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Domingo, 4 de noviembre de 2012
Por Luís Fernández Siles
El lenguaje es el medio de expresión del pensamiento. Cada país tiene su propio lenguaje, pero cada uno de ellos tiene sus propios matices. Unos idiomas son más ricos que otros, esto no es un secreto. Algunos nos permiten expresar algunos conceptos con mayor precisión o con mayor rapidez.
En ajedrez tenemos nuestro propio lenguaje. No se trata de un simple argot específico, como pueden tener otras actividades, sino una expresión exacta de lo que ocurre en el tablero. Algo parecido al lenguaje matemático. Su exactitud, su rotundidad, nos debe invitar a manejarlo con perfección. Por supuesto esto debe tratar de conseguirse desde los primeros pasos en el aprendizaje del juego.
En mis primeros años aprendiendo y practicando el ajedrez, el sistema descriptivo era el habitual en libros y revistas. Todo el mundo usaba la fórmula P4R en lugar de expresarse con e4. Más tarde el algebraico tomó importancia, hasta convertirse en el sistema de anotación oficial en ajedrez. Pero no nos equivoquemos: el algebraico (igual que el descriptivo) es algo más que un sistema de anotación. Es un auténtico lenguaje, es decir, un medio de expresión, de la misma manera que un idioma no es solamente un sistema de escritura.
En psicología se ha trabajado y profundizado enormemente en la estrecha relación entre el lenguaje y el pensamiento. No solamente se ha estudiado la influencia del lenguaje en nuestras emociones y en la toma de decisiones, sino que se ha demostrado que un manejo amplio y correcto del lenguaje puede ayudarnos a aprender, es decir, no solamente podremos expresarnos mejor, sino que podremos entender y recordar con mayor exactitud. Supongo que ya se esboza el camino en el que me quiero adentrar.
He comprobado en mis sesiones de entrenamiento como muchos de mis alumnos, a la hora de expresar las variantes que calculan usan un lenguaje poco técnico. En muchas ocasiones les pido que calculen en voz alta, no solamente para poder acercarme a sus razonamientos y procesos mentales, sino porque me interesa su manera de expresarlos. Resulta curioso ver como incluso jugadores con cierto nivel y bastante experiencia recurren al algebraico con poca habilidad. Algunos ni siquiera lo usan y me comentan las variantes con expresiones del tipo “Avanzo con el peón, él mueve hacia atrás su rey, le doy jaque con el alfil y entonces él se cubre con el caballo…”. Algo que se expresa con más rapidez y exactitud mediante la variante en algebraico, por ejemplo: “22.e6 Re8 23.Ab5+ Cd7”. Otros mezclan algebraico, descriptivo y palabras sueltas en variantes expresadas de la siguiente manera: “e6, R1R, alfil jaque, mueve el caballo…” Por supuesto les insisto para que usen el “lenguaje ajedrecístico”, con la seguridad de que eso les ayudará a calcular mejor.
Los ajedrecistas con mayor dominio del algebraico son los que suelen participar en torneos en los que es obligatorio anotar la partida (ritmos lentos de competición). También los que acostumbran a reproducir partidas de libros o revistas en su propio tablero. Hoy en día estamos demasiado acostumbrados a reproducir partidas con programas de ordenador o visores de partidas on-line y hay jugadores que sólo las reproducen de ese modo, lo que supone que no estén bastante familiarizados con el sistema algebraico. La cuestión en la que quiero insistir es que el algebraico no es sólo un sistema de anotación. Para un principiante la casilla g6 no significa nada especial, solamente son unas coordenadas que nos llevan a una casilla. Sin embargo para un jugador experto la casilla g6 es algo más. Es el lugar donde avanza un peón negro para poder realizar un fianchetto, es el lugar al que se retira un alfil cuando es expulsado de h5, es el lugar donde las negras sitúan una torre que han pasado a través de la sexta fila para atacar el enroque enemigo…Cada casilla tiene su nombre, cada jugada su expresión correspondiente, pero todas ellas deben tener su identidad propia, tal vez diferente para cada jugador, dependiendo de su nivel y su experiencia, pero única en cualquier caso. Seguro que la palabra ritmo no tiene el mismo sentido para un músico, para un deportista o para un actor. Tal vez la percepción del ritmo sea diferente para un músico de Jazz que para uno de música clásica. Pero para cada uno de ellos el concepto de ritmo es fundamental en su aprendizaje y su expresión.
Familiarizar al alumno con el algebraico desde sus comienzos significa ayudarle a que tome una comprensión amplia del elemento en el que se desarrolla la partida: el tablero. Por supuesto deberá adquirir una adecuada visión global del mismo, pero también una visión pormenorizada, sabiendo identificar zonas aisladas del mismo. La casilla es la más pequeña de estas zonas aisladas, pero el jugador necesita tener otras referencias, como filas, columnas, diagonales, centro, flanco de rey, flanco de dama, etc.
Como mencionaba anteriormente una de las ventajas que nos ofrece un buen manejo del algebraico es la ayuda que nos ofrece en el cálculo. En realidad no necesitamos realizar una expresión verbal de las jugadas cuando calculamos. En muchos casos las jugadas avanzan en nuestra mente, como ideas, sin su expresión lingüística, por lo menos a un nivel consciente. Pero he comprobado con mi propia experiencia y con diferentes ejercicios con mis alumnos que resulta conveniente repasar las variantes más complicadas de manera verbal, mediante el sistema algebraico (nada de“peón arriba y luego salto con el caballo amenazando al alfil que está en la esquina”). El hecho de ir nombrando las jugadas mentalmente nos ayuda a no perdernos en ciertos momentos del cálculo.Por ejemplo, supongamos que estoy calculando una variante en un final en el que cada rey avanza hasta un punto en concreto. La variante es larga y en un momento dado me pierdo y ya no recuerdo donde estaba mi rey en la última jugada. Si la verbalización de las jugadas ha sido: “…su rey avanza, el mío también, el suyo vuelve a avanzar, el mío también…” en el momento en el que me pierdo en la variante y me pregunto “¿dónde estaba mi rey tras mi última jugada?” no encuentro una referencia verbal cercana en mi pensamiento que me responda a esta pregunta (de poco me sirve “mi rey avanza”). Sin embargo, si he repasado la variante usando el algebraico para expresarme (mentalmente) y la variante en cuestión ha sido“…1.Re2 Rc7 2.Re3, Rc6…” dispongo de una referencia verbal reciente a la recurrir en caso de duda y que, incluso si no surge ninguna duda, me ayudará a seguir avanzando correctamente en el proceso de cálculo de variantes.
Otro detalle, bastante importante, por cierto: un manejo fluido del sistema algebraico nos permite anotar con rapidez durante las competiciones, con el consiguiente ahorro de tiempo. A veces me desespera observar a jugadores con poco tiempo en el reloj buscando las coordenadas de cada casilla antes de anotar sus jugadas en la planilla.
Como conclusión expongo algunos consejos que pueden ayudar a monitores y entrenadores: