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En Madrás (India), lunes, 18 de noviembre de 2013. 7ª partida.
Moscú-1985, y Londres-Leningrado (hoy, San Petersburgo) 1986; segundo y tercer duelo Kárpov-Kaspárov. Pocos minutos antes del mediodía, él árbitro principal nos comunicaba que el señor Kárpov o Kaspárov había decidido utilizar uno de los tres descansos extra que el reglamento concedía a cada uno, y esa tarde no había partida. Cuando llevas más de un mes escribiendo cada día una historia larga sobre lo mismo, esa noticia te puede sentar como una patada en los mismísimos.
Ciertamente, el ajedrez es muy rico desde el punto de vista periodístico: más de quince siglos de historia documentada, personajes interesantes, conexiones apasionantes con la ciencia y el arte, numerosas anécdotas, etcétera. Pero, salvo que tu jefe sea ultraliberal en cuestiones de criterio, querrá algo que tenga alguna mínima relación con el tema central, o sea, Kárpov y Kaspárov. Pero en 1986 los periodistas especializados llevábamos tres años desmenuzando los más pequeños entresijos de las vidas y milagros de los dos gladiadores del tablero, y apenas quedaba ya algún minúsculo recoveco de su existencia que no hubiéramos glosado detalladamente.
"¿Y de qué leches escribo yo hoy?", era la tortura inmediata que sentía en la mente. Por fortuna, el problema no era sólo mío, y al principio de aquel duelo de 1986, en previsión de ese tipo de angustias, establecí una alianza con dos colegas cuyos medios no eran competencia directa para los míos, y con quienes además forjé una profunda amistad: el cubano Frank Guiral, de Prensa Latina, y el británico David Goodman, de Associated Press. En esos días críticos, teníamos la consigna de reunirnos inmediatamente después del anuncio del descanso en el vestíbulo del hotel, y allí empezábamos a caminar en círculos o nos tomábamos un café, hasta que uno de los tres tuviera una idea que mereciera la aprobación de los otros dos. Ése sería el hilo conductor de la crónica de los tres ese día. Y así salvamos muchos momentos de sequía creativa.
En este duelo de Chennai no hace falta llegar a tanto, porque sólo son doce partidas, y además ya no hay descansos adicionales (salvo en caso de enfermedad certificada). Pero te pueden ocurrir cosas como la de hoy: una partida que duerme a las vacas y una conferencia de prensa de ambos jugadores que podría servir de modelo a las que da el Gobierno de Corea del Norte; en dos párrafos ya has contado todo lo interesante.
Pero uno ya es perro viejo, y por la calle, de camino a la sede del Mundial, mientras sortea hábilmente personas de toda edad y condición, perros, gallinas, gatos, motos, carros, coches -cuyas bocinas deben ser las más sonoras del mundo-, bicicletas, charcos, ramas, baches, socavones y otras desigualdades menores del terreno, va pensando en recursos de emergencia. Por ejemplo: aún no he hablado con quien fue el primer entrenador de Carlsen; hoy llega el ajedrecista español Alberto Muñiz, residente en el sudeste asiático desde hace siete años; debo ampliar los datos del enorme eco de este duelo en Noruega...
Leontxo García
En cuanto llego al Hyatt Regency -y me siento como si entrase en el cielo tras una larga temporada en el purgatorio- me pongo manos a la obra. El entrenador se llama Bjarte Leer-Salvensen, tiene lógica que se aloje en este cielo porque además es cura, y cuenta una historia que me interesa muchísimo y que no tiene nada que ver con Magnus Carlsen cuando era niño (de eso ya sabemos casi todo): ha introducido el ajedrez en la prisión noruega de Kristiansand. Dos de las utilidades que le encuentra como terapia para los presos coinciden plenamente con mi propia experiencia: cada hora invertida en jugar al ajedrez transcurre mucho más rápido que cualquier otra hora encerrado, y en ella no se piensa en cómo lograr droga o hacer alguna fechoría; el ajedrez es especialmente útil para los delincuentes porque los incita a pensar en las consecuencias de sus actos antes de hacerlos. Pero la tercera es muy importante, y novedosa para mí: "El ajedrez abre las mentes de los presos y les suelta la lengua, para contarte cómo se sienten, mucho mejor que si tienen una conversación formal con el psicólogo, con el médico o conmigo". Estaremos en contacto para seguir intercambiando información.
