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Escrito por Milan Dinic | Fotos de Larry List y Milan Dinic
La ciudad de Nueva York es un universo en sí mismo: todo y nada. La ciudad más llamativa y brillante del planeta, un símbolo icónico de América, pero que carece de las reliquias históricas de sus pares globales. En este crisol de rascacielos, culturas y ambiciones ardientes y agotadas, el ajedrez prospera en sus formas más eléctricas: desde librerías y cafeterías hasta jugadores en los parques.
Durante mi visita a Nueva York a principios de este año, mientras esperaba en el control de pasaportes en el aeropuerto JFK, noté que uno de los oficiales revisaba brevemente una partida de ajedrez en su teléfono. Comenzamos a charlar, y me dijo que el ajedrez es muy popular en Nueva York y que no debía perderme visitar el Washington Square Park en Greenwich Village, donde los jugadores están todos los días.
Master Class Vol.4: José Raúl Capablanca
El ajedrecista cubano marcó un hito en su época y en todas, en una época en la que el ajedrez romántico daba sus últimos estertores, pasando al ajedrez psicológico y empezando a vislumbrarse el ajedrez científico. Para aprender, entender y apreciar.
Poco después de mi llegada, me reuní con Larry List, un curador y experto en arte relacionado con el ajedrez con quien he intercambiado correos electrónicos durante años y que ha publicado parte de su trabajo en la revista British Chess Magazine. Larry me llevó primero al MOMA, para mostrarme varias obras de arte relacionadas con el ajedrez, en particular el juego de ajedrez de plata de Man Ray y la mesa de ajedrez que creó en colaboración con el diseñador francés Jean-Michel Frank. El MOMA alberga varias obras de arte notables relacionadas con el ajedrez, incluyendo el juego de ajedrez minimalista de la Bauhaus de Josef Hartwig, el grabado "Chess Players" de Marcel Duchamp, así como el juego de ajedrez blanco de Yoko Ono. También hay obras relacionadas con el ajedrez en el Museo Guggenheim y en el Museo Metropolitano de Arte (The Met).
Juego de ajedrez de plata de Man Ray, diseñado en 1926 para el Maharajá de Indore, y su mesa de ajedrez creada en colaboración con el diseñador francés Jean-Michel Frank
Desde el MOMA, continuamos hacia Washington Square, donde personas de todos los ámbitos juegan e incluso enseñan ajedrez. Este es el "terreno de caza de los jugadores", como me dijo un amigo. Para mí, el hecho fascinante fue que este era el lugar donde Stanley Kubrick jugaba al ajedrez para costearse la vida.
En la vibrante cacofonía de los parques de Nueva York, los jugadores de ajedrez han sido durante mucho tiempo una presencia cautivadora, involucrando a los transeúntes y ofreciendo una ventana a un lado diferente de la ciudad: uno construido en las 64 casillas del tablero de ajedrez. Entre estas figuras, quizás la más conocida es Asa Hoffmann. Un jugador de ajedrez por excelencia, Hoffmann narró su notable trayectoria en el aclamado libro The Last Gamesman: My Sixty Years of Hustling Games in the Clubs, Parks, and Streets of New York. En él, Hoffmann pinta un vívido retrato del ajedrez y la vida en el bullicioso corazón de la ciudad de Nueva York.
Allí, en el parque, vi a un jugador enfrentarse a un turista que parecía conocer el tablero, para la irritación de su anfitrión. "Diez dólares por partida, cinco si es empate", escuché decir al jugador.
El Arco de Washington Square, ubicado en Greenwich Village, Nueva York
Mientras seguimos caminando por el parque, pasamos junto al Arco de Washington, que conmemora el centenario de la inauguración de George Washington en 1789 y cuya construcción fue apoyada por los masones. En 1917, después de una alegre noche de bebida, Marcel Duchamp y varios otros artistas escalaron el monumento y supuestamente declararon la "República Libre e Independiente de Washington Square", como una forma de protesta contra los poderes establecidos. Duchamp se mudó a Nueva York en 1915, marcando un período de su vida donde su enfoque se desplazó gradualmente del arte al ajedrez, una pasión que compartía con su amigo Man Ray. Vivía cerca del parque y era miembro del Marshall Chess Club.
