- Una nueva generación de coronavirus ha hecho su aparición en la escena mundial; se trata del coronavirus SARS-CoV-2.
- En el mundo del ajedrez la situación no ha sido muy diferente; aunque ha volcado gran parte de sus actividades vía on-line y con eventos híbridos, la afectación ha sido grande.
- Es tal el nivel de devastación que ha ejercido esta pandemia sobre nuestra sociedad y tal el nivel de incertidumbre generalizado, que su análisis, en un contexto de crisis climática, pasa al dominio de la metafísica.
- En vista de estos hechos, la humanidad no puede esperar. No podemos esperar que una o varias pandemias se desaten sin estar preparados para tan dramática emergencia.
La pandemia y sus efectos en la actividad deportiva
En el mundo del ajedrez la situación no ha sido muy diferente; aunque ha volcado gran parte de sus actividades vía on-line y con eventos híbridos, la afectación ha sido grande. Torneos presenciales suspendidos, campeonatos con menor nivel de participación, grandes maestros que deben abandonar la competición por presentar sintomatología de coronavirus, etc.
Estos eventos, algunos de ellos sobrevenidos, han afectado significativamente la cartelera internacional de la Federación Internacional de Ajedrez (FIDE). Inclusive, podemos observar que en la Cartelera 2022 de la mayoría de las confederaciones continentales, muchos de sus eventos tienen precisada la sede mas no, la fecha definitiva de celebración. Y aunque el ente rector del ajedrez mundial hace serios esfuerzos por organizar tales programas, la incertidumbre reina debido a la conducta del virus y sus mutaciones y por las acciones de los diferentes gobiernos del mundo ante sugerencias de la organización Mundial de la Salud (OMS).
Sin embargo, el ajedrez sigue adelante y en crecimiento continuo porque, su naturaleza favorece su desarrollo a través de medios alternativos a los presenciales.
Es por ello y con el objeto de brindar nuestro punto de vista respecto a la pandemia viral que nos azota desde hace dos años, presentaremos tres artículos en los cuales hablaremos de la naturaleza de dicha pandemia, su efecto sobre los deportistas y cómo protegernos de ella; esto es, los beneficios que podemos obtener del uso de medidas de bioseguridad y una práctica regular de ejercicios y deporte.
Un virus que vino para quedarse: el Coronavirus SARS-CoV-2
En la Navidad de 2021, tuvimos la oportunidad de publicar una obra titulada “La amenaza endógena - Del yo ecológico al yo universal”. En dicho ensayo, de carácter ecosófico, intentamos presentar las principales amenazas que se ciernen sobre la humanidad y la civilización toda, a lo largo de la tercera década del S.XXI (2000 - 2029). Las implicaciones son dramáticas: estamos amenazados de extinción.
Para ilustrar el presente tema, he decidido tomar varios fragmentos del mismo.
Por ejemplo, en el subcapítulo 4.2. de dicha obra podemos leer:
Debemos admitir que el propio ser humano puede crear en sus laboratorios, enfermedades más potentes y peligrosas que las pandemias naturales. Uno de los ejemplos más significativos es el famoso gen mousepox; el mismo fue inoculado en ratones con viruela. El resultado: la enfermedad se hizo bastante más letal y capaz de infectar a los individuos vacunados. También se ha obtenido con cepas de H1N1 y gripe aviar que es posible provocar deliberadamente el contagio masivo de dicha enfermedad. Igualmente han aparecido el SARS en China (2002), el MERS en Arabia Saudita (2012) y un tipo potente de coronavirus en China (2019).
Blanco, U. (2021)
Efectivamente, una nueva generación de coronavirus ha hecho su aparición en la escena mundial; se trata del coronavirus SARS-CoV-2. El coronavirus pertenece a la familia Coronaviridae, género Betacoronavirus, subgénero Sarbecovirus, especie virus SARS. Su genoma está constituido por una sola cadena de ARN, y se clasifica como un virus ARN monocatenario positivo.
Normalmente atacan solo a animales; aunque, algunos de ellos también tienen potencial de transmisión de los animales a los humanos; generando problemas respiratorios generalmente con sintomatología leve.
