La mamá del campeón del mundo de ajedrez Vladimir Kramnik: ¡Temíamos que
nuestro hijo nunca se casaría!
La
“Komsomolka”
se informó sobre los detalles de la boda entre el rey del ajedrez y la
periodista del diario francés “Le Figaro” Marie-Laure Germon.
Por Inna Zhuravel, traducido al castellano por Manuel de los
Reyes García Márkina
Los genios del ajedrez son gente rara. Mientras todo mundo recibía el Año
Nuevo el 31 de diciembre, Vladímir Krámnik decidió casarse. Pero, por otro lado,
esto es completamente comprensible. La gente de su nivel vive en un estado de
permanente "Zeitnot". En octubre Krámnik se batió por la corona ajedrecística
con Veselin Topalov. Luego defendió los intereses de la humanidad en un duelo
con una computadora. Tras la boda de Año Nuevo en París con su elegida, la
periodista francesa Marie-Laure Germon, se lanzó a un viaje de seis días a
Suiza, para esquiar. Y ahora juega en el supertorneo de Wijk aan Zee.
Desesperada por nunca poder encontrarse con el impetuoso gran maestro, nuestra
corresponsal se trasladó a Tuapse, donde viven sus padres. La mamá, Irina
Fiodórovna, no tuvo secretos para la “Komsomolka” y nos habló minuciosamente
sobre la boda de su hijo.
Vladímir Krámnik y Marie-Laure Germon se conocieron hace dos años en Francia,
cuando Marie le pidió a Vladímir una entrevista.
– La muchacha le gustó a Vladímir, y la llamó por telefono –, cuenta
Irina Fiodórovna. – Ya el año pasado me invitó a visitarlo porque quería que la
conociera. Yo fui con un "rushnik" (especie de mantel largo y delgado, que en
Ucrania se emplea para cubrir y decorar las imágenes religiosas), pues soy
ucraniana y para nosotros es una tradición regalar en la boda a nuestros hijos
un rushnik cosido con nuestras propias manos. Pero Vladímir me dijo: “ No mamá,
es demasiado pronto. Aquí no se estila así. Tenemos que frecuentarnos unos dos
años para conocernos mejor”.
Con Marie nos comunicábamos literalmente con las manos y con un diccionario.
En una ocasión me llevó a un concierto y cuando salimos, ella me empezó a decir
algo, a gesticular, y yo no entendía nada. Ella telefoneó a Vladímir, le explicó
todo – hablan entre sí en inglés – y luego me pasó el teléfono. Vladímir
tradujo: “Mamá, ¿ves un árbol junto al templo? Marie te quería decir que es el
árbol más viejo de Francia”.
En general Marie es una persona muy comunicativa, alegre, siempre está
cantando algo. En aquella ocasión nos prometimos mutuamente aprender aunque sea
un poco de idiomas. Ella de ruso y yo de francés. Ya aprendí bastante y pensé
“bueno, ahora cuando vaya otra vez, ya podremos platicar”, pero ella sólo
aprendió tres frases: “¡Hola!”, “¿cómo le va?” y “¿quiere té?”. Dice que le
falta tiempo para ello.
La boda fue celebrada en un riguroso entorno familiar y casero: en el
departamento de Volodia, en el centro de París. Sólo asistieron familiares y
amigos cercanos; unas 40 personas. Los jóvenes esposos se inscribieron en la
alcaldía parisiense. Como se acostumbra, antes de registrarse todos se sentaron
y los novios contaron sus biografías. Marie es de provincias y su mamá es
maestra escolar.
Después del registro todo el cortejo nupcial regresó a casa a pie, tal como
Marie quiso.
Los jóvenes esposos también planean casarse en el templo de Alejandro Nevski,
en París.
El pastel de bodas llamó particularmente la atención de los invitados, pues
estaba decorado como un tablero de ajedrez con piezas de chocolate, pero éstas
no estaban distribuidas casualmente: ¡era la posición final que dio a Vladímir
Krámnik el título de campeón mundial absoluto!
La pareja planea vivir en París. Vladímir tiene ahí un amplio departamento en
la zona cercana al teatro de la ópera. Marie dice que quiere muchos hijos, tres
como mínimo.
El padre de Vladímir Krámnik, Borís Petrovich no asisitió a la boda, pues se
encontraba muy enfermo. Pero le envió a su hijo un regalo: la estatuilla de un
elefantito de plata, adornada con piedras preciosas, porque Volodia colecciona
todo tipo de elefantes y libros de arte.
