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En Madrás (India), miércoles, 13 de noviembre de 2013. 4ª partida.
La frase del título no es mía, sino de Magnus Carlsen, por eso va entrecomillada. Si todas las partidas fueran así no existiría la Regla Sofía ni la Regla Bilbao, nadie se plantearía la posible urgencia de promover el Sistema Fischer (ajedrez 960) y no tendría sentido hablar de los empates sin lucha como el cáncer del ajedrez. El noruego no ha ofrecido el reparto del punto hasta que se ha llegado a una posición en la que no hacerlo hubiera sido una falta de respeto al campeón del mundo. Así ha terminado una pelea magnífica entre dos virtuosos, tras seis horas apasionantes.
Debo confesar que seis horas antes, cuando he visto que Carlsen planteaba la Berlinesa, me ha entrado una gran desazón. Con todo mi respeto y admiración hacia Vladímir Krámnik, que acertó de pleno cuando la eligió como arma para destronar a Gari Kaspárov en 2000, aún recuerdo aquellas partidas tan tediosas en Londres, que me obligaban a pensar antes de cada sesión a qué podría dedicar la tarde en la sala de prensa para aprovechar el tiempo, porque los tecnicismos y sutilezas que ocurrían en el tablero tenían muy poco interés para la inmensa mayoría de mis lectores y oyentes.
Lo mismo me ocurría hoy. Es más, como aún estoy pagando (durmiendo poco) las diez horas y media de diferencia horaria con Panamá (de donde vine a Chennai), había casi decidido pedirle a algún colega alojado en el lujoso Hyatt Regency que me dejara echar una siestecilla en su habitación.
Leontxo García
Justo ahí (media hora de juego), entra el griego Georgios Makrópulos y se pone a dar una conferencia de prensa un poco surrealista sobre el caso Kaspárov (si el excampeón ha sido bien o mal tratado por los organizadores del Mundial durante sus tres días de estancia). Como sobre esto creo que ya he dicho casi todo lo que puedo decir, mi proyecto de siesta seguía vigente, pero entonces Makrópulos ha empezado a decir cosas de difícil coherencia, aunque en tono divertido: que él mismo hubiera ido al aeropuerto a recibirlo si le avisan de que llega Kaspárov; que es verdad que Kaspárov no ha hecho campaña electoral aquí, pero que si es candidato a la presidencia de la FIDE no debe anunciar que desea el triunfo de Carlsen; que Kaspárov ha dicho que su viaje aquí es "como turista", pero que por mucho que se empeñe no puede ser tratado como turista porque es Kaspárov; que no es cierto que se le haya negado la entrada en la sala de prensa (a mi me consta que sí lo es, y estoy seguro al 100%), etcétera, etcétera.
Menos mal que Kaspárov se va mañana porque si no sería una pesadez. Así que opinaré sobre esto por última vez: entiendo que la Federación India pueda sentirse molesta por los modos del excampeón, pero lo que debe prevalecer es que a millones de aficionados de todo el mundo les interesa mucho lo que diga o haga Kaspárov; por tanto, no tiene sentido no darle un tratamiento de gran privilegio desde que llega, y, sobre todo, no facilitar sus contactos con los periodistas, que somos intermediarios entre los aficionados y las estrellas. Lo que sí me parece muy razonable, dadas las circunstancias, es que la delegación de Anand haya pedido que Kaspárov no se sentara en la primera fila de los espectadores, sino más tapado por detrás, para que Anand no lo viera y se incomodase por su presencia; Makrópulos accedió a esa petición, e hizo bien, aunque luego hemos podido comprobar que Anand no sabía nada de todo ello, fue cosa de su equipo.
Bueno, pues justo acaba la perorata de Makrópulos cuando Anand entrega el peón de a2 a cambio de mucha iniciativa. Se fastidió mi siesta definitivamente, porque entonces comprendo que esta partida es una gran pelea de conceptos: Anand, como todos los que aprendimos a jugar mucho antes de que Deep Blue ganase a Kaspárov y nos hiciera pensar que pronto el mejor ajedrecista no iba a ser humano, daba prioridad a la iniciativa y a la máxima actividad de las piezas. Carlsen, cuyo cerebro quizá sea una prolongación de una supercomputadora con varios procesadores en paralelo, apostaba por el cálculo preciso y la ventaja de material.
El resto de la sesión, hasta las seis horas, ha sido tan vibrante que apenas me he movido de mi puesto, cancelando no solo la siesta sino también un paseo que iba a darme por el agradable ambiente de ajedrez que se forma en el enorme vestíbulo del Hyatt. Eso os lo contaré otro día, y también las dos visitas que tengo pensado hacer mañana: el famoso club de ajedrez de la antigua embajada soviética donde Anand desarrolló los tremendos reflejos que le han hecho inmortal; y una clase de ajedrez para niños muy marginados.
Hasta entonces, os recomiendo efusivamente que estudiéis con detenimiento la partida de hoy: Carlsen apuesta por su alfil, superior a un caballo de Anand y sus dos peones de ventaja; Anand se las arregla para que la coordinación de sus piezas produzca frecuentes dolores de cabeza y varias trampas tácticas. Carlsen ha estado cerca de ganar, pero Anand se lo ha puesto muy difícil. Luego, ambos se han elogiado mutuamente. En efecto, el ajedrez debería ser siempre así. Hasta el viernes, ¡Nandri! (gracias).
Georgios Makropoulos, de la FIDE
Leontxo García emitirá sus resúmenes de la partida del día en directo, a partir de las 19:30 horas en la sala de retransmisiones de Playchess.com
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Leontxo emitirá sus programas en directo y procurará contestar también a las preguntas de los escuchantes. Cuando haya terminado la retransmisión, el programa se almacenará en el archivo de retransmisiones del servidor, para poder escucharlo también en diferido.
Recorte de audio sobre la entrevista con Kasparov (12.11.2013)
El duelo consistirá en 12 partidas como máximo y el ganador será aquel que primero logre 6,5 puntos o más. Si el ganador alcanzase la victoria en menos de 12 partidas, la ceremonia de clausura se celebraría al día siguiente de la última partida o dos días después.
07 noviembre 2013 – Inauguración |
19 noviembre 2013 – Partida 8 |
El sorteo de colores se realizará durante la ceremonia de inauguración. Los colores se invertirán tras la partida seis, es decir, el que jugó con blancas la partida uno, jugará con negras la siete. El control de tiempo será de 120 minutos para las primeras 40 jugadas, 60 minutos para las siguientes 20 jugadas y luego 15 minutos para finalizar la partida, con un incremento de 30 segundos por jugada, a partir de la 61.