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En Madrás (India), domingo, 10 de noviembre de 2013. 2ª partida.
Los quince minutos que camino cada día para ir de mi hotel económico al superlujoso Hyatt Regency –sede del Mundial- sirven para definir el embriagador ambiente normal de cualquier gran ciudad de la India. Como todos los peatones indios, tienes que adquirir rápidamente la habilidad de ir sorteando cantidades industriales de personas, coches, carros, motos, bicicletas, perros, gatos, gallinas –aquí parece que no hay vacas urbanas, como he visto en viajes anteriores al subcontinente indio- y toda clase de puestos callejeros, mientras al mismo tiempo procuras no tropezar con las numerosas desigualdades del asfalto o la gravilla, y disfrutas o sufres de variopintos olores, colores, sabores (si te atreves a probar la comida que venden por doquier), rostros dignos de un gran retrato y ruidos o sonidos de toda índole, incluida la típica y vivaracha música india. Tus cinco sentidos –y quizá también alguno adicional, que sirve para no chocar o ser atropellado- se disparan; aunque yo nunca lo he probado, ni pienso hacerlo, debe de ser como si te metieras cocaína en vena, pero sin efectos secundarios ni daños colaterales ni secuelas negativas.
Leontxo García
Total, que llego a la sala de prensa disparado como una moto de carreras, hambriento de más sensaciones fuertes, sediento de la sangre de Anand o Carlsen o ambos. Mi excitación aumenta todavía más cuando veo que el noruego tiene el cuajo de plantear la Caro-Kann, una de las defensas más estudiadas por Anand y su analista de mayor nivel, Peter Leko, durante la muy larga carrera de ambos. El indio podrá lanzarse contra el rey, y todo indica que vamos a disfrutar mucho.
Pero lo que ocurre muy pronto es una especie de coito mental interrumpido por el miedo del campeón del mundo a los análisis del aspirante con una supercomputadora (de varios procesadores en paralelo) radicada en Noruega, a la que él accede con su ordenador portátil desde Chennai. Cuando llega el momento de la verdad (18 Dg4 en lugar de Dxd5), Anand elige el camino de la prudencia extrema, aunque ello suponga encajar un golpe psicológico similar al que él dio el sábado al empatar el asalto inaugural muy fácilmente con negras, en 16 movimientos; esta vez han sido 25.
En la obligatoria conferencia de prensa, Anand muestra una actitud que le honra y pide disculpas a los aficionados por la falta de combatividad: “Aunque estoy más o menos preparado contra toda clase de defensas, yo había analizado esa línea hace años, y es obvio que Carlsen la tenía mucho más fresca; así que he optado por la decisión más prudente. Lo siento, y confío en que las diez partidas restantes sean mejores”.
En cuanto a Carlsen, da variantes falsas cuando habla de 18 Dg4; al menos una con toda seguridad, y quizá dos, como se verá en el análisis que publico en mi columna para El País de este lunes. No puedo saber si lo ha hecho a propósito, con intención de engañar, o por error u olvido de sus análisis. Cuando sin duda se nota que su semblante serio esconde un cachondo mental es en su explicación de lo que hará el día de descanso: “Descansaré de estas dos partidas tan duras”.
El mejor comentario del día me lo da mi amigo ruso, y compañero de mil batallas periodísticas, Mark Glujovski, curtido en muchos torneos importantes: “En el Mundial del año pasado cada empate sin lucha elevaba la moral de Guélfand y ponía más nervioso a Anand, que era el claro favorito y perdió la séptima partida tras seis tablas, aunque luego fue capaz de igualar y de imponerse en el desempate. Ahora el claro favorito es Carlsen, de modo que cada empate rápido aumenta su nerviosismo y va en favor de Anand”.