Justo cuando estábamos a punto de salir del parque, vi otro conjunto de bancos y mesas con personas jugando ajedrez. Me senté frente a un hombre de unos 20 años que inmediatamente me ofreció darme lecciones. Después de ganarle una partida, retiró la oferta, pero aún quería pagarle. "Pero ganaste", protestó. Le confesé que era un milagro que hubiera vencido a alguien, ya que no había tocado una pieza de ajedrez en años, y le dije que, de todas formas, me había dado una valiosa lección: retomar hábitos queridos que había dejado atrás (aunque no seguí este consejo).
Jugando contra los ajedrecistas en Washington Square
No sabía mucho sobre la historia del ajedrez, excepto por Bobby Fischer, ni parecía seguir los eventos actuales del ajedrez, pero sí conocía cómo se estaba desarrollando el juego en su ciudad. "La escena del ajedrez en Nueva York es realmente vibrante. Está ganando popularidad entre los niños, y a menudo vienen con sus padres que quieren ver si su hijo tiene talento. Juego un poco y enseño, y eso me ayuda con mis estudios... El ajedrez realmente ha ganado fuerza desde el COVID y la serie The Queen’s Gambit", me dijo.
De hecho, en lugares como Bryant Park o el conocido café Chess Forum (creado en 1995 y que vende juegos de ajedrez, libros y souvenirs, además de ofrecer a las personas la oportunidad de jugar), es común ver personas de diferentes edades disfrutando del juego.
El interior del famoso café Chess Forum
Caminando por las concurridas calles llenas de cafés y bares, tuve la impresión de que el ajedrez también es "popular" entre la comunidad hipster en el Greenwich Village de Nueva York. La persona detrás del mostrador del café Chess Forum también lo confirmó. Mientras hablábamos, con las fotos de Sting y Robin Williams jugando ajedrez colgadas una cerca de la otra, noté a una pareja en sus 20 años entrar. Pagaron alrededor de cinco dólares para jugar durante una hora. Detrás de ellos, había dos jugadores experimentados que parecían personajes de las novelas de Stefan Zweig. Su partida era terrible, y su actitud hacia los extraños era aún peor. Al pasar junto a su mesa para observar el juego, me lanzaron una mirada irritada, casi enojada. Se podía notar que estaban realmente concentrados en el juego y que mi presencia los molestaba, algo que he experimentado con algunos jugadores de alto nivel en grandes eventos.
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No muy lejos de Washington Square se encuentra el mundialmente famoso Marshall Club. Fundado en 1915 por Frank J. Marshall, sigue en el mismo edificio, ocupando dos pisos mientras los otros se alquilan para ayudar a pagar los gastos, como me han contado.
La entrada al Marshall Chess Club
Durante más de un siglo, el Club ha sido el epicentro del ajedrez en los EE. UU. Desde Bobby Fischer, pasando por José Raúl Capablanca, Fabiano Caruana, Hikaru Nakamura y Magnus Carlsen, todos han visitado el Club. En cada rincón, hay fotos y recuerdos, recordando a los visitantes que este no es cualquier club, sino un santuario del legado del ajedrez estadounidense.
En junio, cuando estuve allí, el club organizó un evento especial en honor a la visita de Nona Gaprindashvili. Los discursos de bienvenida fueron dados por el CEO de FIDE, Emil Sutovsky, y Frank Brady, el autor de la mejor biografía de Bobby Fischer y un reconocido periodista de ajedrez.
