Ruy López, un astuto y bélico humanista

Por Josep Mercadé
Riambau
El humanista...
A buen seguro, todos podríais darme lecciones sobre la famosa apertura española,
apodada así por haberla utilizado y defendido teóricamente Ruy López de Segura,
en su Libro de la invencion liberal y arte del juego del Axedrez, publicado
en Alcalá en 1561 (1)
No es mi propósito hablar de ella ni de algunos aspectos poco documentados
de la vida de ese clérigo, que dicen fue confesor de Felipe II y su instructor
en el juego y que protagonizó lo que se ha llamado el primer torneo
internacional de ajedrez, sobre el que nos habla Salvio en su biografía del Puttino, el contrincante que lo venció.

"Il Puttino" juega con Ruy López en la Corte de
España
Luigi Mussini (1813-1881) Torino, Galleria di Arte Moderna
Quiero abordar un aspecto literario y humanístico de la primera parte de su
tratado, que abarca casi la mitad de los 150 folios de que consta: el paralelo
que establece entre el ajedrez y la guerra. El resto del libro, que trata de la
parte técnica del juego, en la que ataca despiadadamente las teorías de
Damiano, no es de mi incumbencia.
Es significativo que publicara su libro en Alcalá, cuna del humanismo
renacentista castellano; no en vano Ruy López participó de él publicando un
tratado de numismática (hoy perdido) y una gramática latina (Gramaticae
institutiones). En ese contexto debemos inscribir su elogio del Ajedrez como una
de las artes liberales, haciéndolo derivar de dos de ellas, la Aritmética y la
Geometría, y proclamando que su práctica es una ocupación digna de los nobles
por ser juego de ciencia y no de fortuna.
Tengo que confesaros que Ruy López, a diferencia de otros entrañables
clérigos como el Arcipreste de Hita, me cae antipático. A pesar de ello, en
alguna ocasión me había rondado por la cabeza proponer a mi malogrado amigo
Ricardo Calvo emprender una edición crítica de su tratado, en la que le
reservaba, por supuesto, el estudio de los aspectos técnicos del juego. Nunca
podrá ser.
Para un voluminoso ensayo que redacté sobre El ajedrez en la literatura del
Siglo de Oro, estudié a fondo el caudal erudito de su tratado, plagado de
frases latinas. Además de las constantes alusiones a la Moralisatio de Cessolis
y del De re militari de Vegecio, que cotejé con los originales, en él
registré catorce citas de ocho libros de Cicerón, otras tantas de Casiodoro,
doce de Aristóteles... hasta alcanzar una nómina de 55 autores clásicos,
entre los que sobresalen el bíblico autor del Eclesiástico, Marcial, Macrobio
y Valerio Máximo. Curiosamente, repite cinco veces la misma frase de Ovidio,
alusiva al "ludus latrunculorom", juego de tablero romano que todos
los tratadistas medievales y renacentistas confunden con el ajedrez.
No es, sin embargo, esa erudición lo que me molesta de él, ni la poca
fluidez con que la va engarzando en la exposición de sus ideas, sino éstas,
por las que deducimos que debió ser un hombre rencoroso y taimado.
... y el astuto belicista
Como sabrán, Jacobo de Cessolis, un dominico de finales del XIII, publicó
un sermonario basado en el tablero y las piezas del ajedrez, el libro más
difundido de la Edad Media, tras la Biblia. En él habla de los deberes de los
plebeyos y nobles de un reino en paz. (2)
Ruy López va siguiendo y adaptando las explicaciones del monje francés en
lo referente a la invención del juego (para alertar al rey de que nada puede
sin el apoyo de sus súbditos) y en el simbolismo del tablero y de las piezas.
Sin embargo, discrepa radicalmente de él en un punto: el tablero no representa
un reino en paz sino dos ejércitos en pie de guerra:
(Cessolis ha) representado por este tablero una republica, o reyno: y por las
pieças y peones, las diferencias de gentes, y estados, y officios, que en ella,
o en el dicho reyno tenian, según que mas largamente auemos tractado en los
capitulos passados. Pero siempre auemos impugnado la tal opinion, y doctrina: y
demonstrado aquí no se representar ciudad, sino un campo con dos reyes, y sus
gentes de guerra, aparejados para darse batalla. (f. 37)
Bajo esa perspectiva explica, por ejemplo, los posibles lances finales de una
contienda ajedrecística:
... en este juego ay tres partes, semejantes a tres casos de la guerra:
conuiene a saber, mate, que representa muerte, ò prision del rey. Otra,
rompimiento, y destroço del campo, lo qual se llama robado. Otra, mate ahogado,
que es como dicho tengo, encerramiento del rey, donde no puede salir, ni ser
socorrido. (fs. 41-42)
Y concluye:
Y por tanto este juego se juega en España mejor que en otras partes, por
obseruarse mejor las propiedades de la milicia, en cuya semejanza esta compuesto
este juego. (f. 42)
Dado que, para el canónigo de Zafra, el ajedrez es "invencion
bélica", es normal que recurra al tratado militar de más prestigio en la
antigüedad, el Epitoma Rei Militaris de Vegecio, que cita constantemente en
apoyo de sus teorías y opciones ajedrecísticas.
Vegecio compuso su tratado de estrategia guerrera a finales del siglo IV,
convencido de que sólo una vuelta a las viejas tácticas castrenses podía
frenar la decadencia que observaba en el imperio romano.
Es curioso observar como, en los inicios de la decadencia del imperio
"donde no se ponía el sol", el confesor de Felipe II se sirve de
treinta extensas citas de ese autor latino.
El espíritu de la compilación de Vegecio, que afirmaba que "debemos
hacer sólo lo que consideremos útil para nosotros" pues "lo que te
aprovecha a ti, perjudica al adversario, y lo que a él le favorece, a ti
siempre te estorba", se aviene a la perfección con el carácter astuto de
Ruy López y con la filosofía que rige su estrategia ajedrecística.