Otros pueden llegar hasta enfermedades más graves; tal y como ya dijimos en el apartado anterior, como el síndrome respiratorio de Oriente Medio (MERS), identificado en 2012, y el síndrome respiratorio agudo severo (SARS, por sus siglas en inglés), que apareció por primera y única vez en 2002
¿De quién estamos hablando?
Es un nuevo tipo de coronavirus que puede afectar a las personas por el contagio de otra, mediante las gotas de saliva expulsadas a través de la tos y el estornudo o al espirar. Presuntamente se detectó por primera vez en la ciudad de Wuhan, provincia de Hubei, en China en diciembre de 2019. Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), solo produce síntomas leves en el tracto respiratorio en un 80% de los casos.
Sin embargo, solo dos meses después de su aparición, el director general de la OMS, el doctor Tedros Adhanom Ghebreyesus, declaró oficialmente la epidemia de COVID-19 como una emergencia de salud pública de preocupación internacional el 30 de enero de 2020. Luego, el 11 de marzo de 2020, dicha enfermedad fue caracterizada como una pandemia. Esto implicaba que la epidemia se había extendido rápidamente afectando a un gran número de personas en varios países y continentes del mundo.
Inclusive, debido a la gran capacidad de mutación del referido virus, ya para principios de 2021 habían aparecido nuevas cepas; entre ellas las variantes Alfa (B.1.1.7), Beta (B.1.351), Gamma (P.1) y Delta (B.1.617.2); siendo esta ultima la más letal y extendidas de todas; alcanzando en países europeos hasta el 80 por ciento de los contagios. Sin embargo, para septiembre de ese mismo año, la última y nueva variante del SARS-CoV-2 que amenazaba con ser más agresiva y contagiosa que la Delta es la variante Lambda. Los investigadores consideran que su origen está en Perú y se distribuyó en varios países de América del Sur, entre ellos Argentina, Chile; para posteriormente migrar hacia Europa vía España.
Sin embargo, para finales de noviembre de ese mismo año, el Omicron ya era considerado la variante de más rápida propagación alcanzando más de 100 países y disparando las alarmas sobre una cuarta oleada a nivel planetario.
¿Cómo explicar esta irrupción tan dramática de un virus en nuestro tiempo?
La comunidad científica internacional aún no se ha puesto de acuerdo respecto al origen, tratamiento y presencia de esta enfermedad en nuestra sociedad en términos de pandemia.
Existen varias hipótesis al respecto; y la OMS asegura que todas siguen abiertas. Una de ellas asegura que el coronavirus SARS-2 tiene un origen zoonótico; de tal manera que su transmisión ocurrió desde un huésped animal a uno humano, probablemente hacia el 17 de noviembre de 2019.
Otra, es la sostenida por Peter Ben Embarek, jefe del equipo de la OMS que investiga el origen del Covid-19. A mediados de agosto de 2021, afirmó a los medios que dicho virus pudo haber sido producido en un laboratorio de Wuhan. Estimó que el paciente cero de la pandemia de Covid-19 podría haber sido un empleado del laboratorio –un investigador de coronavirus- que trabajaba en contacto directo con un murciélago infectado por el SARS-CoV-2.
Al momento en que esta obra ha visto luz, la OMS informa que como consecuencias de la Covid-19 han sido verificados 206 millones de casos y 4,4 millones de fallecidos. De las personas recuperadas, cerca de un 50% han quedado con secuelas; situación esta que sigue limitando la calidad de vida de los afectados y agravando la crisis sanitaria, en particular en países de Latinoamérica, África y sureste asiático.
Según la propia OMS, la opacidad con la que China ha manejado este tema de frente a las críticas y observaciones de una creciente cantidad de países que se sienten afectados por posibles experimentos genéticos llevados a cabo en laboratorios chinos, ha complicado seriamente la investigación y limitado el acceso al conocimiento y los avances necesarios para contrarrestar esta terrible amenaza a la salud pública mundial.
