Los números, el ajedrez y la felicidad

por ChessBase
28/07/2003 – Es difícil que no nos ciegue la pasión a veces cuando vemos a los más pequeños de la casa empeñarse sobre el tablero. Y muchas veces nos preguntamos hasta dónde pueden llegar nuestros hijos. Manuel López Michelone nos presenta una reflexión estadística sobre el potencial de los jóvenes jugadores. Pero, cuidado, los número no lo son todo: las estadísticas y los registros están para ser vencidos. Y no nos olvidemos tampoco de la parte lúdica: jugar por pasarlo bien, por disfrutar de un rato entretenido. Tenga la edad que tenga, puede aprender a divertirse con El pequeño Fritz, pero antes de tratar de comprobar si tiene a un campeón en la familia no se pierda las conclusiones del artículo de hoy.El talento ajedrecístico, ¿se puede medir?

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El talento ajedrecístico, ¿se puede medir?

por Manuel López Michelone 

Introducción

¿Qué es el talento ajedrecístico? ¿Se puede medir? ¿Se puede desarrollar? Es claro que para todos los padres de ajedrecistas jóvenes, por ejemplo, sus hijos deben ser talentosos. Pero como dicho talento es algo tan subjetivo, me he propuesto analizarlo desde la base en la cual fui entrenado por años: la ciencia, particularmente, algunos elementos fundamentales de la estadística y el álgebra. Nada del otro mundo como se verá más adelante. La intención de fondo es hallar algún parámetro más objetivo y así medir cuáles son las potencialidades de los individuos que juegan al ajedrez y cuál es su posible éxito en el futuro. Desde luego, y lo aclaro de una buena vez, no estoy a favor o en contra de nadie. No estoy sesgando mi postura por afanes y cariños personales. Busco en todo caso que mis hipótesis de trabajo no se contaminen por gustos o preferencias de mi parte.

 

Un poco de historia

Para entender mejor el talento del ajedrecista, empecemos por revisar algunos de los fenómenos ajedrecistas más conocidos por todos nosotros. Tenemos el caso de Fischer. Gran Maestro Internacional a la edad de 15 años, cuyo rating calculado (en el libro de Arpad Elo, de manera retroactiva, puesto que los ratings empezaron a calcularse en los setentas), era de 2580 puntos. Kaspárov, en Banja Luka, en su primer torneo internacional, el cual arrasara con 2.5 puntos por encima de sus rivales, incluyendo al excampeón del mundo Petrosian, logró un desempeño calculado en 2595 puntos. Es decir, Kaspárov, a la edad de 14 años ya estaba prácticamente en la lista de los jugadores con 2600 puntos Elo. A los 11 años Peter Leko tenía alrededor de 2200 puntos de rating. Karjakin, el GM más joven de la historia tiene un elo arriba de los 2500 puntos en la última lista FIDE (julio 2003). Radjávob, 2245 a la edad de diez años. Bacrot, a los 14 años tenía 2565 puntos Elo.

Desde luego que estos casos son extraordinarios, pero a partir de ellos podemos empezar a formar algunos criterios numéricos elementales. Consideremos la razón rating / edad, a la cual llamaremos TP (talento potencial). Es solamente un letrero para expresarnos con precisión y desde luego está a discusión si dicha fórmula elemental puede reflejar algo tan complejo como el talento ajedrecístico.

De acuerdo a esto, encontramos que el TP de jugadores con un talento demostrado (todos llegaron a GM al menos e incluso tenemos a dos campeones del mundo), es de mínimo 170 y máximo 208.

Fischer

15

2580

172

Kasparov

14

2595

185.3571

Radjabov

10

2245

224.5

Leko

11

2200

200

Karjakin

12

2500

208.3333

Polgar, Judit

15

2550

170

Bacrot

14

2565

183.2143

 

Talento Potencial en acción

Ahora bien, grafiquemos esto para que nos demos una idea de esta expresión de manera gráfica:

 


 

Es claro que el TP de estos jugadores caen en la franja que puede definirse de entre 150 a 250 puntos de TP.

Evidentemente, dirán algunos, esto dice poco, puesto que la muestra tiene pocos elementos. Afortunadamente tenemos los datos del campeonato mundial juvenil del 2002, el cual ganara el GM Aronian. He aquí su tabla de TP (quitando a los jugadores no clasificados):


 

Con una muestra de alrededor de 80 jugadores, podemos ver que todos los jugadores, todos, oscilan en un TP que está por encima de los 100 puntos y algunos, no muchos, se encuentran en el borde de los 150 puntos. Si consideramos que los talentos aquí son más “terrenales” que los monstruos como Fischer, Kaspárov o Judit Polgar, es claro que podemos tomar una franja menor para establecer el TP característico de un jugador de ajedrez. En este caso, podríamos decir la cota mínima son 130 puntos. La máxima estará no más allá de los 250 puntos, desde luego (aunque la cota o límite superior en este caso no importa).

