
La semana pasada mostramos una posición presentada por el famoso matemático Sir Roger Penrose (probablemente compuesta por su hermano, el GM Jonathan Penrose) Estaba diseñada para "derrotar a un ordenador de inteligencia artificial, pero solucionable por humanos".
La posición parece una clara victoria para las negras, pero cualquier ajedrecista humano de nivel medio puede ver que las tablas son posibles. Las negras no tienen movimientos legales excepto con sus alfiles, así que todo lo que tienen que hacer las blancas es mover su rey y dejar que las negras hagan jugadas que no llevan a ningún sitio con sus alfiles. Las negras no tienen forma de forzar la victoria.
Un programa de ajedrez no ve las tablas, sino que muestra una valoración muy favorable a las negras por su ventaja de material. "Los 3 alfiles hacen que el ordenador dedique todos los recursos a buscar posiciones para materializar el triunfo, lo que rápidamente se expande hasta algo que excede el poder de cálculo en el plantea Tierra", escribió el Instituto Penrose. No obstante, la posición y la lógica subyacente no son convincentes: cualquier programa de ajedrez, que juegue con las blancas, lograria las tablas, sin problemas, incluso aunque dé una valoración muy negativa para las blancas.
Al escribir el artículo me acordé de una situación similar que sucedió hace casi cuatro décadas:
David Levy - CHESS 4.8, Hamburg, 7.2.1979
El campeón escocés y MI David Levy estaba jugando contra la computadora más potente del mundo y tras 73 movimientos se había alcanzado la posición de la imagen superior (Más abajo se ofrece la partida completa) Chess 4.8 mostraba una valoración de +9 peones para las blancas, pero defendió la partida perfectamente y Levy fue incapaz de ganar.
La posición es de tablas teóricas, como reconocen al instante los módulos de hoy en día, porque el final de dama contra peón en c o f forma parte de su conocimiento ajedrecístico. Ese no era el caso con Chess 4.8, pero el programa fue capaz de sobrevivir realizando una búsqueda de fuerza bruta y sencillamente no dejando que las blancas capturasen el peón. La defensa, como se indica en la partida comentada, más abajo, es permitir únicamente la captura del peón en c2 cuando el rey negro esté en a1, lo que significaría tablas por ahogado.
La situación es similar en el ejemplo de Penrose. En él, cualquier humano heredero de siglos de investigación ajedrecística puede identificar inmediatamente que la posición es de tablas, pero no así el ordenador, que lo valora como una derrota sin paliativos. No obstante, es capaz de jugar la posición perfectamente y aguantar las tablas que no "ve".
Quiero usar la posición anterior para remontarme en un viaje por la memoria. Como periodista científico novato, estaba trabajando para la cadena de televisión alemana ZDF en 1979, disfrutando mucho. Un día lei que los ordenadores estaban jugando al ajedrez y de hecho uno de ellos había derrotado a un gran maestro en una partida de ajedrez relámpago. Llevé a mi jefe, el eminente periodista científico Hoimar von Ditfurt, la idea de hacer un documental sobre el tema. Inmediatamente encargó la película.
En aquellos tiempos, el MI David Levy, que fue campeón de Escocia en 1968, acababa de ganar una apuesta muy publicitada a varios investigadores de inteligencia artificial (John McCarthy y Donald Michie entre ellos) En 1968 habían vaticinado que al cabo de 10 años los ordenadores derrotarían al campeón mundial de ajedrez. Levy les apostó 1250 libras a que ningún ordenador le ganaría a él en un duelo al ajedrez en esos 10 años. En 1978 había sobrevivido a todas las tentativas. Como parte de nuestro documental, decidimos invitar a Levy a Hamburg para jugar una partida de exhibición contra un ordenador, el más fuerte del mundo en aquel momento.
El programa era Chess 4.8, que corría en un CDC Cyber 176 situado en Mineápolis, programado por dos pioneros del ajedrez cibernético: Larry Atkins y David Slate, científicos informáticos de la Universidad Northwestern
Producir un documental para la ZDF sobre ajedrez informático fue bastante emocionante: fui a Northwestern (Chicago) a entrevistar a Slate y Atkins, y a Moscú a charlar con Mikhail Botvinnik, que también estaba experimentando en la programación del ajedrez.
En nuestro estudio de Hamburgo enganchamos la Cyber 176 a un tablero con sensores y a un brazo robótico industrial. Mediante una conexión vía satélite, el ordenador recibía las jugadas realizadas por Levy y usaba el brazo robótico para ejecutar las suyas. El GM alemán Helmut Pfleger comentaba la partida para el público que estaba en el estudio y para el que seguía la partida por televisión.
El programa fue un gran éxito (y me llevó al mundo del ajedrez). La mayor revista de noticias de europa, Der Spiegel, informó ampliamente sobre la partida y sobre nuestro documental y organizó un segundo duelo entre Chess 4.8 y Viktor Korchnoi un poco después (Korchnoi ganó cómodamente).
En nuestro programa de la ZDF ofrecimos enviar la partida comentada por David Levy, Helmut Pfleger y el ordenador a los espectadores que nos escribiesen. Una semana más tarde me llamaron del estudio, donde un algo angustiado gerente me llevó a una habitación en la que había varias sacas de correos: un total de 95.000 espectadores habían pedido la notación. preparé tres páginas impresas y contratamos a un puñado de estudiantes para enviar copias como respuesta a ese record de peticiones.
Todavía conservo el documento impreso, pero está completamente en alemán. Así que lo he traducido al inglés (devuelto al inglés, en el caso de las notas de Levy) y las he puesto en un reproductor para nuestros lectores. Se trata de un documento para mostrar la situación del ajedrez informático en sus más tiernos comienzos. Recuerde que la Cyber 176 probablemente era un equipo tan potente como pueda ser hoy su televisión o su horno microondas y que muchos de los algoritmos que han catapultado a los módulos de ajedrez de la actualidad a los más de 3300 puntos Elo todavía no se habían descubierto. Con todo, es una partida interesante y de interés histórico.