Aprende y entrena ajedrez. El clásico entre los programas de enseñanza de ajedrez para niños. Pensamiento estratégico, gimnasia para el cerebro, emoción por la competición, jugar y pasarlo bien con una enorme ración de conocimientos ajedrecísticos. Esta extraordinaria y galardonada aventura de ajedrez incluye todo eso y mucho más.
Cuando vemos a un niño jugando ajedrez es fácil que asociemos tal actividad con el desarrollo de características cognitivas importantes para su vida académica y su adaptación en general; después de todo, el ajedrez goza de la muy extendida imagen popular de ser el “juego ciencia”, de consistir un desafío para la inteligencia, el raciocinio lógico y la resolución de problemas complejos. Un análisis somero sobre las tareas cognitivas que entran en juego en una partida de ajedrez parece darle sustento a dicha imagen, ya que es innegable que los procesos psicológicos de atención, concentración, análisis focal y de conjunto, cálculo, visión estratégica y espacial, imaginación y toma de decisiones, entre otros, forman parte sustancial del encuentro ajedrecístico. Sin embargo, ¿qué nivel de verificación científica hemos obtenido hasta el presente sobre este tema?
En realidad, sólo desde las últimas décadas del siglo pasado es que se han desarrollado paulatinamente estudios exigentes con un diseño experimental que contribuyen a esclarecer el panorama; antes de ellos abundaban en libros y revistas lo que en esencia eran reportes anecdóticos y análisis puramente teóricos, con alguna que otra excepción. La mayoría de estas investigaciones se han desarrollado en Europa, particularmente en Italia; le siguen los Estados Unidos y muy pocas en Latinoamérica. Al presente ya se ha desbrozado bastante el camino, aunque aún no podamos tener muchas precisiones sobre qué tipo de variables cognitivas o socioemocionales pueden ser estimuladas de manera significativa por la práctica del ajedrez en niños y jóvenes, desde qué edad y con qué clase de enfoque lúdico o de entrenamiento habrá que hacerlo, con qué frecuencia y duración de sesiones, y durante cuántos meses o periodos académicos, entre otras interrogantes por resolver.
Los estudios de meta análisis sobre investigaciones con un diseño exigente (experimental o cuasi experimental) revelan que sólo cerca del 40% han alcanzado a demostrar una influencia significativa del ajedrez sobre variables psicológicas (por ejemplo, Nicotera y Stuit, 2014; Sala y Gobet, 2016; Trinchero, 2012). Y los tamaños del efecto encontrados eran más notorios para las habilidades matemáticas, seguidas de las cognitivas y de las de lectura (g= 0.382, 0.330 y 0.248, respectivamente). Asimismo, tales análisis sugerían iniciar el contacto con el juego desde el 1er y 2do grado de primaria, un ambiente libre de presiones, motivar su práctica por su propia cuenta, y tener un mínimo de 25-30 horas de adiestramiento y ejercicio ajedrecístico para tener posibilidades de alcanzar un resultado significativo.
En esa línea, nos propusimos desarrollar como tesis doctoral en psicología (Guzmán, 2022) un primer estudio en el Perú que contribuyera a explorar las posibilidades del ajedrez como un instrumento pedagógico y para el desarrollo de habilidades cognitivas y socioemocionales con escolares de primaria. No es necesario abundar en las limitaciones de rendimiento académico que poseen nuestros estudiantes de escuela elemental y secundaria, reflejadas en las evaluaciones internacionales efectuadas regularmente, y que tornan acuciante encontrar medios, estrategias y recursos que permitan que nuestros jóvenes lleguen a estar a la altura de los crecientes desafíos que la modernidad y la globalización nos presentan desde hace décadas. Y la práctica ajedrecística es un recurso potencial que sin mayores costos y en un ambiente lúdico y de entretenimiento puede contribuir a dicho objetivo, además de gozar de una buena imagen pública como un pasatiempo que estimula el raciocinio lógico y el pensamiento crítico.
El estudio se desarrolló con una muestra de 108 estudiantes (60 varones y 48 mujeres) de cuarto grado de primaria de una institución educativa estatal de Lima Metropolitana (nivel socioeconómico C y D), con edades entre los 9 y 10 años. Para demostrar la influencia del ajedrez sobre las variables psicológicas propuestas (capacidad intelectual, comprensión numérica, comprensión de lectura y autoestima) era indispensable que la investigación sea de tipo experimental (diseño cuasi experimental, no hay asignación aleatoria de sujetos); con evaluaciones pre y post test, y con dos grupos de contraste: el grupo de control tradicional y el grupo de control activo.
