"Yo también quiero morir así"

El diario de Leontxo (XIII)

En buena lógica, el corazón de Meier debía estar seriamente dañado, y la tensión de la partida contra su rival ruandés fue sólo el detonante. Algunos de mis seguidores en las redes sociales se preguntan si es ético que las partidas siguieran mientras un colega agonizaba allí mismo. Yo creo que la decisión fue acertada: las consecuencias deportivas de suspender la última ronda cuando varias medallas estaban aún en juego hubieran sido muy graves. Hace 20 años quizá no, pero hoy la muy probable consulta con amigos inhumanos durante la interrupción hubiera desvirtuado por completo los resultados en la reanudación. Por desgracia, sólo los médicos podían salvar a Meier, por mucho que nosotros quisiéramos hacer algo por ayudarlo, y no fue posible. No tuve el gusto de conocerlo, pero estoy convencido de que a él le hubiera parecido muy mal que las partidas se dieran por terminadas en ese momento. Ahora que lo pienso, la probabilidad de que uno entre 1.500 jugadores muera ante el tablero no es tan pequeña, sobre todo entre los de edad avanzada.

La muerte forma parte indisoluble de la vida. Por eso, la enorme tristeza que produjo la de Meier en todos los que estábamos cerca cuando expiró era compatible con la enorme alegría de los chinos en la sala de prensa (y luego en la clausura) tras su primera medalla de oro. Con una roca en el primer tablero, Yué Wang (4 de 9, ocho tablas y una derrota; nacido en 1987), y un tipo durísimo en el cuarto, Huá Ni (6,5 de 9, invicto; 1983), los dos de en medio son verdaderos monstruos jóvenes, Liren Ding (7,5 de 10, invicto; 1992) y Yangyi Yu (9,5 de 11, invicto; 1994). Y aún nos queda su suplente de oro, Yi Wei, ¡¡de 15 años!!, 4 de 5, invicto. Más de 100.000 niños chinos pasan la criba cada año de los torneos locales y juegan otros más fuertes, observados muy de cerca por los captadores de talentos de la Federación China. Cuando descubren uno, ofrecen a su familia el traslado a Pekín para un entrenamiento intensivo y buenas condiciones de vida. Primero, en los años ochenta, dieron prioridad a las mujeres, y se convirtieron en la primera potencia mundial en los noventa. Y ahora llevan el mismo camino con los hombres.

Yue Wang

Ni Hua

Había mucha más gente muy alegre ayer, sobre todo entre las mujeres. La retirada Judit Polgar, que pudo despedirse de la competición desde un podio y con la medalla de plata de Hungría.

Judit Polgar

Otra gran dama del ajedrez, la sueca y medio española Pía Cramling, ¡10 de 11 en el primer tablero a los 51 años! La pizpireta Ana Matnadze, plata individual en el tercero (7,5 de 10), de quien esta misma tarde publicaré un perfil en El País, donde su hazaña ha quedado eclipsada por la muerte de Meier. Y, cómo no, el equipo femenino ruso, con el oro en sus manos tras los escándalos y presiones extradeportivas que sufrieron.

Leontxo con Ana Matnadze (Publicaremos el vídeo más adelante)

Las españolas (decimoterceras; me equivoqué ayer en la apresurada crónica para El País cuando dije que eran undécimas, su puesto de salida) se van frustradas porque han estado muy cerca de un éxito histórico, incluso de una medalla. Pero Sabrina Vega (6,5 de 11), Olga Alexándrova (6,5 de 10), Ana Matnadze (7,5 de 10) y Amalia Aranaz (7,5 de 10) han rendido por encima de lo esperado. Y sería injusto exigir más a Yudania Hernández, quien se enteró de que tenía que venir muy pocos días antes, sin preparación adecuada. Quedará siempre la pregunta en el aire de lo que hubiera ocurrido con Irene Nicolás en el equipo; confiemos en que su ausencia sea pasajera, y regrese a la arena con energía y pasión renovadas.

Los españoles también merecen una nota positiva. Magnifico Paco Vallejo (8 de 11 y un rendimiento de 2.784 puntos Elo) en un durísimo primer tablero, y correctos los otros cuatro, con un buen equilibrio entre la veteranía de Miguel Illescas y Renier Vázquez, por un lado, y la juventud de David Antón e Iván Salgado, por el otro. Además, me consta que tanto Jordi Magem como David Martínez, los dos capitanes, han hecho muy bien su delicado trabajo de entrenador-psicólogo-amigo-capitán.

Paco Vallejo

El otro foco de atención estuvo, más que en ocasiones anteriores, en las elecciones de la FIDE. Mi pesimista opinión sobre el futuro tras la reelección de Kirsán Iliumyínov ya quedó muy clara en capítulos anteriores de este diario. Falta por saber lo que hará Gari Kaspárov ahora. Pero tengo muy claro que una condición imprescindible para que la FIDE mejore es que muchos ajedrecistas se involucren en cada país para luchar por federaciones no corruptas y eficaces. Mientras tanto, lo mejor del ajedrez se hará fuera de la FIDE, no adentro.

Permítame el lector que dedique un párrafo a aclarar todas las infamias y falsedades que se han dicho sobre mí en diversos foros por haber tomado una postura clara desde noviembre de 2013: para mí, Kaspárov hubiera sido mejor presidente, o al menos merecía una oportunidad de equivocarse tras 19 años de corrupción e ineficacia en grandes cantidades. Cuando un corresponsal de guerra ve a un bando que masacra y otro que es masacrado, no debe ser neutral. Y yo tampoco puedo serlo cuando veo que el enorme potencial del ajedrez para lograr grandes patrocinadores y convertirse en una herramienta educativa muy útil es dilapidado por directivos que, en más de un caso, llevan ahí tres decenios. Nunca he querido formar parte del equipo de Kaspárov. Si lo hubiera hecho, lo habría anunciado públicamente, y mi actividad como periodista independiente habría quedado suspendida durante el periodo electoral. No soy tan idiota como para poner en juego mi prestigio acumulado durante 31 años de profesión, engañando a mis lectores y escuchantes. Me he limitado a decir en todo momento lo que pensaba, por muchos problemas que ello me pudiera acarrear, y que probablemente seguiré sufriendo, porque así duermo muy tranquilo.

Leontxo García

Me gustaron ayer las palabras de despedida del alcalde de Tromso: “Nunca olvidaré mis visitas a la sala de juego. En un absoluto silencio, se podía ver el pensamiento de una multitud de personas inteligentes”.

Jens Johan Hjort, alcalde de Tromsø

Sí, a pesar de las bajezas de algunos directivos de la FIDE y de la desgracia de ayer, las Olimpiadas de Ajedrez son algo maravilloso. El árbitro iraní tiene razón: a mí también me gustaría morir en una de ellas; si es posible, dentro de muchos años.

Texto: Leontxo García

Todos los díarios de Leontxo desde Tromsø

• Diario I - "Leontxo García desde Tromsø " (02.08.2014)
• Diario II - "No hace calor, pero el ventilador va a tope" (02.08.2014)
• Diario III - "Enfados de diversa índole" (03.08.2014)
• Diario IV - "Los rescoldos de la URSS ya queman menos" (05.08.2014)
• Diario V - "Si Jomeini levantase la cabeza" (06.08.2014)
• Diario VI - La FIDE ve, ¡por fin!, lo obvio (07.08.2014)
• Diario VII - ¿A quién debe votar España y por qué? (08.08.2014)
• Diario VIII - Hermosuras y porquerías por doquier (09.08.2014)
• Diario IX - veinte años no es nada… en la FIDE (11.08.2014)
• Diario X - El teatro de las vanidades y de los chanchullos (12.08.2014)
• Diario XI - Errores que me encantaría cometer (12.08.2014)
• Diario XII - Historias de mujeres y más de la FIDE (13.08.2014)
• Diario XIII - Yo también quiero morir así (15.08.2014)

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