– Zhenia (el hermano mayor del campeón. La Red.) y yo obseqiamos a Volodia y
a Marie con el libro “Historia del Estado Ruso” encuadernado en piel – narra
Irina Fiodórovna –. Y también Zhenia buscó durante mucho tiempo una botella de
coñac de 1975, el año de nacimiento de Volodia.
Volodia mismo se hizo a sí mismo un regalo excelente: un oso de felpa enorme.
El animalito apenas cabe en el diván. Pero no es un oso de felpa común: resopla
y respira como un oso de verdad. Volodia estaba entusiasmado como un niño. Desde
pequeño le gustan los osos de felpa de todo tipo. Recuerdo cómo, en una ocasión,
decidimos tirar a la basura su oso preferido y regalarle uno nuevo, y se echó a
llorar de tal manera que tuvimos que alcanzar al camión de la basura y recuperar
su juguete.
Para ser sinceros, los familiares de Volodia temían que no se casaría nunca.
A causa de los torneos de ajedrez no tenía nada de tiempo para eso.
– En la escuela ni una noviecilla tuvo Volodia – recuerda su mamá, Irina
Fiódorovna. – Era muy tímido, hasta introvertido y muy concentrado. Aparte del
ajedrez, nada le interesaba. Teníamos que sacarlo batallando a que jugara en la
calle.
Por cierto, fue el padre de Vladímir quien predijo a su hijo su destino de
campeón. Cuando recogió a su esposa y a su hijo recién nacido de la maternidad,
revisó las listas de los nacidos en los últimos días y notó que su hijo era el
más robusto. Entonces escribió con letra amplia, junto a las indicaciones
“Krámnik Volodia. Peso: 4400 gr., Estatura: 62 cm.” la palabra “CAMPEÓN”.
El pequeño Krámnik nunca se separaba de su tablero y lo llevaba siempre
consigo.
– Y cuando ya era más grande, jugaba incluso por las noches con el conocido
ajedrecista Shírov, al que le telefoneaba a su ciudad. Jugaban directamente por
la línea telefónica – suspira la mamá del campeón –. No sabíamos de este
pasatiempo hasta que recibimos la cuenta del teléfono. Su padre se mesaba los
cabellos: “¡Hijito, pero nos vas a arruinar!”. Pero Volodia necesitaba estos
enfrentamientos amistosos, y haciendo de tripas corazón pagábamos las cuentas
telefónicas.
Aprendió a jugar a los tres añitos. Se acercó a la mesa en la que jugaban su
papá y su hermano Zhenia, y comenzó a observar con atención. Borís Petróvich,
bromeando le ofreció acomodar las piezas en su posición inicial. Vladímir lo
hizo fácilmente. El papá se asombró: “¿Podrás ya jugar, tal vez?”. “¡Puedo!”,
respondió el pequeñuelo. Y para cuando tenía cinco años jugaba de tal manera ya,
que derrotaba a todos los ancianos de cabezas canas en Tuapse. Pronto empezaron
a visitarnos diversas personas, para mirar y conocer al niño prodigio. A los
siete años obtuvo la primera categoría. A los nueve fue campeón juvenil de a
URSS. A los 11, candidato a maestro . A los 13, maestro del deporte . A los 17,
gran maestro.
– Su hermano mayor también jugaba bien, pero luego en los torneos empezaron a
confundirlos y su padre decidió que para la familia basta con un gran
ajedrecista – explica Irina Fiódorovna. – Además, a Volodia todo en este juego
se le daba con facilidad. Su papá le ayudó a desarrollar este talento, le
compraba la literatura necesaria. Mi esposo incluso abandonó su arte, y eso que
es un pintor muy talentoso. Además, siempre acompañaba a Vladímir a todos los
torneos. Tomaba sólo aquellos trabajos, que en un corto plazo podían dejar
buenos ingresos. Para qué ocultarlo: en aquella época vivíamos muy apretados
económicamente. Yo soy maestra en una escuela de música, mi esposo era pintor
independiente. Y Volodia necesitaba alimentarse bien: caviar, frutas. Todo eso
es caro.
La mamá de Vladímir Krámnik es egresada del conservatorio de Lvov (Lviv en
ucraniano), su padre lo es de la academia de arte. Tras los estudios ambos se
mudaron a Stavropol, donde les ofrecieron montañas de oro y vivienda.
Lamentablemente, no fue así. Tras los maltratos, el joven matrimonio se trasladó
a Tuapse para estar más cerca de la familia de Borís Petrovich.
El joven talento nunca se pareció a otros niños.