Denominación |
Condición |
n |
Grupo Experimental (G1) |
Instrucción en ajedrez |
|
Grupo de Control Activo (G2) |
Instrucción en baile nacional (Marinera) |
|
Grupo de Control (G3) |
Sin instrucción adicional |
|
Total |
108 |
La inclusión de un grupo de control activo sirve para despejar la influencia de factores inespecíficos y de placebo asociados a la presencia de un instructor de ajedrez que realiza una actividad semanal con el grupo experimental, y se eligió la instrucción en el baile nacional del Perú (Marinera) para este efecto; este doble contraste en el diseño había sido recomendado en las evaluaciones de recuento de estudios previos, pero apenas si habría sido llevado a la práctica. De manera que para demostrar una influencia positiva de la práctica del ajedrez en los escolares, era menester que partiendo de una situación de igualdad entre los tres grupos (pretest), se llegasen a encontrar diferencias estadísticamente significativas en el postest en favor del grupo experimental en la comparación con los dos grupos de control.
El programa se desarrolló de forma efectiva durante 5 meses, con un total de 20 sesiones de 90 minutos de duración aproximada por cada una. Las sesiones del grupo experimental se cumplían semanalmente en la misma aula de clases y estaban a cargo de un profesor de la especialidad, haciendo uso del material apropiado: tablero mural con piezas imantadas, 15 juegos de ajedrez con tablero de madera y piezas de plástico compactas (tamaño 4), pizarra, plumones y papelería de ser el caso. Las sesiones estaban dirigidas a que los estudiantes llegaran a ser capaces de desarrollar una partida de ajedrez completa (apertura, medio juego y final) aplicando las reglas y estrategias básicas del ajedrez, y se asumía que se partía de un nivel cero de conocimiento previo. Cada sesión tenía objetivos definidos, recursos adecuados y cumplía con la metodología planificada con antelación. En simultáneo y con la misma extensión de tiempo, el grupo de Control activo llevaba sus lecciones de Marinera también con un profesor de la especialidad en el patio adyacente a su aula.
Se aplicaron cuatro pruebas psicológicas para evaluar en el pretest y en el postest las variables seleccionadas (Test de Matrices Progresivas, Escala especial; pruebas de Comprensión Numérica y de Comprensión Lectora para el Nivel Primario; y escala de Autoestima para escolares de Coopersmith); pruebas que contaban con una confiablidad y validez acreditadas en nuestro medio.
Se constató con los estadísticos apropiados la igualdad en el pretest entre los tres grupos, y en el postest se mantuvo la igualdad en tres de las cuatro variables examinadas; la excepción se dio en el caso de la Autoestima y sólo en la submuestra de varones, donde sí se verificó una influencia favorable de la práctica del ajedrez ya que el grupo Experimental superó en forma significativa en el postest a los grupos de Control (p= .011; tamaño del efecto 0.84, grande) y de Control Activo (p= .050; tamaño del efecto 0.74, medio).
Consideramos que este hallazgo contribuye a explicar parcialmente el reconocido y claro predominio de los varones sobre las mujeres en la práctica y maestría ajedrecísticas, superioridad que no deja de ser sorprendente ya que comprende habilidades netamente psicológicas en las que no tendría por qué darse semejante desbalance de género. Como se sabe, lo usual es que en las contiendas ajedrecísticas exista un grupo femenino y otro masculino o “absoluto” (puede incluir a las mujeres que acepten competir contra ellos), ya que de lo contrario las mujeres quedarían casi con seguridad relegadas finalmente a puestos inferiores; naturalmente que hay excepciones puntuales, pero lo afirmado se cumple de manera universal en todos los continentes. En el presente listado de la FIDE (enero de 2023) no hay ni una sola mujer entre los 100 mejores jugadores del mundo.
