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Hoy sabemos perfectamente que el futuro ajedrecista fue hijo de Damián Reca, de 27 años, casado, español, domiciliado en calle Buenos Aires de esa localidad y Martina Sagardía, de 23 años, argentina; y que sus abuelos fueron José Reca y Francisca Iribarren, Pedro Sagardía y Antonia Labayen. Testigos Miguel Reca y Pedro Matteucci. Y que su lugar natal fue, como se dijera antes, Ranchos, una localidad ubicada a 84 km. de la ciudad de La Plata.
El respectivo testimonio documental es la partida n° 58, levantada en General Paz, el 12 de marzo de 1894, copia de la cual fue aportada gentilmente por Carlos Drake (se la presenta al final de este artículo).
En todo caso el futuro ajedrecista se traslada a la ciudad de Buenos Aires en 1919, donde desarrolla en definitiva su carrera, ingresando en 1920 a la primera categoría del Círculo de Ajedrez, la entidad liderada por Roberto Grau (1900-1944).
En 1921 se lo aprecia séptimo (entre dieciocho) en el Primer Torneo Sudamericano disputado en Carrasco (Montevideo, Uruguay), en donde se consagró campeón Grau. Y ese mismo año se da un punto muy relevante de su trayectoria ya que Reca tiene el honor de ser el primer campeón argentino de ajedrez tras ganar la competencia organizada en 1921 por el Club Argentino de Ajedrez y con desenlace al año siguiente.
En efecto, aquel año se hizo un Gran Torneo Nacional (tuvo 23 participantes; podía participar quien lo quisiera tras abonar el costo de inscripción) y, para decidir la corona, se hizo una instancia final, a la que arribaron los cinco primeros de la competencia general: Reca, Benito Villegas (1877-1952), Grau, Julio Lynch y Rolando Illa (1880-1937).
Sumando los resultados de esa fase definitiva con los de la anterior, se produce un empate en la punta entre Reca y Villegas, quienes se enfrentan en un match para dirimir supremacías, en el que sería consagrado el que prevaleciera tras diez partidas o quien se impusiera primero en cuatro partidas. Y esto es lo que consigue Reca quien, para entonces, había caído una vez y había entablado dos encuentros con su rival.
Por lo expuesto Reca se alza con el cetro argentino en su edición fundacional, cuya instancia final se realizó luego de que se disputara el Torneo Sudamericano premencionado, en concreto entre los meses de mayo y junio de 1922.
Todo ello ocurrió poco antes de la creación de la Federación Argentina de Ajedrez, la que habrá de materializarse en el mes de septiembre de ese año (conforme sus estatutos), aunque la elección de su primer Presidente, Carlos Querencio, se dio recién el 23 de abril de 1923.
Antes de ese episodio fundacional desde la perspectiva organizacional, a Reca le quita el título un Jurado constituido al efecto (eran tiempos de bajo nivel de institucionalidad como resulta claro), ya que se niega a enfrentar por la corona a Villegas, referente del Club Argentino de Ajedrez (y el platense lo era del Círculo de Ajedrez, la entidad rival), quien había sido designado para desafiarlo, por lo que este se consagra campeón nacional en su segunda edición tras vencer a Lizardo Molina Carranza por 6.5 a 1.5, en porfía desarrollada a inicios de 1923.
Reca tendrá condigna revancha en 1923/1924 cuando se impone en el primer Torneo Mayor (modalidad que se instrumenta desde ahora a los fines de determinar el aspirante a desafiar al campeón vigente), organizado por la recientemente nacida FADA, aventajando a Grau, Valentín Fernández Coria (1886-1954) y Luis Palau (1896-1971), entre otros.
Por esta performance es que los cuatro son designados por la entidad nacional para representar a la Argentina en el Torneo de las Naciones que se hará en 1924 en París. Y por su logro personal en el Mayor, Reca logrará el tercer campeonato argentino, al derrotar en el respectivo desafío al previo campeón, Villegas, ahora por 5 a 3 (4 triunfos, dos empates y dos derrotas).
En 1924 el Torneo Mayor es obtenido por un visitante ilustre, el reconocido ajedrecista Richard Réti (1889-1929), quien estaba en el país difundiendo el ajedrez, siendo particularmente influyente al ser el checoslovaco un referente de la escuela hipermoderna, de reciente aparición y creciente reputación. Por ende, al participar de la prueba el vencedor (que venía de participar en el recordado Torneo de Nueva York de ese año) fuera de concurso, por su calidad de extranjero, en definitiva Reca no es interpelado por rival alguno (Grau, el segundo de entonces se niega a enfrentarlo), con lo que conserva la máxima poltrona nacional ese año.
El nacido en Ranchos, en 1925, en ausencia de ese desafío oficial de Grau, juega amistosamente un match ante Julio Lynch, en otra evidencia de la clásica rivalidad del Club de Ajedrez y del Club Argentino de Ajedrez, las dos entidades principales de la época. Reca se impondrá claramente por 5½ a ½ ratificando su liderazgo nacional.
En 1926 es derrotado sin embargo por Grau, que comenzaba su periodo de predominio en la esfera local, para el título nacional, quien se impuso previamente en el Torneo Mayor, siendo el resultado del encuentro de 5 a 3 (tres triunfos del nuevo campeón, una victoria para Reca y cuatro empates), declinando este por vez primera este la corona frente a un tablero desde que la había obtenido, allá por 1922.
En 1927 gana el Torneo Mayor con nada menos que 11 puntos sobre 11 en su fase inicial, y luego vuelve a quedar primero en la instancia definitiva por lo que adquiere el derecho a desafiar al campeón. Mas no lo enfrenta a Grau (tampoco lo hará Palau el escolta de la prueba), quien conserva de ese modo la corona; el frustrado retador alegó razones personales vinculadas a su profesión. Y, a partir de ese momento, desaparece del escenario ajedrecístico que lo viera otrora brillar.
Ese mismo año, el del match por la corona mundial en Buenos Aires entre Capablanca y Alekhine, es también el de la primera Olimpíada oficial de la historia, la que se desarrolló en Londres y donde la única presencia no europea fue del conjunto argentino. Reca era el campeón vigente, y desde luego uno de los máximos referentes locales del juego, por lo que tenía todo el derecho de intervenir. Mas no lo hará por razones de salud.
Como se aprecia, Reca dominó el panorama argentino en los primeros torneos nacionales desarrollados en los años 20, es decir en la etapa fundacional. Y en el segundo campeonato sudamericano disputado en 1925 en Montevideo, donde se registró el gran triunfo de Palau, aquel fue un muy digno subcampeón, a un punto del triunfador y por delante de Grau.
Reca fue, asimismo, autor de un excelente libro sobre la Defensa Caro Kann donde habla, entre otras cosas, de la Variante que lleva su nombre en el Ataque Panov (1. e4 c6; 2. d4 d5; 3. exd5 cxd5; 4 c4). Se trata de una de las primeras obras de divulgación que se editaron en el país con firma de autor nacional.
Yendo a su rendimiento olímpico digamos que en los Juegos de 1924 Reca participa del Grupo 1 preliminar de la prueba oficiosa disputada en París, donde obtiene un destacado segundo lugar. Termina invicto en esta etapa con dos triunfos y tres empates. En su debut absoluto iguala con Hermanis Matisons, gana en la rueda siguiente, luego hace dos tablas y vence en la ronda definitiva. Queda a sólo medio punto del vencedor de la zona, que fue el mencionado jugador de Letonia, quien es el que pasa a la final en la que se consagraría como campeón mundial amateur.
En la fase consuelo, en la que los nuevos resultados se acumularon con los anteriores, Reca empata los puestos 8º-13º, entre cuarenta y cuatro jugadores, con una performance de 50% en esta etapa, ya que gana tres partidas, empata dos y pierde otras tres. En el tramo final disminuye bastante su rendimiento, ya que obtiene un punto sobre tres posibles. De haberlos conseguido todos, hubiera alcanzado el primer lugar, ya que esa diferencia de dos unidades es la que lo separó del checoslovaco Karel Hromádka, con quien Reca había empatado en la preliminar y al que incluso había precedido en esa fase. En lo global el primer campeón argentino de la historia alcanza en la capital francesa un 57,7% de rendimiento y, con su aporte personal, contribuye para que la Argentina, en la consideración global, alcance el cuarto puesto igualado con Letonia (este país con mejor desempate) a nivel de naciones, sólo superada por Checoslovaquia, Hungría y Suiza.
