Emprendimiento cuando estás mal

por Juan Antonio Montero
24/12/2014 – Se imparten conferencias sobre aplicación de estrategias tomadas del deporte (y dentro de éste, del ajedrez) para empresarios y profesionales. ¿Se podría usarse con quienes no están precisamente en su mejor momento? ¿Con personas sin techo quizá?; ¿Podría la sofisticada estrategia deportiva ayudar a quien tiene muy poco? Pensamientos del psicólogo Juan Antonio Montero...

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Se imparten conferencias sobre aplicación de estrategias tomadas del deporte (y dentro de este, del ajedrez) para empresarios, para emprendedores, para profesionales del marketing y de los recursos humanos. La finalidad es que mejoren sus prestaciones en la empresa, en los negocios o en sus propias carreras.



Estamos hablando, claro está, de profesionales, y seguramente se dirigen estas charlas  a buenos profesionales, que desean  seguir mejorando aún más estas prestaciones. Relacionado con el ajedrez, conozco varios buenos libros: "Cada movimiento debe tener un objetivo", de Pandolfini, "Cómo la vida imita al ajedrez", de Kasparov y "Jaque mate", de Illescas.

¿Se podría intentar lo mismo con personas que no están precisamente en su mejor momento? ¿Con personas sin techo quizá?; ¿Podría la sofisticada estrategia deportiva ser aplicada por alguien que tiene muy poco en la vida?. Yo creo que sí, y lo digo sin querer frivolizar con cuestiones que atañen a personas. ¿Por qué no debería funcionar?

Ya llevamos algún tiempo trabajando con personas sin techo. Hemos elaborado una especie de pequeño manual de emprendimiento (o de autoayuda si se quiere) basado en el ajedrez: "El estratega de tu vida" lo hemos denominado -hablo algo de ello en el número 8 de la revista-. Lo vamos introduciendo en nuestros programas, y a muchas personas -no a todas- les induce a reflexionar.

Lo que se percibe cuando se trabaja con personas de estas características, a poco que se quiere, es que a pesar de las circunstancias externas, muchas veces el auténtico problema está en uno mismo. Si se quiere cambiar -o por lo menos intentarlo- uno tiene que tomar las riendas de su propia partida, no dejar que otros te la jueguen, por muy bienintencionados que los otros sean. Reproduciré a continuación algunos de los principios de que se compone el capítulo 6 de nuestro manual:

Las partidas que jugamos en la vida se nos dan ya iniciadas. Casi siempre entramos en una partida que ya está empezada: si abrimos un negocio, lo más probable es que ya exista una competencia establecida; si estamos desempleados y llevamos así más de un año, tampoco es aventurado suponer que no estaremos en nuestro mejor momento anímico. Sin embargo, nosotros hemos escogido jugar esa partida y la realidad está ahí. Es el momento, por tanto, de proceder a  interrogarse:

¿Qué ves? ¿Cómo va la partida?

Todo está en el tablero. La realidad es sólo una, y en el tablero de nuestra partida las piezas se hallan colocadas de una manera determinada: todo está ahí. A través del análisis podemos conocer la verdad de la posición. Habrá factores externos como la fuerza de los rivales, la presión del ambiente, las maniobras psicológicas, incluso la fortuna, que existen y que no pueden ser descartados (ni dejados de utilizar), pero en el tablero se halla toda la verdad. La realidad, lo que sucede en la partida está ahí, y los datos nunca mienten

Las partidas, normalmente, ya están comenzadas.  Como en la mayoría de los libros de ajedrez, donde se reproducen partidas en las que ya se han efectuado varios movimientos, las partidas que juegues ya habrán empezado: tendrás unas piezas “x” en una situación “y” frente a un número de piezas “z”, Es mejor que te ocupes y no que te preocupes. Comienza por hacerte ciertas preguntas sobre lo que ya conoces acerca de las piezas: ¿Cuáles son las mías?, ¿cómo están situadas?, ¿cuáles son las piezas de los rivales y cómo se hallan situadas?, ¿cuáles son mis puntos fuertes y cuáles mis puntos débiles?

No te engañes. Lucha constantemente en pos de la verdad y no te engañes a ti mismo. Si has analizado objetivamente la realidad, los datos hablan. No seas ni el jugador más pesimista del mundo ni tampoco el más optimista; no peques de excesiva prudencia ni llegues a ser temerario; no sobrevalores tus posibilidades reales pero tampoco te subestimes. Adopta un optimismo razonado: el “estratega de la vida” es osado pero a la vez realista; sitúate en el lugar exacto de la partida: el análisis, el “arma secreta” del ajedrecista, te ayudará a ello.

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Juan Antonio Montero, psicólogo y presidente del Club de Ajedrez Linex Magic

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