e incluso llegué a
perder en eso alguna cantidad. Crecí, repito, en una muy buena familia de la
inteliguentsia. En un medio en el que toda la gente se esforzaba por
relacionarse bien los unos con los otros. Tal manera de ver la vida tiene una
contrapartida: necesité cierto tiempo antes de comprender que no todos son así y
que algunos intentan engañar y traicionar al prójimo por dinero. Y el mundo de
los negocios, sobre todo en Rusia... es una ocupación difícil.
¿Cuándo vivían mejor los ajedrecistas: durante el poder
soviético o ahora?
Antes que nada un ajedrecista es también un ser humano. En lo que toca al
plano profesional... la falta de sopita de lentejas es, por supuesto, un punto
en contra. La ausencia del telón de acero es una ventaja obvia. Al lobo lo
alimentan las patas... Apareció la posibilidad de salir a jugar torneos. Perdí
no sé cuántos años de mi vida porque no podía viajar a torneos, ni siquiera a
algún infeliz torneo suizo para lograr la norma de gran maestro.
¿Eras de los que estaban vetados para salir al
extranjero?
Primero era recluta de las tropas de servicio disponible. Luego, a mediados
de los 80, no era necesario estar vetado para no salir. Puedes tener mil veces
la aprobación para salir sin tener a dónde. Cuando en 1984 gané el Campeonato
Juvenil de Europa en Holanda, lo que hice convincente y potentemente. Recibí
inmediatamente muchas invitaciones a buenos torneos en el extranjero que daban
normas de gran maestro. Pero en el Comité de Deportes me dijeron: “Sabe, estos
torneos no entran en nuestros planes. Pero le aseguramos que lo tendremos en
cuenta, ya se le dará la oportunidad...” ¡Puedo incluso nombrar a aquellos que
fueron enviados a esos torneos en mi lugar! La gente del Comité de Deportes no
desechaba invitaciones, simplemente respondían a los organizadores que el señor
Khalifman estaba enfermo, o algo en este sentido, que parecía que iba, digamos,
más allá de su voluntad. Pero en su lugar, les señalaban que podían mandarles a
otro ajedrecista.
Semejantes cosas se hacían entonces. ¿Había tal vez que sobornar a alguien?
No sé, incluso pensar semejantes cosas me repugna. Nunca pude encontrar un
lenguaje común con el mundo de los funcionarios. Y tal vez ya nunca lo haga,
considerando mi ya madura edad.
Continuará...
Enlaces:
Khalifman: el interior de una estrella del ajedrez (I)