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Entrevista con el amigo de Fischer y leyenda del ajedrez estadounidense William Lombardy
Era amigo de Bobby Fischer y lo entrenó hasta que llegó a Campeón del Mundo. El gran maestro estadounidense William Lombardy, que visitó Alemania este verano después de muchísimos años, ha tenido una vida ajetreada. Este neoyorquino de 75 años fue ajedrecista profesional, participó en siete olimpiadas de ajedrez representando a su país y también trabajó como sacerdote católico. Lombardy opina que hay que corregir la historia del ajedrez en algunos aspectos que se refieren a Fischer. Dagobert Kohlmeyer habló con la leyenda.
William Lombardy
¿Dónde y cuándo aprendió a jugar al ajedrez?
Tenía nueve años y vivía en el Bronx (Nueva York). Un amigo mío, que tenía un año más que yo, me enseñó los movimientos. Su hermano tenía diez años más y no le pude vencer. Esperaba que al menos le podría vencer si me enseñaba a jugar al ajedrez.
¿Logró vencer al hermano de su amigo?
No. Nunca me enfrenté con el hermano. Además mi amigo no me había enseñado del todo bien los movimientos. Me enseñó cómo mueve el caballo y las demás piezas, pero no todo era correcto. Por ejemplo, afirmaba que el caballo podía mover de maneras muy distintas. Decía que podía moverse por diagonales y columnas y que casi era tan fuerte como la dama.
Que curioso. ¿Entonces el caballo se convirtió en su pieza favorita?
Sí, durante un tiempo sí. Aprendí rápidamente a utilizar el caballo de manera más eficaz que los demás jugadores. En una colección de partidas mías hay muchos ejemplos en los que el caballo juega un papel predominante.
¿Quién descubrió su talento en Nueva York? ¿John Collins?
Ya no me acuerdo muy bien. En todo caso no fue Collins. En 1953, cuando tenía 15 años, me invitó a su casa para jugar una partida de torneo. Le vencí en 25 movimientos, aunque entonces pasaba por ser un maestro. Es un mito que Collins haya sido un entrenador de ajedrez importante. Nunca fue mi entrenador ni tampoco de Robert, Donald Byrne o Bobby Fischer, tal y como se cuenta hoy en día. Como mucho fue su mentor.
Fischer se separó de Collins pronto.
Eso es. Pero nosotros dos sí entrenábamos juntos. Bobby y yo teníamos un pacto secreto para nunca hacer pública nuestra amistad de ajedrecistas. Resultó ser una ventaja porque había un montón de gente que quería sacar provecho de sus contactos con Fischer. Desde luego es raro que mucha gente reclame haber sido entrenadores de Fischer. Hay que corregir la historia del ajedrez a ese respecto.
Hasta ahora se dice que Collins fue el entrenador de Fischer. ¿Solía trabajar con Bobby de manera permanente?
En algunos momentos cruciales no pude estar con él y mi ausencia probablemente fue una desventaja para él. Por ejemplo, en 1959/60 yo me encontraba en Boston para aprender latín y griego en preparación para mis estudios de Teología. Quería ser sacerdote católico. Pero aún así siempre manteníamos un estrecho contacto. Mi ausencia de nuestra vida común de ajedrecistas en algunos momentos parecía alentar a otros, sobre todo a Collins a ocupar mi posición como entrenador de Bobby.
Lombardy, Collins, Fischer
Ud. mismo también fue un jugador muy fuerte desde joven. En 1957 ganó el Campeonato del Mundo en Toronto con 11 puntos en 11 rondas. ¿Cómo fue posible tal resultado?
No tengo ni idea, no lo había planificado. Es imposible predecir semejante cosa. Los demás tampoco estaban nada mal, pero no fueron tan buenos como yo. En una partida tuve suerte. Jorge Aldrete, de México, tenía una mejor posición, pero no tenía experiencia suficiente y al final yo gané la partida. Llegamos a ser amigos. En 1980, es decir 23 años más tarde, me invitó a un torneo internacional en México D. F. Para entonces él era presidente de la Federación Mexicana de Ajedrez.
Ud. ha participado en siete olimpiadas de ajedrez, tres de ellas en Alemania. ¿Cuál fue la olimpiada más bonita y más exitosa para Ud.?
Creo que cada una de las olimpiadas tuvo su propio encanto. En 1958, en Múnich fue mi debut. Allí sustituí a Samuel Reshevsky los días festivos religiosos. En esas ocasiones tenía que jugar en el primer tablero. Así también me encontré con el que entonces era Campeón del Mundo, Michail Botwinnik. Yo jugaba con negras y tenía muy buena posición, pero el capitán de mi equipo ordenó que no debía seguir jugando la partida aplazada al día siguiente, a pesar de mi ventaja. Así que firmamos tablas.
¿Es verdad la historia del accidente de coche en Múnich que he leído en un libro de ajedrez histórico?
Sí, es verdad y estoy muy feliz de que siga vivo. Entonces yo todavía estaba aprendiendo a conducir coches y no tenía carné de conducir oficial. Tampoco conducía tan mal, pero era por la tarde y llovía. Un camión chocó con mi coche. Tuve una leve conmoción cerebral y por eso la policía se mostró transigente. La gente me trató bien tras el accidente. Pero no quería de ninguna manera que me llevaran al hospital.
¿Ud. podía seguir jugando en la olimpiada?
Sí. Al día siguiente, sin embargo, me enfrenté con Gligoric con dolores de cabeza y perdí. Hasta el día de hoy me cuesta hablar de aquello, pero este contratiempo forma parte de mi vida.
¿Usted se consideraba ajedrecista profesional o solo quería ser un fuerte aficionado?
Siempre jugador profesional y jugaba en todas partes para ganar algo de dinero. No soy para nada exigente, pero nunca me trataban bien. En los Estados Unidos de América, no me prestaban la debida atención. Pagaban poco en los torneos y así no acudían jugadores fuertes. Esperaba que los demás grandes maestros se despertaran y se dieran cuenta de que si no te pagan, no puedes comprar comida.
¿Por qué la religión ocupó el primer lugar en su vida, en cuanto a las prioridades?
Buena pregunta. Había decidido hacer algo bueno en el mundo. Con eso tenía razón, pero a la vez no la tenía. Porque no hay nada en el mundo que sea perfecto. Mis tiempos en la iglesia fueron interesantes y también me encontré con mucha gente interesante. Pero también algunos no eran buenos. En todo caso, viví esa temporada como una gran experiencia. No sé si ha sido buena idea ser sacerdote, pero hasta hoy de vez en cuando pienso que sigo siendo sacerdote. Más adelante me casé, aunque eso es algo que no le gusta mucho a la iglesia católica.
¿Jamás se ha arrepentido de haber sacrificado su carrera de ajedrecista por ser sacerdote?
No, nunca me he arrepentido. Durante doce años trabajé como sacerdote. Luego lo dejé. Cada etapa de la vida tiene diferentes facetas. Eso es interesante y enriquece la vida. Uno siempre hace lo mejor que pueda. He sacado mucho provecho de ese período de mi vida y he coincidido con grandes personajes en mi función de sacerdote, por ejemplo, me encontré con la princesa Grace (Kelly) y el príncipe Rainiero de Mónaco.
¿Ha tenido ventajas en el ajedrez gracias a la fe en Dios?
Creo que eso ha brindado más ventajas a Reshevsky que a mi (se ríe). Con franqueza, me parece tonto creer algo así. Dios no es Papá Noel. La religión cristiana dice que Dios es inalterable. Esa es su naturaleza. Si se le pide algo, uno quiere que cambie algo. Pero no siempre ocurre de manera automática.
¿Cuántos años tenía Ud. cuando tuvo familia?
Tenía 45 años cuando me casé. Tuvimos un hijo. Nació siete años después de que yo dejase de ser sacerdote. Hoy tiene 29 años y vive en Holanda. Pero tenemos poco contacto.
¿Cómo fue su relación con Bobby Fischer? ¿Eran amigos o más bien compañeros de trabajo?
Ambas cosas. Yo tenía cinco años y medio más que él y comencé a darle clases cuando yo tenía 16 años. A pesar de mi joven edad, yo ya era uno de los 10 mejores jugadores de EE. UU. El primer entrenador de Bobby fue Carmine Nigro y lo trajo al club de ajedrez de Manhattan. Allí jugamos algunas partidas. Las gané todas, pero más adelante Bobby ha negado eso y decía que él ganó la mitad. Yo dije: "Que no...", pero él afirmaba "¡Que sí! ¡Que sí!". Entonces no insistí más (Se sonríe)
Usted fue entrenador de Bobby hasta el Campeonato del Mundo de Reykjavik en 1972. ¿Qué recuerdos tiene del trabajo con él?
Distintos. Yo fui su entrenador desde que yo tenía 16 años. Por ejemplo, fui su entrenador en Portoroz 1958, donde se clasificó para el Torneo de Candidatos. Como le conocía bien, nos llevamos muy bien, pero nunca me ha pagado ni un céntimo por mi trabajo. ¡Nunca jamás!
¿Por qué?