Un problema con la información encontrada es que estamos hablando de jugadores muy jóvenes, pero todos dedicados en gran medida al ajedrez. La cuestión es entonces bajar en edad y ver qué encontramos. Por suerte, tenemos los resultados del festival infantil y juvenil celebrado en Grecia en el 2002. He aquí la tabla de los jugadores (con rating, menores de 10 años):

B10 1491 Sandeep Y. IND   2019

B10 967 Szabo Leon HUN   2025

B10 1461 Negi Parimarjan IND   2027

B10 277 Luo Xin CHN   2032

B10 1457 Caruana Fabiano USA FM 2102

B10 120 Safarli Eltaj AZE   2210


 

Hay pocos datos, pero es claro que Fabiano y Safarli son los de más TP de acuerdo a nuestras definiciones iniciales. Pasemos a la tabla en donde se concentran jugadores clasificados y que no tienen más de 14 años. Es aquí donde claramente se ve más el valor de TP:

 


Una vez más, un buen número de jugadores está por encima de la franja de los 150 puntos, lo cual lo hace un TP dentro del ajedrez.

Pero para que se comprenda mejor esta simple fórmula, supongamos que calculamos el TP de diversos jugadores, por ejemplo, el jugador de 2110 puntos elo pero con una edad de 35 años. TP calculado: 60.285. Muy lejos de el TP de una promesa. Consideremos alguien con 2300 puntos de rating y 40 años de edad. Su TP será de 57.5. Es decir, brevemente, que si consideramos que para tener alguna posibilidad de éxito en el competido mundo del ajedrez, es necesario que la relación rating/edad se encuentre entre los 130 puntos en adelante. Jugadores con menos que ése valor de TP difícilmente pueden ser considerados talentos potenciales.

Las siguientes tres tablas muestran el TP de un jugador de 15, 20 y 25 años, respectivamente, con ratings que van de 2000 puntos a 2500.

 


 

Es decir, puede concluirse que en la medida que se tienen más años, más difícil es estar en el rango de los 130 a los 200 puntos de TP.

 

Conclusiones preliminares

Evidentemente esta información debe tomarse con cautela. Nadie puede establecer de manera contundente el talento de un ajedrecista y menos a partir de una fórmula tan sencilla. No obstante, es claro que la fórmula pesa en relación a la edad, lo cual describe perfectamente las posibilidades de un jugador (en términos potenciales). Dicho de otra manera, mientras más pequeño es el jugador y más alto rating posee, en esa medida es más talentoso en términos potenciales.

¿Por qué potenciales? Porque se necesita el desarrollo del ajedrecista en lo que se refiere a estudio y trabajo constante dentro del juego. Fuera de los extraordinarios talentos, como Karjakin, que aclara que “el ajedrez siempre me ha sido fácil”. Esto quiere decir que el mejor de los talentos, mal encauzado, es una pérdida irremediable para el ulterior desarrollo del jugador. Así, en la detección de estas potencialidades hace falta ver cómo hacer para que puedan ser desarrolladas para sacar el mayor provecho a las mismas.

Igualmente, el mejor de los talentos potenciales debe adquirir el gusto por el juego. Si no le tiene amor al tablero, es difícil que progrese, a pesar del gran talento que pueda poseer. Una disciplina sobre cómo estudiar, cómo comportarse en el tablero, cómo atacar los problemas en la partida, son fundamentales para el progreso del joven ajedrecista. Vi ahora en el torneo Carlos Torre a dos o tres chamaquitos con gran potencial. Uno de ellos de Costa Rica, Alejandro Ramírez, el cual con menos de 14 años toma el ajedrez en serio. Lo tienen que ver concentrado, pensando, desarrollando sus ideas en el tablero. Es, en mi opinión, un talento potencial (a estas alturas es maestro internacional con una norma de gran maestro).

Y aunque siempre es conveniente pensar en que el niño/joven talento ajedrecista tendrá las mejores posibilidades para desarrollar sus habilidades, es evidente que muchas veces no se puede. No hay entrenadores disponibles, cobran demasiado o bien, simplemente no hay acceso a ellos. ¿Qué hacer? Bueno, el ajedrez es en muchos casos un trabajo autodidacta. Los jugadores estudian solos muchas veces. Hasta donde yo sé, el GM Gilberto Hernández, de México, nunca tuvo un entrenador. Fischer se hizo solo, Radjábov y Karjakin, al contrario, son producto de una escuela de trabajo profundo y cuidadoso. Así, tenemos ambas experiencias y resultados notables de ajedrecistas magistrales. Un entrenador es una buena idea, y lo que han hecho en Yucatán con el MI Huerta Soris y el MI José González, demuestran que el trabajo intenso puede crear una buena cantidad de jóvenes entusiastas y talentosos.

Pero independientemente de todo esto, lo que para mí está claro es que hay que ver el ajedrez como un medio y no como un fin. Yo sé que a todos nos gustaría tener un “campeón nacional en casa”. Sin embargo, más importante es tener hijos felices, creo yo. El ajedrez debe ser un conducto para eso. No se trata de que los niños sean todos grandes maestros del tablero, sino que el ajedrez les dé esa felicidad que sólo se puede alcanzar cuando se conoce con cierta profundidad el juego.

Cito las palabras de Jonathan Rowson (GM inglés) sobre si el ajedrez lo ha hecho feliz. Ésta es su respuesta: “El juego me ha dado la maravillosa oportunidad para la autoexpresión, el desarrollo personal y la experiencia de la competencia. El ajedrez me ha tocado con su profundidad y belleza y con ese único goce que sólo proviene de un esfuerzo intenso. Sin embargo, mi madre solía decir que la felicidad no es tener lo que se quiere sino querer lo que se tiene y yo pienso que el ajedrez se basa en gran medida en ese deseo, lo cual provee una fuente segura de felicidad”.

 


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