En los Juegos de 1928 en La Haya Reca, de nuevo, si bien comienza bien, vuelve a caer en su rendimiento en el tramo decisivo. Es que, jugando de segundo tablero, principia ganando dos partidas, para luego perder otras tantas en esa misma posición. Se lo coloca entonces en el cuarto tablero (en esa competencia se podía alterar el orden a decisión de los capitanes), recuperándose con dos triunfos y dos empates; vuelve al segundo tablero, con otras dos igualdades, para caer estrepitosamente al final: ¡0 en 3! En esta nefasta seguidilla tuvo tres rivales de nota: el letón Vladímir Petrovs y el polaco (futuro argentino) Paulino Frydman, en el segundo tablero, y el sueco Gösta Stolz, en el primero). Al cabo de todo Reca sumó seis puntos en trece (46,2 %), acumulando cuatro triunfos, cuatro empates y cinco derrotas. En ambas competencias olímpicas, el primer campeón argentino logra nueve triunfos y nueve empates, con ocho derrotas, todo muy parejo, para llegar a un rendimiento general del 51,9 %.
Después de 1928 se le pierde el rastro al jugador en grandes competencias, si bien siguió vinculado al juego, como nos lo señala Juan Sebastián Morgado tras revisar su prodigioso archivo. De esa documentación se desprende que en el mes de diciembre de1936 fue internado por una “sorpresiva enfermedad”. Y estamos en presencia de un fumador empedernido (otra de sus aficiones fueron las mujeres) y, quizás, de una conformación física no precisamente robusta (recordar su ausencia de Londres en 1927 por quejas en su estado sanitario), como se desprende de su atildada pero muy ligera contextura.
No obstante en ese periodo final, y quizás aciago, su vínculo con el ajedrez no se pierde del todo. Por ejemplo en 1930, cuando gana Jacobo Bolbochán el campeonato argentino declara Reca:
“La solidez y concepto firme, preciso y profundo que del ajedrez tiene Bolbochán, me permiten afirmar que allí está, en potencia y para dentro de pocos años, el campeón argentino del noble arte. Me ha impresionado el juego de este muchacho, su estilo límpido –y lo diré aún a riesgo de pecar de inmodesto– tan parecido al de mis buenas partidas. Ambos nos hemos formado en la misma escuela de perfección: en Capablanca“. [Crítica, 24 junio 1930]
Al respecto Morgado aporta una cita de cuando se despertó el reconocido ingenio de Benito Villegas como payador quien, apenas perdió Bolbochán su partida con Nogués Acuña, recordando los calurosos elogios prodigados por Damián Reca al leader del certamen, se compuso el pecho y declamó con acento firme:
“No m’embrome, don Damián
¿Para qué tanto trabajo
En ponderar a destajo
Al amigo Bolbochán?“
(Amílcar Celaya, Crítica, 28 de junio de 1930)
En ese mismo año de 1930 se registra, durante el mes de diciembre, un importante match internacional radiotelegráfico entre el Círculo de Ajedrez y el Fluminense Football Club de Río de Janeiro, concertado a seis tableros individuales, y sin duda ha de constituir un magnífico broche final de las actividades ajedrecísticas del año y, en la oportunidad, el equipo argentino estuvo integrado por Reca, en el tercer tablero. Los resultados fueron los siguientes:
Círculo de Ajedrez 3:3 Fluminense Football Club
1 | Virgilio Fenoglio | ½:½ | Gustavo Corçao |
2 | Roberto Grau | 1:0 | Accioly Borges |
3 | Damián Reca | ½:½ | Heitor Carlos |
4 | Carlos Maderna | 1:0 | Octavio Trompowsky |
5 | Luis Palau | 0:1 | Barbosa de Oliveira |
6 | Valentín Fernández Coria | 0:1 | Alberto Gama |
Por otro lado de aquellos años definitivos se recuerda una exhibición en la que Reca perdió con el polaco (ulterior francés) Savielly Tartakower en una partida que en cierto momento el argentino tenía posición superior y pudo ganar.