Fischer opinaba que simplemente se merecía disponer de mis servicios gratuitamente. Incluso tras el Campeonato del Mundo en Reykjavik se quedó con todo el dinero del premio y no me dio nada a mi. Solo me pagaba la Federación Estadounidense de Ajedrez. Cinco dólares por hora. Bobby no era precisamente generoso, pero me caía muy bien y lo acepté como era. Quería que él se coronase Campeón del Mundo.
Fischer y Lombardy en Leipzig 1960
Muchos testigos de la época me confirmaron que tenía el deseo de coronarse Campeón del Mundo desde muy joven.
Correcto. Cuando le vi por primera vez en el club de ajedrez de Manhattan, le pregunté cuál era su meta. "Quiero ser Campeón del Mundo", me respondió. Entonces Bobby tenía 11 años.
¿Es cierto que en Islandia 1972 prefería ir a jugar a los bolos en lugar de analizar con Ud.?
No, eso es una historia inventada.
¿Estaba enfermo psíquicamente Fischer?
No necesariamente. Estoy cansado de la gente que hace como si fuesen psicólogos. Yo sí estudié Psicología y no creo que una persona esté loca solo porque no comparta mi opinión. ¿Si alguien tiene una opinión distinta, eso quiere decir que automáticamente está enfermo psíquicamente? A mi no me lo parece.
¿Era esquizofrénico?
No lo sé porque no soy psiquiatra. Bobby sí se enteraba de lo que estaba pasando a su alrededor. Sin duda no se fiaba de mucha gente. A mí, sin embargo, me daba algo que no me había esperado de él. Confiaba en mi. A la gente que no le caía bien, muchas veces la trataba de manera muy directa y a veces hasta despectiva. Cuanto más veces lo hacía, tanto más loco les parecía.
¿Por qué Fischer no quiso defender su título contra Karpov en 1975? ¿Le temía?
No, esa no fue la razón. Bobby Fischer no se presentó porque no fueron aceptadas sus condiciones. Los anteriores campeones de la historia (Steinitz, Lasker, Capablanca y otros más) siempre dictaban todas las condiciones que tenían que cumplir sus retadores. Ningún campeón se presentó si no se habían aceptado sus condiciones relacionados con el duelo por el campeonato del mundo. Y Fischer actuó de esa misma manera.
Los tiempos habían cambiado. Tras la II Guerra Mundial la FIDE tomó el mando. Desde el año 1948 organizaba todos los duelos por el título mundial e imponía las reglas.
Eso es cierto, pero en aquel entonces durante mucho tiempo hacía caso de lo que le pedía la Unión Soviética, que tenía un gran poder sobre la federación intenacional. No trataban de manera apropiada a Fischer, que tanto había hecho por el prestigio del ajedrez. Los campeones rusos, por ejemplo Botvinnik, siempre solían hacer lo que les daba la gana. De Fischer, sin embargo, decían que estaba loco, si intentaba hacer lo mismo. Y eso a pesar de tener el 110 % de razón.
Con Fridrik Olafsson
¿Sigue estando pendiente de lo que pasa en el mundo del ajedrez?
Sí, claro.
¿Qué opina de Magnus Carlsen?
El niño tiene mucho talento y es muy buen jugador. Pero no es Fischer.
¿Vencerá a Anand y se coronará campeón del mundo?
No lo sé. Nadie puede predecir eso.
El mundo del ajedrez ha cambiado mucho. Pensemos únicamente en el ajedrez informático. A Fischer no le gustaba mucho. ¿Cuál es su opinión acerca de los programas de ajedrez, Sr. Lombardy?
¡Qué quiere que le diga! No nos podemos medir con ellos al igual que no podemos ganar una carrera contra un Ferrari. En una partida de dos minutos, una persona no tiene ninguna posibilidad contra la máquina. Pero si le dan siete minutos, las posibilidades aumentan de manera importante. Lo he comprobado.
Con Borislav Ivkov
¿Qué eslogan sugeriría para hacer publicidad del ajedrez?
En América todos están locos por los eslóganes. Yo no. Por eso nunca me he planteado esa pregunta.
¿Qué importancia tuvo la reunión de ajedrecistas veteranos mayores de 75 años que se celebró en Dresde (Alemania)?
Fue fabulosa. El año pasado no sabía nada. Me alegré muchísimo cuando recibí la invitación este verano. Fue magnífico volver a ver a los excompañeros.
De izda. a dcha.: Borislav Ivkov, Mark Taimanow, organizador Dirk Jordan, Robert Hübner, Jewgeni Wasjukow, Boris Spasski (en un primer plano), Klaus Darga, Hajo Hecht, William Lombardy, Yair Kraidman, Burkhard Malich, Andreas Dückstein, Fridrik Olafsson, Wolfgang Uhlmann, Rainer Maas (Pegasus), Michael Ohletz (ZMDI)