Se han postulado diversas hipótesis para explicar este tema que es de sumo interés para la psicología diferencial, habiéndose señalado diferencias en agresividad, iniciativa, orientación espacial y temporal, habilidad numérica, perseverancia, emocionalidad y paciencia; siempre en perjuicio de las mujeres; y sea que tengan que ver más con la genética o con el ambiente. Hasta el presente no se ha llegado a un consenso sobre esta interrogante, pero parece claro que el ajedrez atrae más a los varones y estos se sienten más a gusto dentro de sus dominios. Si esto es así, podría conjeturarse que la autoestima en su condición de variable reguladora, puede ser un elemento adicional dentro de la constelación de factores que, al reforzar la sensación de logro, competencia y reconocimiento, contribuye a dicho dominio masculino; es decir, los varones le otorgan más importancia al ajedrez, están más orgullosos de sus buenos resultados y motivados para su práctica (Maass, D’Ettole y Cadinu, 2008). Quedará para el futuro el reforzar, matizar o descartar esta conjetura.
Volviendo a los objetivos originales del estudio, no se pudo constatar una influencia favorable del ajedrez sobre las variables de Capacidad intelectual, Comprensión numérica y Comprensión de lectura. Consideramos que al menos hay tres factores que podrían haber afectado los resultados: (1) la sensibilidad de los instrumentos psicológicos empleados, que por sus propias características y forma de aplicación quizá no eran los más idóneos para detectar cambios positivos; (2) la limitación en la cantidad de sesiones de práctica ajedrecística (veinte) y en el tiempo efectivo de intervención (cinco meses), que apenas cumplían el rango menor de lo recomendado por investigaciones previas, ya que en los hechos es difícil en estudios de esta naturaleza poder contar con las condiciones óptimas deseables para un programa de al menos un mediano alcance; y (3), la presencia de diferentes profesoras de aula a cargo de los cuatro salones que compusieron la muestra, ya que una intervención diferencial de ellas en las materias ligadas a las matemáticas y a la lectura, bien podrían ejercer una influencia sobre las variables estudiadas, siendo este un factor difícil de evaluar y de controlar. Sobre este último punto, quizá la única manera de superar esta potencial limitación sería contar con una muestra mucho más grande, de varios grados de primaria y de diferentes colegios, que permitan por su amplitud diluir la influencia de las características personales del profesor a cargo.
Es apropiado alentar la realización de estudios adicionales de tipo experimental que mantengan en su diseño evaluaciones de entrada y de salida, y al menos dos grupos de control (pasivo y activo); y que se prolonguen de manera ininterrumpida durante un mínimo de 8 meses y completen un total de 25 a 30 sesiones de práctica, de alrededor de 90 minutos cada una. Igualmente, y en paralelo a las investigaciones con muestras amplias, podrían desarrollarse estudios en mayor profundidad con muestras pequeñas pero seleccionadas, por ejemplo de ajedrecistas de distintas categorías (noveles, aficionados y maestros); y empleando pruebas psicológicas individuales de mayor sensibilidad y especificidad, explorar áreas y procesos psicológicos de manera más honda; por ejemplo, con análisis comparativos de memoria de trabajo y de largo plazo, imaginación visual y espacial, cálculo figurativo, atención selectiva y global, raciocinio abstracto, temperamento y vida social. O centrarse en otras funciones ejecutivas: planificación, autorregulación, flexibilidad mental, inhibición y gestión del tiempo.
Finalmente, estimamos que la investigación de la influencia de la práctica ajedrecística sobre variables psicológicas y cognitivas aún está lejos de ser concluyente; en estudios rigurosos con diseños sólidos y exigentes no siempre se han verificado los supuestos de un efecto positivo, pero hay signos promisorios en la cuota de resultados favorables que ameritan la prosecución de las investigaciones. Se mantiene la promesa del ajedrez como un recurso potencial que, sin mayor costo y en un ambiente lúdico y de sano entretenimiento, puede conllevar beneficios a sus practicantes, en especial a la niñez y juventud.
¿Se acuerda de cómo aprendió a jugar al ajedrez? ¿Tal vez fue de la manera típica, clásica: con el abuelo como profe que nunca perdía la paciencia? ¿O en el club de ajedrez, en uno de esos cursillos dados por un tío algo raro pero a la vez simpático? ¿Quizá fue un autodidacto, que aprendió con la ayuda de un libro de bolsillo? Ahora ChessBase y la renombrada editorial alemana Terzio, especializada en software para niños, acaban de publicar un programa interactivo de enseñanza para aprender y entrenar ajedrez.
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