Este tipo de actitudes obstruccionistas, le ha permitido a la biotecnología el desarrollo de nuevos instrumentos de control mediante armas de destrucción masiva; en este caso, la producción –a muy bajo costo- de armas químicas o biológicas de amplio espectro.
En este sentido, hay quienes consideran que, aunque acabar con la humanidad no es militarmente útil, siempre aparece alguien que quiere hacer las cosas porque puede. Y hasta existen grupos de personas que creen que la Tierra sería mejor sin el ser humano.
Una tercera y plausible teoría
Es tal el nivel de afectación que ha ejercido esta pandemia sobre nuestra sociedad y tal el nivel de incertidumbre generalizado, que su análisis, en un contexto de crisis climática, pasa al dominio de la metafísica.
Para dar luces sobre esta situación de incertidumbre respecto al origen del coronavirus, el maestro espiritual Marshall Vian Summers ha transmitido un mensaje al mundo en el cual informa que:
En este momento de la historia, la humanidad se enfrenta a una gran pandemia, una pandemia mundial, una pandemia que vino de la naturaleza, una pandemia que es altamente peligrosa, transmisible y altamente efectiva para moverse por el mundo con todos los viajes e interacciones que tienen las naciones y poblaciones humanas y los compromisos mutuos.
En su comunicación Marshall afirma que el Coronavirus es de origen natural (lo que descartaría la posibilidad de haber sido producido por ingeniería genética); que la pandemia no es un evento pasajero porque durará años y la destrucción que provocará será tan grande y será una experiencia tal que cambiará la vida y afectará a las personas, literalmente, en todas partes: sus economías, sus estructuras sociales, cómo se relacionan con otras personas, las relaciones entre naciones, etc. Un gran elemento de cambio para la familia humana”.
¿Qué hacer al respecto?
En vista de estos hechos, la humanidad no puede esperar. No podemos esperar que una o varias pandemias se desaten sin estar preparados para tan dramática emergencia. Aunque sabemos que las decisiones a ser tomadas respecto a cómo atacar este tipo de amenazas impliquen largas –y a veces infructuosas discusiones- estarán relacionadas con la “seguridad” interna de muchos países, es imperativo actuar con prontitud.
En tal sentido, los expertos han ofrecido una serie de recomendaciones o medidas de carácter urgente, que servirán para reducir el impacto de una nueva peste de grandes proporciones. Por ejemplo: incrementos en la inversión de recursos y prevención de nuevas infecciones, la creación de vacunas y tratamientos innovadores; creación de incentivos, la preparación de evaluaciones de riesgo económico ante una pandemia y el fortalecimiento de los mecanismos de colaboración y coordinación internacional.
De hecho, a principios de 2021, un informe del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), sugiere una serie de claves sobre cómo 'Hacer las paces con la naturaleza'. El mismo intenta proveer soluciones para evitar nuevas pandemias como la que aun azota parte importante del planeta, como es el caso del Covid-19.
El referido reporte enfatiza en que “la pandemia de Covid-19 es una consecuencia directa de la destrucción de hábitats y que hay que aprovechar los paquetes de estímulo económico para reconstruir, alejándose de las prácticas insostenibles y dirigiendo el dinero hacia infraestructuras y programas que reduzcan los riesgos y las repercusiones de las pandemias en el futuro”.
A tal efecto, es primordial evitar la destrucción de hábitats naturaleza con el objeto de asegurar que no haya nuevas pandemias en el futuro.
Así, las Naciones Unidas construye una base “de la que salga una serie de soluciones concretas durante las reuniones clave sobre medio ambiente que se darán en 2021 y que llegan con un año de retraso por el brote de coronavirus. Estas son la cumbre sobre biodiversidad en la ciudad china de Kunming del 17 al 30 de mayo y la cumbre sobre cambio climático en Glasgow, Escocia, que se celebrará los primeros 12 días de noviembre”.
Estimado lector, amigo ajedrecista, ojalá que nuestros políticos, tecnócratas y militares comprendan esta dura realidad; un escenario compartido por todos y al que, como especie, debemos sobrevivir.
Fuentes y enlaces