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Leontxo García (@leontxogarcia)
Entre Gari Kaspárov (Bakú, Azerbaiyán; 1963) y Magnus Carlsen (Baerum, Noruega; 1990) únicamente hay dos puntos de conexión, pero muy fuertes: infinito amor por el ajedrez y enorme potencia mental. El ruso es pasión en combate, se marca objetivos grandiosos y fue número uno durante 20 años seguidos (1985-2005) con una disciplina militar. El noruego exhibe la eficacia de una computadora, tiene los pies en el suelo, disfruta de lo simple y trabaja si le apetece.
Leontxo García: Cocodrilo con chip. ¿Acepta esa definición?
Magnus Carlsen: Sí, está bien, y supongo que sonará bien en español. Mi animal favorito es el cocodrilo, tumbado al sol mientras observa a sus presas y nadie le ataca.
Leontxo García: Pero lo del chip conlleva cierta contradicción. Usted dice que se entrena con ordenadores mucho menos de lo que se cree. Pero también admite que tiene una supercomputadora, a la que accede cada día desde su portátil.
Magnus Carlsen: Cierto, pero quienes trabajan con la supercomputadora son mis ayudantes. Es decir, yo primero analizo las ideas básicas de una posición, sin máquinas, y les doy instrucciones. Ellos me pasan después las variantes que han analizado con las máquinas, y yo entonces las estudio más a fondo. En eso me diferencio de Anand, partiendo de la base de que ahora soy mejor jugador que él. Por tanto, él, con ayuda de las computadoras, prepara variantes de apertura [primeros movimientos de una partida] que le den ventaja, jugándolas de memoria. Yo busco ideas que me permitan salirme de los caminos trillados, para evitar que él pueda lograr esa ventaja, que no le sirva lo que ha memorizado. Me conformo con lograr una posición igualada tras la apertura, y a partir de ahí empezar a presionar.
Para leer la interesantísima entrevista de Leontxo con Magnus Carlsen en "El País"...
Magnus Carlsen ha destronado al indio Viswanathan Anand tras un combate de cinco horas resuelto en tablas en la décima partida, que dejó a salvo el honor del veterano monarca, 20 años mayor, y convirtió al noruego en el vigésimo campeón mundial de ajedrez de la historia. Después de errores por ambos bandos y sobresaltos en el tablero se firmaron las tablas en 65 movimientos. A Carlsen le bastaba con un empate para conquistar el título. Un marcador de 6,5 a 3,5 puntos clausura el encuentro de Madrás (India), previsto a 12 partidas, aunque la superioridad del aspirante, que a diferencia de su adversario no cometió errores de bulto, hizo innecesaria la disputa de los dos últimos juegos.
Tras esa durísima pelea, ambos se felicitaron. "Magnus ha merecido ser el nuevo campeón y tiene todo mi respeto", proclamó Anand, y precisó: "He perdido el título por mis errores en las partidas largas, pero que quede claro que Magnus ha sabido provocarlos, y de ahí su gran mérito". El nuevo rey del tablero tampoco escatimó elogios hacia su rival: "Vishy es, sin duda, uno de los mejores de todos los tiempos, y confío en que juegue el próximo Torneo de Candidatos y siga luchando para recuperar el título".
La consecuencia de todo ello en Noruega es asombrosa: dos tercios de sus ciudadanos han seguido muy atentamente lo que ocurría en el duelo de Chennai; las audiencias de las retransmisiones en directo por televisión han quebrado las marcas históricas del fútbol, el esquí y otros deportes de invierno. La dirección del Banco Nacional de Noruega (DNB) tuvo que dar la orden de bloquear las páginas de ajedrez e Internet, porque la productividad de sus empleados había bajado considerablemente.
Para leer el artículo completo en "El País"...
Si Magnus Carlsen fuera un animal sería un cocodrilo: “Toma el sol tranquilamente hasta que avista una presa; y nadie le ataca”.
Quizá por las peculiaridades del ajedrez, que tanto atraen a los psicoanalistas, es raro que el hijo de un ajedrecista brille mucho en el mismo deporte. Y si Carlsen es una excepción se debe a la gran inteligencia y sensatez de su padre, Henrik, un jugador de club muy consciente de la genialidad de su hijo desde que tenía cinco años: “A esa edad, Magnus memorizó la superficie, población y capitales de todos los países del mundo; y poco después hizo lo mismo con los municipios de Noruega. Yo le había enseñado a jugar al ajedrez a los cuatro, pero no mostró interés, y decidí no insistir”, recuerda ahora.
El ajedrecista noruego Magnus Carlsen, de 19 años, habla sobre su ascenso al número uno del ranking mundial, su colaboración con Gary Kaspárov, sus jóvenes fans y su debilidad por la música de rap sombría.
Carlsen dice que ni quiere saber su coeficente intelectual porque se imagina que supondría una sorpresa desagradable. Además le parece que puede ser un lastre también ser demasiado inteligente y comenta que el gran maestro inglés John Nunn, por ejemplo, probablemente nunca fue campeón del mundo justamente por ser demasiado inteligente para ello.
© Der Spiegel. (Traducción de Jesús Alborés).
Para leer el artículo de Maik Grossekathöfer y Detlef Hacke en "El País ARCHIVO"...
"Mi consejo a los padres de jóvenes talentos es que no les presionen"
"Soy un poco revolucionario. No me importa llegar al medio juego sin ventaja"
"El ajedrez no puede convertirse en una obsesión. Si no, se corre el peligro de extraviarse en el universo del juego"