Muy bien visto. Eso explica por qué el campeón ha sido quien podía haber evitado la repetición de movimientos en ambas partidas y no quiso hacerlo. Actúa como un boxeador agazapado, con la cara bien cubierta y sin atacar, pero dispuesto a meter un directo al hígado con precisión total en cuanto su rival arriesgue y abra la guardia. Y todo indica que el escandinavo tendrá que hacerlo más temprano que tarde, porque llegar a las últimas partidas con el marcador igualado ante un rival de enorme experiencia, y rápido como el rayo en un eventual desempate, sería un suplicio que querrá evitar a toda costa.
Bien, todo eso es muy interesante, o así me lo parece a mí, pero nos queda el interminable debate sobre las tablas tras poca lucha. Vaya por delante que ni la Regla Sofía (prohibido hacer tablas sin permiso del árbitro; pero éste no puede hacer nada cuando se repiten movimientos y uno o ambos jugadores quedarían peor si dejasen de repetirlos) ni la Regla Bilbao (tres puntos para el vencedor, cero para el derrotado, uno en caso de empate; pero sólo tiene sentido en un torneo, no en un duelo) servirían de nada en el caso que nos ocupa. Nos queda implantar el sistema Fischer o 960 (sortear la posición de las piezas en la primera fila inmediatamente antes de cada partida); algunas astros, como Carlsen y Aronián, están a favor, porque quieren ser creativos desde la primera jugada; otros, como Anand y Mamediárov, en contra, porque dicen que ya han empleado muchos miles de horas en el estudio de aperturas para tener que tirarlas ahora a la basura. O bien que se jueguen partidas rápidas antes del duelo o después de cada empate rápido, con el fin de que el ganador tenga ventaja en caso de empate final (6-6) tras la doce partidas clásicas. A Glujovski le gusta mucho esta idea porque, al disputarse las partidas de desempate durante el desarrollo del duelo, uno de los jugadores (el perdedor de las rápidas) se sentirá obligado a arriesgar, sabedor de que el empate final en las lentas le perjudica. Y además se ofrece espectáculo al público, para compensar los empates rápidos.
En fin, como sólo se han disputado dos asaltos de los doce previstos, tampoco parece apropiado profundizar mucho más en este asunto por ahora. De momento, seguiré dándome el baño diario de multitudes callejeras indias, con la esperanza de que algún día no sólo entre como una moto en la sala de prensa, sino que también salga muy excitado y contento muchas horas después.
¿Para el niño, para su equipo o para sus seguidores'
Los dos gladiadores esperando la segunda partida
Vishy Anand
La prensa india e internacional capturando...
el apretón de manos
Preparados, listos...
¡Ya! - 1.e4 - c6
Magnus Carlsen realizando su movimiento
Vishy Anand mirándole a la cara
Míster G-Star
Muchos buenos deseos
Pues eso: ¡que gane el mejor mago!
La sala de prensa repleta hasta la bandera (incluso con los periodistas por el suelo)
Los periodistas en la sala de prensa. En la segunda fila a la izquierda, con camisa blanca, Leontxo García; en la primera fila, entre otras personas, Peter Doggers, Ian Rogers y Lawrence Trent.
Leontxo García emitirá sus resúmenes de la partida del día en directo, a partir de las 19:30 horas en la sala de retransmisiones de Playchess.com
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Leontxo emitirá sus programas en directo y procurará contestar también a las preguntas de los escuchantes. Cuando haya terminado la retransmisión, el programa se almacenará en el archivo de retransmisiones del servidor, para poder escucharlo también en diferido.
El duelo consistirá en 12 partidas como máximo y el ganador será aquel que primero logre 6,5 puntos o más. Si el ganador alcanzase la victoria en menos de 12 partidas, la ceremonia de clausura se celebraría al día siguiente de la última partida o dos días después.
07 noviembre 2013 – Inauguración |
19 noviembre 2013 – Partida 8 |
El sorteo de colores se realizará durante la ceremonia de inauguración. Los colores se invertirán tras la partida seis, es decir, el que jugó con blancas la partida uno, jugará con negras la siete. El control de tiempo será de 120 minutos para las primeras 40 jugadas, 60 minutos para las siguientes 20 jugadas y luego 15 minutos para finalizar la partida, con un incremento de 30 segundos por jugada, a partir de la 61.