Llega Alberto Muñiz, ajedrecista gallego que primero se estableció en Singapur, luego en Hong-Kong (territorio chino con amplia autonomía), ahora tiene una novia en Kuala Lumpur (Malasia) y vive a caballo entre las tres capitales, pero basado en Hong-Kong, donde trabaja en una empresa que da clases particulares de ajedrez, sobre todo a ciudadanos de clase alta, porque el ajedrez occidental (no así el chino) es casi tan exclusivo allá como el golf. Es muy interesante hablar con alguien que ve el mundo desde otro ángulo, muy distinto al de los que vivimos en España, y que te cuenta los contrastes entre esos tres países cercanos, tanto en ajedrez como en otras muchas cosas. Por ejemplo, en Singapur el ajedrez occidental es interclasista y está introducido en muchos colegios incluso públicos, no es un signo de distinción de los ricos. El almuerzo y la cena que he compartido hoy con él y con mi colega y amigo David Llada, otro gran viajero, han sido de enorme interés.
Sobre la enorme repercusión que está teniendo este Mundial en Noruega tenéis datos muy concretos en mi crónica de hoy para El País. Para los que pensáis que ya hacéis un gran esfuerzo leyéndome aquí y no tenéis ninguna intención de iros ahora a El País, resumo: las retransmisiones de ajedrez desde Chennai tienen más audiencia que los grandes partidos de fútbol. Como me indicaba hoy Henrik, el padre de Carlsen, "esperemos que todo esto se canalice bien a medio plazo y no quede aquí". Amén.
Y acabo con el mencionado par de párrafos que resumen lo ocurrido hoy y la situación (en El País encontraréis también un análisis detallado sobre el estado psicológico de Anand). Carlsen ha estado a punto de provocar una pequeña tragedia y una noticia que hubiera dado la vuelta al mundo: tras llegar con varios minutos de antelación a la mesa de juego y rellenar la planilla, se ha marchado a la salita de descanso, y ha vuelto a la mesa apenas unos segundos antes de que el árbitro pusiera el reloj en marcha; si lo hace unos segundos después, pierde, según la polémica regla de "tolerancia cero".
Anand no se ha visto aún con fuerzas de arriesgar, aunque condujera las blancas de nuevo; o sea, que deberá hacerlo con negras, tal vez mañana mismo. Conviene no olvidar que un sólo error de Carlsen podría poner el duelo de nuevo muy emocionante. Pero Anand debe ayudar al noruego a cometerlo. Y hoy no lo ha hecho, causando gran tristeza en la legión de aficionados que se reúnen cada día en el amplio vestíbulo del hotel, juegan partidas rápidas, participan en concursos de problemas, discuten sobre la partida de su ídolo... disfrutan, en suma, de la pasión del ajedrez, como vosotros y yo... incluso en días como hoy. ¡Que sea por muchos años!
Henrik Carlsen y Susan Polgar
Susan Polgar con su sari nuevo
Magnus Carlsen llegando a la séptima partida, casi sobre el gong
Susan Polgar
Harika Dronavalli
La partida en marcha
Anastasiya Karlovich, Vishy Anand y Magnus Carlsen
Leontxo García emitirá sus resúmenes de la partida del día en directo, a partir de las 19:30 horas en la sala de retransmisiones de Playchess.com
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Leontxo emitirá sus programas en directo y procurará contestar también a las preguntas de los escuchantes. Cuando haya terminado la retransmisión, el programa se almacenará en el archivo de retransmisiones del servidor, para poder escucharlo también en diferido.
El duelo consistirá en 12 partidas como máximo y el ganador será aquel que primero logre 6,5 puntos o más. Si el ganador alcanzase la victoria en menos de 12 partidas, la ceremonia de clausura se celebraría al día siguiente de la última partida o dos días después.
07 noviembre 2013 – Inauguración |
19 noviembre 2013 – Partida 8 |
El sorteo de colores se realizará durante la ceremonia de inauguración. Los colores se invertirán tras la partida seis, es decir, el que jugó con blancas la partida uno, jugará con negras la siete. El control de tiempo será de 120 minutos para las primeras 40 jugadas, 60 minutos para las siguientes 20 jugadas y luego 15 minutos para finalizar la partida, con un incremento de 30 segundos por jugada, a partir de la 61.