Portada de la traducción francesa
(París, 1615) del libro de Ruy López
No es de extrañar que esa perspectiva bélica del Libro de la invencion
liberal... gustara al Rey Prudente que, según algunos biógrafos, planeaba sus
batallas como si de una partida de ajedrez se tratara. Felipe II, además,
debía conocer el De re militari, dado que la Biblioteca del Escorial guarda dos
de sus más viejas traducciones castellanas.
Establecido que el ajedrez es un simulacro de la guerra, la continua
referencia a los consejos militares de Vegecio, que Ruy López tan hábilmente
trae a colación, confieren autoridad a sus planteamientos tácticos.
En el más largo capítulo de esa primera parte, el 27, a caballo entre lo
humanístico precedente y de lo técnico que seguirá, en que establece unas
normas de estrategia para el juego, es donde pesan más las exhortaciones de
Vegecio. Así, el tratadista latino avala la primera, en la que establece que
"quando se porna à jugar si fuere de dia claro, y al sol, procure que el
enemigo tenga el sol de cara, porque lo ciegue: y si fuese obscuro, y se jugare
con lumbre, hazer que la tenga a la mano derecha: porque le perturbe la vista, y
la mano derecha que trae por el tablero, le haga sombra: de modo que no vea bien
donde juega las piezas." (F. 47)
La guerra sicológica, a la que tanta importancia concede el ajedrez moderno
y las novelas que lo reflejan, asoma ya con fuerza en esos astutos
consejos:
Si a ti no te haze al caso jugar mas con unos trebejos que con otros, y
vieres que tu enemigo tiene costumbre de jugar con unos señaladamente, aquellos
armes à tu parte, y finjas tener tu uso de jugar con aquellos: porque es parte
de perturballo. (f. 48)
Las siguientes reglas, también ilustradas por Vegecio, piden que
"pretenda vencer al contrario por fuerza y no por error" y que
"no juegue lances infructuosos, que llaman baldados."(f. 48).
Siguen tres consejos parecidos: que no cure de entrar con el adversario
"en primores, pudiendo ganalle el juego sin ellos"(f. 49), que
"ninguno de ventaja à otro" y que, en caso de concedérsela, que esta
sea mínima.
También pretende una ventaja sicológica la norma séptima:
Que siempre el jugador procure de traer a su enemigo lo mas fatigado y
affligido que ser pueda. Porque trayendolo assi apretado, le cansara la fuerza
de la imaginacion, y le hara cometer errores.
Las siguientes reglas aconsejan acometer siempre "con sus gentes bien
ordenadas"(f. 50) y que "siempre procure de sacar sus pieças, y
desembaraçallas trabajando de aprouecharse de todas, y no ande haziendo
caualgadas ni dando rebatos por tierra de los enemigos con una sola" (f.
51) ilustrándolo -una vez más- con citas de Vegecio y también de Plinio.
Llegados a este punto nos preguntamos: ¿Realmente los cuatro libritos del
Epitoma Rei Militaris (3) influyeron en el juego y estrategia ajedrecística de
Ruy López, o bien ésta, totalmente autónoma, sólo se sirvió de las citas de
Vegecio para dar autoridad y lustre intelectual a su tratado y afianzar su
afirmación de que el ajedrez es un arte liberal? Creo que nadie podría probar
con certeza ninguna de las dos opciones.
En conclusión, Ruy López, cuyo tratado, traducido a varias lenguas, supuso
un serio avance del ajedrez europeo y tuvo vigencia hasta los tratados italianos
del XVII, está plagado de erudición pero también muestra sus poco
caballerosos consejos militares para aplastar al contrincante.
Por ello no me cae simpático, porque soy pacifista y porque, además,
siempre he estado más cerca de los Quijotes que de los Sansones Carrasco.
Notas:
1) Ruy López de Segura, Libro de la invención liberal y arte del juego del
Axedrez, En casa de Andrés de Angulo, Alcalá de Henares, 1561 (Hay una
edición facsimilar a cargo de un paisano suyo, Antonio J. Osuna Lara, publicada
en Zafra, 1989) (volver al texto)
2) La única adaptación castellana conocida, más que traducción, de la
obra latina de Cessolis (de cuyo apellido he encontrado más de treinta
variantes), fue la del licenciado Reyna: Dechado de la vida humana moralmente
sacado del juego del ajedrez (Valladolid, 1549). Hay la siguiente edición
disponible: Jacobo de CESSOLIS (y Martín de REYNA), El juego del ajedrez o
dechado de fortuna (Edición de Marie-José Lemarchand), Madrid, Siruela, 1991.
En 1900 y 1902, J. Brunet y M de Bofarull publicaron dos de las tres
traducciones catalanas que tenemos del s. XV. (Buscadlas por Cessulis) (volver
al texto)
3) He consultado una edición latina de Vegetius (Leipzig, 1885), pero hay
reciente edición crítica castellana. (volver
al texto)
Por gentileza de
