A falta de uno, son varios los motivos por los que conviene empezar por el
final:
a) Los finales conllevan un aprendizaje de técnicas elementales con
las que llegar a materializar la ventaja lograda durante la partida. Si memorizar
variantes de apertura no garantiza ningún éxito inmediato, el
tener un control de las técnicas para dar mates simples o de acorralamiento
del rey sí garantizan dividendos, bien sea en la culminación de
partidas con ventaja propia o bien en saber como ponerle las cosas difíciles
a los rivales con menos conocimientos técnicos, lo que nos puede salvar
medio punto en el peor de los casos.
b) El estudio y análisis de las posiciones de finales, aunque tienen
unos principios específicos distintos de los de las fases de apertura
y mediojuego, permiten una profundización en la concepción del
juego. Es como trabajar en un laboratorio de ajedrez. Es estudiar ajedrez en
condiciones científicas. ¿Y para que sirven esos conocimientos
"teóricos"? Pues para poder tomar decisiones adecuadas en la
práctica. Cuanto más se profundice en el conocimiento de los finales,
tanto más fácil será tomar decisiones en el mediojuego
tanto de cara a alcanzar situaciones favorables como para poner remedio a las
que no nos sean propicias antes de que sea demasiado tarde. El conocimiento
de los finales ayuda a entender mejor la interacción entre las piezas
y a ver su oculto potencial.
c) ¿Conocen ustedes eso pasatiempos de laberintos en los que, por ejemplo,
hay que enseñarle a un tierno ratón el camino para alcanzar un
sabroso pedazo de queso? Pues suelen ser otro ejemplo claro de que a veces conviene
empezar por el final. ¿Es trampa? ¿Acaso no se le podía
prestar ayuda al ratón desde el satélite de nuestros ojos, con
una visión global del problema? Durante los estudios de los finales y
composiciones muchas veces podemos descomponer el objetivo final de la victoria
o las tablas en partes o fases. Por ejemplo, bloquear los peones de un ala,
para luego crear un peón pasado en la otra y tratar de coronarlo. Con
el estudio de los finales se desarrolla y agudiza uno de los sentidos más
difíciles de adquirir: el de la estrategia y su planificación.
d) Todos sabemos que los posibles resultados de una partida de ajedrez son
tres. Pero el conocer el desenlace no le resta un ápice de emoción
a cómo se escriba la historia sobre el tablero hasta que el resultado
se escriba en la planilla. Incluso a veces el resultado es lo de menos y al
estudiar los finales se logra un disfrute estético en un mundo del pensamiento
formal, aparentemente sometido a unas estrictas reglas.
Se suele dar la siguiente paradoja: si estudia aperturas, puede que tarde bastante
en lleguar a jugar un final. Si estudia finales, no pasará mucho tiempo
hasta que esté disputándolos como parte de sus partidas.
¡Y no es algo tan complicado como parece! Bueno, llegar a ser un Zidanne
de los finales de torres le llevará su tiempo, pero en menos de lo que
cree podrá empezar a hacer algunos malabarismos.
¿Por dónde empezar? Pues en nuestra tienda en línea tenemos
una completa
gama de CDs con esa temática, que puede ver y adquirir aquí.
Además, con el objeto de hacer más fuertes a los módulos
de ajedrez en la última fase de la partida, disponemos también
de las
bases de datos de finales (también conocidas como Tablebases o tablas
de Nalimov) en una colección de 5 DVDs. Usando esas bases de datos podrá
jugar y analizar a la perfección todos los finales hasta con 6 piezas.
Les ofrecemos unas detalladas
explicaciones en castellano sobre qué son y cómo usarlas.
¡Sabiendo el final, no perderá un ápice de emoción
su partida de ajedrez, sino todo lo contrario!