¿Quién puede batir su récord?

por ChessBase
25/01/2003 – Es éste el hombre que tuvo la idea de hacer un programa de ajedrez para niños y hace tiempo que conserva la marca de “comer” piezas de ajedrez. Se llama Björn Lengwenus, tiene 30 años, vive en Hamburgo, es profesor de enseñanza primaria y ahora nos reta a todos a batir su récord en el juego de comer piezas de “El pequeño Fritz”. En la entrevista siguiente nos comenta cómo ha ido todo durante el desarrollo del programa, cómo se aprende a jugar el juego de reyes y nos presenta algunos juegos nuevos, como, p. e., el “desguace de retretes”. El pequeño Fritz: ideal para iniciarse en el mundo mágico de las 64 casillas. Lo tiene en la tienda española de ChessBase.Entrevista completa en castellano

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Björn Lengwenus sobre el nacimiento de El pequeño Fritz



El nuevo programa de ajedrez para niños El pequeño Fritz fascina a niños y adultos por igual.

La preparación de este proyecto nació de una cooperación de la editorial Terzio y ChessBase y el desarrollo del producto tardó casi dos años. Ofrecemos aquí una entrevista con Björn Lengwenus, el hombre que se encargó del desarrollo del concepto didáctico de forma fundamental, junto con Jörg Hilbert. Es profesor de primera y segunda etapa de enseñanza primaria en un colegio de Barmbek (un barrio de Hamburgo) y simplemente le divierte mucho hacer que los niños se entusiasmen con el mundo aventurero del ajedrez. Además, le gusta comer. Bueno, digamos que sobre todo le gusta comer piezas de ajedrez. Por eso, nos reta a todos a batir su mejor puntuación en el juego de comer piezas de El pequeño Fritz.

ChessBase (CB) : Por favor, cuéntanos algo sobre ti mismo brevemente. ¿Cuánto tiempo llevas jugando al ajedrez y cómo aprendiste? ¿Juega un papel importante en tu vida?

Björn Lengwenus (BL) : Tengo 30 años y estoy en la escena hamburguesa del ajedrez desde el año 1982. Aprendí a jugar en mi viejo colegio Gymnasium Uhlenhorst-Barmbek. Bueno, la forma de mover las piezas ya me la había enseñado mi padre, pero el resto lo aprendí en el grupo de ajedrez del colegio. Muy pronto, cuando cumplí 13 años (en 1985) ya me hice monitor y tenía mi propio grupo de entrenamiento. Desde el mes de agosto 2002 soy profesor de segunda etapa de enseñanza primaria en la escuela secundaria Fraenkelstraße. La relación entre el ajedrez y mi profesión actual es recíproca. Me hice maestro porque dando clases de ajedrez me di cuenta de que me gustaba mucho enseñar. Y al enseñar me di cuenta de lo importante que era el ajedrez ,porque me ha mostrado la variedad de posibilidades pedagógicas que ofrece el deporte. He enseñado a jugar al ajedrez a muchísimas personas muy diferentes: a niños muy pequeños (de edad de enseñanza infantil), a alumnos de Primaria, a jugadores que lo ven como afición, a jugadores de la Bundesliga Juvenil, a equipos de chicas, a equipos de veteranos, a ciegos, a minusválidos mentales y hace poco hasta estuve dando clases para principiantes en Playchess.com. Y siempre suele pasar lo mismo: el juego fascina, agita, emociona. Es una sensación increíble el lograr resolver un problema de ajedrez o el ganar una partida. Soy el presidente del club de ajedrez SC Schachelschweine. Lo fundé en 1990 con unos amigos porque éramos de la opinión de que el ajedrez se solía ver demasiado como un “deporte de competición” y no como oportunidad pedagógica. Nuestro club ahora sirve de modelo para el trabajo con jóvenes en general y para nosotros es algo parecido a una familia. Yo mismo me siento como en mi casa en el club y es allí donde nacen las ideas para ver el ajedrez desde un punto de vista diferente. Bueno, casi se puede decir que allí se encuentran las raíces de El pequeño Fritz. Ah, y lo que interesará a los ajedrecistas: mi Elo alemán es 1964.

CB: ¿Cuáles son los problemas que suelen aparecer cuando uno se pone a enseñar a jugar al ajedrez a los niños?

BL: ¿Problemas? Pues yo no veo ninguno. El ajedrez electriza y los niños están deseando aprenderlo. Cuando pasamos por las clases y preguntamos quién quiere jugar al ajedrez en nuestro club, normalmente todos los niños suelen levantar la mano. Casi siempre empiezo la primera clase con la pregunta siguiente: “¿Quién sabe ya jugar?". Luego les muestro el tablero y pregunto: "¿Qué es esto?" Y cuando contestan que es un tablero de ajedrez les comento que entonces ya saben a medias cómo se juega al ajedrez y se suelen alegrar mucho. Creo que siempre es el mismo problema: nos gusta conocer cosas nuevas pero, el aprender nos cuesta trabajo porque hay que hacer un esfuerzo. Siempre intento ir al grano, a la diversión, al estímulo cuanto antes. Entonces sí que hace gracia aprender. Una vez que a uno le gusta aprender ya casi da lo mismo cuál es el método. A mi me encantan los ejemplos plásticos y los juegos de palabras graciosos. Con el tiempo he acumulado bastantes lecciones de aprendizaje y muchas de ellas se pueden encontrar en El pequeño Fritz.

