Mi pieza favorita
por
Manuel López Michelone
Todos los
ajedrecistas tenemos una pieza que es predilecta sobre las demás. Algunos son
muy hábiles moviendo los alfiles o las torres. Quizás otros prefieren a la
dama sobre las demás figuras. A mí, en cambio, me gustan mucho los caballos.
Ésta es la única pieza que no es simétrica. El rey, la dama, los alfiles e
incluso los peones, todos son simétricos prácticamente. En cambio, el caballo
no puede serlo, pues tiene una única apariencia que simplemente rechaza la
aburrida simetría. Sin duda es una de las piezas más características y
representa en muchos sentidos al ajedrez mismo. Por ejemplo, en México hay una
casa de bolsa que usa como logotipo un caballo de ajedrez (aunque sigo sin
comprender qué quisieron significar con esto). El GM Andy Soltis hizo una búsqueda,
no muy científica, a todo esto, pero halló que de 40 libros examinados (sobre
jugadores famosos de ajedrez), en 19 de ellos aparece la imagen o dibujo de un
caballo, incluyendo las colecciones de partidas de Sammy Reshevsky, Aaron
Nimzovitch, Alexander Alekhine y Svetozar Gligoric. La siguiente pieza en
popularidad fue el rey (9 libros), y la menos frecuente fue la de la torre (dos
libros, el de Akiba Rubinstein y Arthur Dake)
Quizás
el caballo sea distinguido precisamente por su asimetría o por el hecho de ser
una pieza atípica, pues es la única que puede brincar sobre otras piezas. Es más,
tenemos que colocarlos de alguna manera en el tablero. La pregunta que surge
entonces es: ¿hacia qué lado coloca usted sus caballos en el tablero? Hay
algunas escuelas de pensamiento al respecto de esta pregunta aparentemente baladí.
Por ejemplo, mi impresión es que deben colocarse –cada caballo–
con la cara del mismo hacia el centro del tablero (en dirección
horizontal, no diagonal). Así, el caballo del lado de la dama observa hacia la
izquierda y el del lado del rey, observa hacia su izquierda. Siempre he creído
que a la larga, esto nos puede dar un indicio de qué caballo es el que uno está
moviendo, aunque en el fragor de la lucha éste se encuentre en cualquier parte
del tablero, muy alejada de su posición inicial. Obviamente debo confesar que
semejante información no me ha servido de nada.
La
tradición soviética exige que los caballos miren hacia el frente, como puede
corroborarse en las fotos tomadas a Víctor Korchnoi, Boris Spassky, Yefim
Geller o Nona Gaprindashvilli. Actualmente jugadores como Viswanathan Anand,
Gregory Kaidánov, Arthur Yusúpov y Vasily Ivánchuk siguen con este estilo. No
obstante, la tradición europea (Siegbert Tarrasch, Carl Schlechter y Nimzovitch),
hacen que los caballos se miren el uno hacia el otro (como yo creo deben ir).
John Fedorowicz, Michael Adams, Patrick Wolff y Walter Brown, por ejemplo,
siguen esta costumbre.
Pero quizás
incluso la psicología tiene algo que ver en esto. Por ejemplo, Mijail Botvinnik
solía apuntar la vista del caballo fuera del tablero si éste se encontraba en
casillas como h4, h5, a4 ó a5. Curioso sin duda, pero más curioso aún el caso
del GM Fishbein, que cuando juega con blancas, hace que los caballos se observen
mutuamente, mientras que con negras, siempre sus corceles apuntan hacia la
derecha. El por qué de esto es un misterio. Incluso, Fishbein no sabe las
razones que animan este comportamiento.
En los libros, revistas y artículos como el que
está leyendo, los caballos casi siempre están dirigidos a la izquierda. No hay
una razón obligada en realidad para esto. Quizás es una convención tipográfica
que lleva más de 150 años, aunque caballos observando en otra dirección
aparecen en tratados de ajedrez, como el de 1986. Como sea, este asuntillo sin
gran importancia es algo que tarde o temprano los ajedrecistas pensamos. Hay
tela de donde cortar si usted es psicólogo.
Nota
de la Redacción:
En
los Tableros 3D reales que se distribuyen con la interfaz gráfica de la serie Fritz
8 puede el usuario elegir hacia donde quieren que miren los caballos.
Haciendo clic en el botón Parámetros y luego en la pestaña Geometría
y tablero, podrá seleccionar si quiere ver la animación de los saltos del
caballo y hacia donde quiere que apunten, tantos los del bando blanco como del
negro:

Se ofrecen distintas posibilidades:
