ChessBase 16 - Mega package Edition 2022
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De esos tiempos del cine mudo, y como ya hemos recordado en otro trabajo previo, sabemos que en octubre de 1899 se estrena en Inglaterra la que se cree constituye la primera película en la que el juego ingresa en pantalla. Será A game of chess and kisses, con la producción de Gas Films, bajo la dirección de un pionero del cine local, George Albert Smith (1864-1959) el cual lamentablemente se haya perdido.
Sin embargo, a poco de registrar el título de marras, podemos imaginar, sin temor a equivocarnos, que esa cinta adscribe a una de las principales metáforas con la que se siempre se asoció al juego: la amorosa o sentimental.
La otra parábola que siempre ha sido consustancial al ajedrez es la que remite al conflicto, al ser el juego intrínsecamente un simulacro de batalla y ser los jugadores quienes protagonicen una lucha efectiva entre dos mentes que pugnan por prevalecer.
A esta segunda taxonomía pertenece el primer trabajo que tiene como eje al pasatiempo que ha llegado a nuestros días: se trata de A Chess Dispute, un cortometraje de apenas algo más de un minuto de duración, que en 1903 se estrenó asimismo en Inglaterra, dirigida por Robert W. Paul (1869-1943), un cortometraje en el que se plantea que la disputa sobre el tablero decanta en otra más física que se desarrolla fuera (en rigor por debajo) de él.
De estas dos posibilidades, en la era del cine mudo, la que se recorrió con mayor ahínco, en cuanto a la presencia del ajedrez, fue sin duda la que apela a la sensibilidad amorosa. Muchos de los filmes del periodo, de diversos orígenes nacionales y de variadas características en cuanto a tamaño (corto, medio o largometraje); factura técnica (del blanco y negro absoluto del principio, al posible uso del technicolor de 1916); o lenguaje fílmico (realista, de animación, mixto), abrevaron en esa fuente.
Es interesante que en este caso, la parábola respectiva puede darse como espacio de seducción directa entre los protagonistas (incluida la posibilidad de engaño a algunos de los cónyuges), o mostrando una partida entre un caballero y el padre de su amada (pudiéndose dejar ganar el enamorado para congraciarse con el potencial suegro) o, incluso, como juego entre los progenitores varones de distintas familias que deben decidir si aceptan (o no) el compromiso de los jóvenes. También está el caso en que un encuentro ajedrecístico tiene a ambos lados del tablero a personas que, al entrar en querellas deportivas, pueden comprometer enlaces ya acordados entre los respectivos hijos de quienes mueven las piezas blancas y negras.
Las películas que se adscriben a esta categoría que marca su vínculo con el amor, son las siguientes (se indica el director o la empresa productora en cada caso):
Partie d’échecs, de Francia, Pathé Frères (1908)
A game of chess, de EE. UU., Siegmund Lubin (1909)
The assigned servant, de Australia, John Gavin (1911)
Mated by chess, de EE. UU., Société des Etablissements L. Gaumont (1911)
His Stubborn Way, de EE. UU., Siegmund Lubin (1911)
A game of chess, de EE. UU., Majestic Film Company (1912)
The old chess-players, de EE.UU., Siegmund Lubin (1912)
Een partij schaak de los Países Bajos, Louis Chrispijn (1914)
The Assigned Servant 1911 | Foto: Ajedrez Latitud Sur
Emparentado con esta temática que tiene como epicentro el amor de pareja, está Wishing ring: An Idyll of Old England, un film dirigido por el francés Maurice Tourneur (1876-1961), que se estrena en 1914 en los EE. UU., en el que hay un matiz en la cuestión. Se trata de una dama que, para afianzar los vínculos con su novio, quiere reconciliar a este con su padre, que es un conde, al que ella visita, jugando regularmente al ajedrez, para eliminar asperezas en esa conflictiva relación entre padre e hijo y, además, a fin de distraerlo de la enfermedad de la gota que lo aquejaba a su rival frente al tablero.
Wishing Ring, EE. UU., 1914 | Foto: Ajedrez Latitud Sur
Como se aprecia de la enumeración anterior, existen filmes de tres continentes (América, Europa y Oceanía), algunos con títulos muy parecidos (incluso idénticos) en los que se menciona al ajedrez, o donde este hace acto de presencia, evidenciando la relevancia del juego desde el punto de vista de la narración.
Por supuesto, esta temática del uso del ajedrez en tanto metáfora del amor, o relacionando a personajes que se desean en torno a un tablero, y aquella fundacional que aludía a la disputa entre los jugadores, no serán las únicas que aparezcan como posibles en un cine mudo que tendrá tres décadas largas de amplia y creciente vigencia.
Buscando líneas argumentales alternativas, primero hay que decir que el ajedrez habría aparecido, aunque no hay testimonio expreso de ello al no haberse conservado el respectivo material, en el género documental por vez primera, lo que habría ocurrido cuando, en los EE. UU., se presenta el 18 de abril de 1906 Game of Chess, del que sólo se sabe que fue producido por The Winthrop Press, una compañía que estuvo activa desde ese mismo año.
La empresa francesa Pathé, instalada con su filial norteamericana, será más claramente, dentro de la misma modalidad, la responsable en 1915 de un trabajo filmado en el Manhattan Chess Club, cubriendo el torneo de maestros disputado en Nueva York, el que fue ganado por el cubano José Raúl Capablanca, el futuro campeón del mundo, delante del local Frank Marshall.
En ese orden, en muchos cines de los EE. UU. se proyectó el cortometraje de marras, con imágenes que en rigor corresponden a una recreación en estudios de lo acontecido el 17 de abril en la primera ronda de la competencia, viéndose a los participantes posar ante las cámaras dirigidas por Raymond J. Brown (sin datos de filiación), quien era editor de Pathé News.
Torneo de Nueva York, 1915 | Foto: Ajedrez Latitud Sur
Una cuarta posibilidad metafórica reside en reflejar otro clásico argumento: el de la abstracción del juego. El ajedrez no admite distracciones de ningún tipo, lo que se muestra en Et Parti Skak, estrenada en Dinamarca en noviembre de 1908, en la que los concentrados jugadores no advierten… ¡ni un robo ni un incendio!. Este film se proyecta en los EE. UU. al año siguiente con el clásico nombre A game of chess.
Esta idea de alguna manera se repite en una escena en la que se aprecia a un joven que se acerca a su padre, que estaba sumido en una partida, para comentarle sobre una propuesta de trabajo, la que forma parte de la producción norteamericana de 1908 titulada After Many Years, una realización de uno de los más reconocidos directores de la época, D. W. (David Wark) Griffith (1875-1948).
Siempre en los EE. UU., en 1909, el polaco de origen Siegmund Lubin (1851-1923), presenta The Yiddisher Boy, cinta en la cual los concentrados jugadores son observados por un numeroso contingente de personas (algunos de los cuales, menos atentos al juego, dedican su mirada a la atrayente cámara.
The Yiddisher Boy, EE. UU., 1909 | Foto: Ajedrez Latitud Sur
Aún más clara es esa idea de que el ajedrez comporta una actividad absorbente, se verifica en el film británico de 1911, llamado precisamente An absorbing game, dirigido por Lewin Fitzhamon (1869-1961). Un hecho trágico ulterior se vincula con esta obra: su productor Cecil Milton Hepworth (1874-1953), acuciado por graves problemas financieros, en 1924 destruirá varias películas, entre ellas esta, para conseguir algún dinero vendiendo el nitrato de plata que contenían los respectivos rollos.
Volviendo al mentado Griffith, hay que recordar que fue el responsable de la controvertida The Birth of a Nation (El nacimiento de una Nación) y de la épica Intolerance (Intolerancia). Su intervención en After Many Years marca otra cuestión importante que representa una quinta categoría: la que asocia al ajedrez con grandes producciones, consagrados directores y/o con la presencia de artistas reconocidos.
D. W. Griffith | Foto: Ajedrez Latitud Sur
Este vínculo entre ajedrecistas y estrellas de dentro o fuera de las pantallas, tiene un valor adicional: su popularidad y relevancia hacía que los filmes en los que participaban tuvieran usualmente una mayor difusión comercial y, por eso, los ojos de los espectadores también alcanzaban en su mirada a un juego milenario que no era ignorado por las producciones cinematográficas.
En la próxima entrega, entonces, continuaremos el análisis de la presencia del ajedrez en el cine mudo refiriéndonos a personalidades importantes que tuvieron al juego en forma muy próxima en sus respectivos trabajos fílmicos.
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