Estaba claro que fue la década del 20 en la que Reca había tenido plenitud vital y había descollado en el ajedrez argentino. En esta otra, la de los años 30, sólo iban a quedar reverberaciones de otros mejores tiempos. Y de hecho morirá el 4 de mayo de 1937 por lo que, lamentablemente, no podrá ver siquiera el Torneo de las Naciones que en 1939 se desarrollará en la ciudad de Buenos Aires.
Para Chessmetrics, sitio oficioso que mide la fuerza de los ajedrecistas a lo largo del tiempo, el de 1925 fue el mejor año para Reca ya que en febrero queda en la posición número 56 del orbe y en marzo alcanza los 2.463 puntos, que es su mejor promedio personal en la historia.
Morirá Reca con apenas 43 años (¡uno menos respecto de los que tendrá su colega y amigo Roberto Grau a la hora de poner punto final a su existencia!), en una recorrida que lo llevó desde aquella localidad natal próxima a la ciudad de La Plata, la capital bonaerense que le sirvió de plataforma hasta arribar a un sitio que será el del desarrollo pleno y el de su destino definitivo.
El intelectual y poeta argentino Ezequiel Martínez Estrada, un amante del ajedrez, trazó la siguiente hermosa semblanza de Reca:
“Cuando Damián Reca llegó al Círculo de Ajedrez, había ya muchas figuras preclaras, artistas consagrados: Rolando Illa, Valentín Fernández Coria, Benito Villegas, Julio A. Lynch y, como un efebo portador de brillantes destinos, Roberto Grau. De 1918 a 1920 se realiza entre nosotros un movimiento de superación sobre bases firmes y nuevas. Palau, De Witt, Guerra Boneo, Belgrano Rawson y, poco después, Nogués Acuña, Maderna, Guimard, Bolbochán, Piazzini y Pléci traen con la juventud y el entusiasmo una conciencia más escrupulosa y una exigencia más imperativa de estudio a fondo del juego, de analizar, de formarse un estilo propio.
Entonces los viejos maestros que habían alcanzado su cenit dentro de un juego casi exclusivamente intuitivo, pragmático y personal, pasan a segundo término, y estos muchachos avanzan resueltamente mucho más lejos que los maestros.
Al final de unos y al comienzo de otros, se tenía la penosa impresión de la decadencia y el agotamiento cuando se trataba de nuevos valores frente a los otros. Puede decirse que así como el Club Argentino representó la época clásica de nuestro ajedrez, el Círculo congregó a los románticos e hipermodernos. La llegada de Reca al Círculo desde La Plata señala esta segunda época. Él trajo una exigencia nueva.
Sin alcanzar entonces el juego de Grau y Palau, Reca era considerado como un maestro. Sus comentarios despertaban un interés particular y se sabía que muy pronto adquiriría la seguridad y la elegancia de sus mejores tiempos. Con su tenue rojez de cardíaco que daba a su rostro de ángulos góticos una dura bondad de doncella inaccesible, apoyado en un codo y fumando sin tregua, daba la impresión de una magistral seriedad y de un aplomo de veterano. Si alguna palabra puede sintetizar su influencia y su estilo, sería ésta: dignidad”.
Como un dato final que me llega mucho desde lo personal, quiero finalizar diciendo que Damián Reca fue socio e hincha del club San Lorenzo de Almagro, donde me formé y, como el primer campeón nacional de ajedrez argentino, soy fanático (al igual que toda mi familia).
Reca, a partir de 1931, logró que en la entidad el ajedrez se incorporara como disciplina deportiva, transformándose a la vez en su primer profesor. Ese mismo año San Lorenzo se afilió a la Federación Argentina de Ajedrez integrando el jugador la primera Subcomisión de la especialidad.
Hacia el año 2011, es decir a ochenta años de que el ajedrecista se sumara a su amado San Lorenzo, se honró su memoria al inaugurarse el 14 de noviembre la Casa del Ajedrez Damián Reca la cual, lamentablemente, fue discontinuada en su funcionamiento.
Ya vendrá la hora de reivindicarlo, en su club, y en todos los planos, a quien dominó el panorama ajedrecístico nacional, a veces sin recórdarselo como se debiera, en particular en los comienzos de los años 20, una época pionera para el ajedrez vernáculo en la cual Reca brilló tras convertirse en el primer campeón argentino de la historia.
Damián Reca en la base de datos de jugadores online de ChessBase.
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