CB: ¿Cómo se te ocurrieron unos juegos tan originales como, p. e., "El Desguace de Retretes"?

BL: Bueno, nuestro equipo fue extraordinariamente creativo y las reuniones salieron muy fructíferas. El juego de la torre de Tacaña Punyo Cerrado (Es una variante del juego del comecocos) era una idea mía muy antigua y la presenté en la primera reunión. Mirándolo bien, este juego fue el botón de muestra para todos los demás juegos que hay en El pequeño Fritz. Con la ayuda de este ejemplo los demás colaboradores del proyecto se podían imaginar qué quería decir con "Aprender sin explicar las reglas.” Inventé muchos juegos de esta manera y luego los modificamos todos juntos. El juego de romper los retretes primero había sido un juego de ”tirar a globos”. Nos reíamos mucho y siempre teníamos muchas ideas buenas. Lo más difícil fue inventar un juego para presentar a los peones, porque su manera andar es bastante compleja. Al principio queríamos usar una cinta transportadora en la que un peón podía ir hacia adelante y cambiar de cinta cuando tropezase con algún obstáculo / otro peón viniendo en dirección contraria. Pero resultó que fue irrealizable. Luego se me ocurrió el tema de Peonilandia y con los acentos regionales se convirtió en uno de los juegos favoritos.

CB: El pequeño Fritz contiene unas ideas completamente nuevas como, p. e., el automático de ajedrez. ¿Es esa una razón por la que el programa también resulta tan interesante para los ajedrecistas más experimentados?

BL: Sí, estoy convencido de que El pequeño Fritz también es un programa muy interesante para los ajedrecistas avanzados. Yo mismo soy un adicto al juego de “comer piezas” y he subido mi mejor puntuación a 71 practicando. Lo que pasa es que el programa es muy compacto y ofrece diversión y éxito educativo a muchos niveles diferentes. Realmente habrá poca gente que pueda vencer a Leo Listo en el nivel más alto.

CB: Este juego es algo completamente nuevo en el mercado. ¿Por qué crees que no han existido este tipo de programas mucho antes?

BL: Porque es muy difícil desarrollar un programa como este y hay muchos riesgos. Quizás incluso puede que sólo haya sido posible crearlo con el equipo que formamos. Hubo muchos componentes que influyeron positivamente en el producto. Hace muchos años que tenía la idea de hacer un programa de ajedrez para niños, un "FRITZ for KIDS" y le estaba dando la lata con ello a Rainer Woisin de ChessBase. Bueno, tal proyecto siempre es un riesgo bastante grande y es muy caro. Date cuenta que hemos trabajado en este proyecto casi 2 años. Creo que el éxito que está teniendo surge de la extraordinaria compenetración del equipo que desarrolló el proyecto. ChessBase ha contado con la editorial Terzio con una socia muy renombrada en el mundo de los programas informáticos para niños y la dirección del proyecto ha sido absolutamente profesional por parte de todos. Contamos con Jörg Hilbert, pintor y poeta maravilloso de literatura infantil, y trabajamos con WP Mediendesign, un equipo de primera para realizar la programación y para llevar a cabo la parte técnica. Bueno, y yo había recolectado durante muchos años mis ideas para incorporarlas en el programa. Así fue como, con el tiempo, el proyecto fue calando hondo en el corazón del equipo encargado de desarrollarlo, incluso entre los que no eran aficionados al ajedrez.

CB: ¿Qué posibilidades ves a El pequeño Fritz de convertirse en un programa de enseñanza, aparte del uso individual en casa?

BL: Esta pregunta me asusta un poco, pues sería una invención cruel si el resultado fuese que a partir de ahora los niños van a aprender a jugar al ajedrez solamente por medio del ordenador. El pequeño Fritz es un producto estupendo y hace mucha gracia jugar con él pero, sin embargo, durante el desarrollo del mismo siempre nos hemos dado cuenta de las limitaciones y de las desventajas del ordenador comparado con un entrenador de carne y hueso. Un entrenador puede explicar situaciones detenidamente y puede tratar los problemas de una manera mucho más interactiva, intensiva y personalizada de lo que puede hacer un ordenador. Naturalmente El pequeño Fritz cubre muchos campos, pero no puede y no quiere sustituir completamente a un entrenador humano. Más bien se trata de un estímulo para que más niños entren en los clubes de ajedrez, reten al papá después de la cena, se reúnan con amigos para jugar y, quizás también, para enfrentarse con el Rey Negro todos juntos. El ajedrez vive de la comunicación y yo todavía prefiero enfrentarme a seres humanos en vez de jugar contra una máquina. Bueno, sin embargo, me encanta echar alguna partida de blitz en el servidor Playchess.com de vez en cuando. Pero seamos honrados: un ser humano se enfada o se alegra de manera auténtica. Los comentarios del ordenador son limitados, aunque anden por los 200, como en el caso de El pequeño Fritz.

La entrevista con Björn Lengwenus fue realizada por Timo Klaustermeyer
(Traducción: Nadja Woisin)

Björn Lengwenus: listo con la entrevista...


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