El CEO de FIDE, Emil Sutovsky, dando un discurso durante una velada con Nona Gaprindashvili, organizada por el Marshall Chess Club
Más tarde, tuve el placer de hablar con Frank y su esposa Maxine, ambos periodistas y autores. Además de ser el editor fundador de Chess Life, Brady dejó su huella más allá del mundo del ajedrez, escribiendo biografías aclamadas de personas prominentes, incluyendo al director Orson Welles, el gran magnate naviero Aristóteles Onassis, y trabajando estrechamente con figuras como Ralph Ginzburg y Hugh Hefner. Y allí, sentado en un banco, discutiendo sobre ajedrez, vida e historia mientras disfrutábamos de comida georgiana, recordé qué fue lo que me atrajo al ajedrez: el placer y la oportunidad de conocer a personas extraordinarias de todos los ámbitos de la vida, creando vínculos con lugares, eventos y personas notables de la historia. "Eso no es solo ajedrez, eso también es Nueva York", me dijo un amigo cuando le conté esto.
Nueva York también es hogar de la librería de ajedrez más grande del mundo: la famosa Fred Wilson Chess Books. Su colección incluye literatura ajedrecística moderna, así como copias raras y descatalogadas de libros y revistas. Aunque no pude visitar la tienda, exploré otras librerías generales en Nueva York. En la Strand Bookstore, la librería independiente más grande de la ciudad, encontré una sección dedicada a los entusiastas del ajedrez, que ofrecía una variedad de títulos que iban desde guías para principiantes hasta estrategias avanzadas. En la mayoría de las tiendas que visité, cuando pregunté sobre la novela The Queen’s Gambit de Walter Tevis, escuché el mismo mensaje: más de tres años después de que el libro fuera adaptado a una exitosa serie de Netflix, sigue siendo un regalo popular, especialmente en Navidad.
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Esta Navidad, Nueva York añade otro capítulo a su rica historia de ajedrez cuando el Campeonato Mundial de Rápidas y Blitz llegue a la Gran Manzana. Con alrededor de 300 jugadores de alto nivel participando, incluidos el cinco veces campeón mundial Magnus Carlsen, Hikaru Nakamura, Ian Nepomniachtchi, jóvenes estrellas como Alireza Firouzja y un grupo de prodigios indios, este será el evento de ajedrez más fuerte jamás celebrado en suelo estadounidense. Durante el Campeonato Mundial Corporativo, hablé brevemente con uno de los mejores streamers de ajedrez del mundo y otra gran figura del ajedrez que ha emergido de Nueva York: Levy Rozman, nativo del Bronx, conocido como Gotham Chess. Estaba encantado de saber que el WRB llega a su ciudad, calificándolo como una gran oportunidad para el ajedrez global y un soplo de aire fresco para la escena del ajedrez en Nueva York.
Mientras hacía mis maletas para prepararme para mi vuelo a San Luis para entrevistar a Rex Sinquefield, Larry List me llamó por teléfono para hablarme de la portada de la revista New Yorker, que mostraba una imagen de las mesas de ajedrez en Washington Square Park, recordando a los lectores el papel del ajedrez en la identidad de la ciudad. La ilustración se llama "Pawns in the Park"; creada por Victoria Tentler-Krylov, representa las mesas de ajedrez en Washington Square Park, destacando "un rincón sereno de contemplación en medio del bullicio de la ciudad de Nueva York".
Aunque el ajedrez no es lo primero que un visitante notará en Nueva York, no tendrá que buscar mucho para encontrarlo. Integrado en el tejido cultural y social de la ciudad —desde los jugadores callejeros hasta los museos, desde los clubes hasta los jugadores famosos que viven o han vivido en la ciudad, pasando por las ligas de ajedrez y el entretenimiento popular en los modernos cafés y bistrós—, el ajedrez actúa como un hilo conductor. En una ciudad que prospera en la diversidad y la reinvención, el ajedrez refleja a Nueva York misma: en constante evolución pero arraigado en el arte, la comunidad y la historia.
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