– Volodia tenía un pequeño diario en el que apuntaba todo lo que hacía –
cuenta Irina Fiódorovna. – En una ocasión su padre, por curiosidad, lo hojeó y
Volodia, en cuanto se dio cuenta, se escandalizó por mucho tiempo ¡y empezó a
llevar su diario en inglés! Los niños estudiaron esta lengua desde pequeños.
El futuro gran maestro siempre se distinguió por su memoria fenomenal. Las
materias escolares eran para él pan comido. Incluso si dejaba de asistir a la
escuela por un mes. Tras tres días de estudios independientes se emparejaba con
sus compañeritos. En su escuela todavía recuerdan la ocasión en la que Volodia
resolvió un problema de álgebra mediante un método diferente al impartido en el
programa escolar. La maestra la recetó un tres. Pero Vova estaba seguro de que
había resuelto todo correctamente. Su padre llegó hasta la Oficina de Educación
de la Administración de la ciudad. ¡Revisaron nuevamente el problema y le
cambiaron la calificación por un cinco (máxima calificación)!
¡Y cuando tenía 13 años Volodia ya podía jugar a la ciega contra 20 tableros
simultáneamente y el libro “Guerra y paz”, lectura escolar, lo leyó en solamente
dos días!
– ¿Cómo tomaron el escándalo que se inició durante su enfrentamiento
con Topalov?
– Todos sufrimos. Fuimos a Elista con Zhenia para apoyar a Volodia. La
situación era ridícula y absurda. Todo el tiempo llamaban a Volodia a
negociaciones y, lo peor de todo, ¡lo castigaron quitándole un punto! Y eso que
no hallaron prueba alguna de que alguien le diera ayuda ilegal. ¡Y no podían
hallarla! Lo que querían era sacarlo de ritmo, y lo lograron.
Sí, el rehusó continuar el juego pero imagínese, ¡Topalov estuvo sentado
tranquilamente hora y media y resultó triunfador! Y Volodia estuvo mucho tiempo
sin poder tranquilizarse. Es todo un ritual: se concentra en sí mismo, no habla
con nadie, duerme siempre antes de cada partida. Y de repente le salen con
semejante “sorpresa”.
¡Y ahora quieren además la revancha! Ellos mismos le arruinaron el encuentro
con la computadora. Le quedó únicamente un mes, sin tiempo para recuperarse.
De hecho, tiene un ritmo difícil. A Volodia le gusta trabajar de noche. Se
acuesta sólo antes del amanecer. Se levanta como a las dos de la tarde. Por
supuesto no es un régimen de vida sano. Y ya se le acumuló un cansancio enorme.
– ¿Pudo haberse dedicado al alguna otra cosa, aparte del
ajedrez?
– Ingresó a la universidad de Nóvgorod a la facultad de Lenguas Extranjeras,
pero qué clases podía tener: ¡está siempre de viaje! No quiso recibir el título
por dinero . No necesita tales cosas . Y no puede vivir sin el ajedrez. Vive en
esos 64 cuadritos. Está lejos de cualquier problema del hogar o de la vida
diaria.
– ¿Y quién le cocina ahora? ¿la esposa?
– No, allá no suelen comer en casa. Cada vez más van a cafés. Así les es más
cómodo.
MIENTRAS TANTO ...
Ahora Vladímir Krámnik juega en el supertorneo de la ciudad holandesa Wijk
aan Zee. Entre los participantes se encuentra su gran rival Veselin Topalov. En
el transcurso del torneo se dio un giro más en la aparatosa rivalidad de los dos
grandes maestros: La FIDE negó oficialmente a Topalov el derecho a una revancha.
A los funcionarios ajedrecísticos les pareció sospechoso el banco búlgaro que
garantizaría el pago de los fondos para el premio de dos millones de dólares. El
representante de Topalov, Silvio Danailov, calificó esta decisión de
escandalosa. Ahora los aficionados en Wijk aan Zee aguardan con aún más
impaciencia el duelo directo entre Vladimir y Veselin. Según el sorteo, esto
sucederá el 27 de enero. Mientras, tras cuatro rondas lidera el azerbaiyano
Radjabov, quien tiene 3,5 puntos. Topalov es segundo, con tres puntos, y Krámnik
va a la zaga por medio punto.
Cortesía de
Komsomolskaja Pravda-Kuban (Andrej Nimtschenko)
Enlaces:
El artículo original en Komsomolskaja Pravda (en ruso) y con fotos...
Vladimir y Marie-Laure en la inauguración del duelo Kramnik vs. Deep Fritz en
Bonn