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¿Cuándo se jugará el campeonato mundial de ajedrez?, le pregunté a Capablanca, que ahora está en Nueva York. Y el famoso jugador de ajedrez me dijo: “Cuando Alekhine quiera”.
¿Por qué me dice usted eso?
Porque desde hace cuatro años en que me ganó el campeonato le estoy retando, sin que nunca se decida a aceptar mi reto. No me dice que no, pero no se celebra el campeonato. Se encierra en interpretaciones de las reglas del ajedrez. ¡Figúrese, son reglas que yo mismo he hecho! Y unas veces con un pretexto y otras con otro, va dando largas al encuentro, sin que yo pueda tenerlo frente a mí.
El año pasado dijo que estaba de acuerdo en que se celebrase el encuentro, entre el 15 de agosto y el 15 de septiembre, o en Nueva York o en La Habana, pero ya comprenderá usted que era un pretexto, porque en esa época en Nueva York no está nadie que pueda interesarse por el ajedrez, y en La Habana tampoco esa es la época para realizar un campeonato de esa naturaleza.
¿Entonces?
No habrá más remedio que reunir la bolsa de doce o quince mil dólares, y cuando esté ya reunido el dinero hacerle venir a celebrar el match. Hasta ahora pudo el público creer que, en efecto, él, amparándose en las reglas internacionales del ajedrez, que dicen que “el campeón del mundo tiene el derecho de fijar la fecha del encuentro sucesivo”, Alekhine ejercía un derecho legítimo, pero ahora ya no. Ya todos comprenden que rehuye el encuentro conmigo.
Pero ¿no hay, como en todos los deportes, una Federación o...?
Eso es lo único que se me escapó reglamentar bien: la creación de un Jurado, con facultades bastantes para que no pudiesen suceder estas cosas. Hay, en efecto, una especie de comisión que reside en El Haya, pero que no tiene la fuerza moral ni las medidas coercitivas necesarias para que casos como el presente no se realicen.
¿Está usted tan seguro de ganar otra vez el campeonato?
Yo sí. Sobre todo porque sé que, en cuanto Alekhine pierda las primeras partidas, se desmoralizará. Eso le sucedió al viejo Lasker cuando le gané el campeonato.
¿Cuál ha sido la sesión en la que más partidas simultáneas ha jugado usted?
En febrero del 22, en Cleveland. Jugué yo solo contra ciento tres jugadores. Gané ciento dos partidas, y una quedó en tablas. Pero aquello fue una casualidad. Es lo mismo que si usted se tira por esa ventana y llega a la calle ileso. Estaba allí representado todo Ohio, y había jugadores de todas clases; fue muy interesante.
Otra sesión muy interesante fue la de Manchester, donde jugué contra treinta jugadores seleccionados, y el que menos jugaba podía jugar conmigo, mano a mano, sin más ventaja que un caballo, quizá.
Capablanca enfrentando a 50 equipos en 1931; el cubano está parado frente a un tablero a mano derecha | Foto: American Chess Bulletin, extraída de las Chess Notes de Edward Winter
¿Quiénes son los mejores jugadores de ajedrez del mundo?
Los eslavos. ¿No ve usted que la raza y las condiciones climatológicas les ayudan? Por eso los rusos son todos buenos músicos y buenos jugadores de ajedrez. Hacen una vida de reclusión, a causa del frío, y además su temperamento es de concentración. Son abstractos, no son concretos.
¿Cómo fue el desarrollo de su afición al ajedrez?
Mi padre lo jugaba y yo le veía jugar y, sin saber cómo ni por qué, aprendí en seguida. Tenía cuatro años cuando ya sabía jugar al ajedrez. Después jugaba, aunque mi familia no me dejaba jugar. Vine aquí, a los Estados Unidos, para aprender, en la Universidad de Columbia, la carrera de ingeniero mecánico y luego químico y, por disgustos que tuve, familiares, el año 1908, yo, que había jugado aquí varias veces y observé que siempre ganaba, me dediqué de lleno al ajedrez, y pronto gané al campeón americano. Entre los años 1908 y 18 es cuando yo intensifiqué más mi juego. El 21 gané el campeonato mundial.
¿Ha ganado usted mucho dinero con el ajedrez?
Más que nadie, pero eso no quiere decir que ganara tanto, porque nadie gana realmente mucho dinero con el ajedrez. Sin embargo, puedo asegurarle que yo tengo, también, en este sentido, el campeonato.
¿Y es difícil el ajedrez?
Muy difícil, pero no es tan complicado como la gente cree. Claro que hay que aprenderlo con un maestro y estudiarlo con libros, pero llega un momento en que, terminada la técnica, queda solamente la parte personal de cada uno: la iniciativa, el golpe de vista, la concentración, la rapidez, el dominio del juego.
¿Cuál es la finalidad práctica en la vida del ajedrez?
Creo que debería enseñarse en las escuelas, para que el niño se acostumbrase a pensar y a organizar sus pensamientos. Es un ejercicio mental de una gran consecuencia. Todos deberían saber jugar al ajedrez, para acostumbrar el raciocinio a reflexionar y a controlarse.
¿Cuáles son las piezas que usted prefiere en el tablero?
No se debe preferir ninguna. La preferencia por una pieza determinada quiere decir una debilidad por ella. Sin embargo, si hay o puede decirse que exista una afición, le diré a usted que a mí me gustan los peones, que son precisamente las piezas más sencillas y menos peligrosas. También al viejo Lasker le sucedía lo mismo.
¿Porvenir del ajedrez?
Ahora se juega en el mundo más que nunca. Sin duda, la cultura general lo ha ido desarrollando.
¿Cuál es el origen?
Se ha escrito mucho sobre eso. Pero yo le aseguro que no se conoce, realmente, quién fue el inventor del ajedrez. Se sabe únicamente que, tres mil años antes de Jesucristo, ya se jugaba en el mundo. Y, sin embargo, a pesar de la universalidad del ajedrez, nos encontramos que pueblos como la India y China tienen un ajedrez diferente. Es decir que en la India, por ejemplo, los peones no adelantan más de una casilla, y una China hay más piezas. En la India no se hace el “enroque” como nosotros, y en China hay jugadas diferentes.
¿Hay mujeres que juegan bien el ajedrez?
Una, en el mundo. Se llama Menchik, es checoslovaca y eslava, y se educó y vive en Inglaterra. Ha jugado conmigo y es muy fuerte.
¿Partidas importantes?
Como curiosidad, una que celebré en Moscú el año 25, ante los comisarios del pueblo soviético. Jugué contra veinte jugadores. Allí estaban Rykoof, Krylenko. Además, Trotzky es un buen jugador, como lo fue Lenin. También es un gran jugador el ministro inglés Bonar Law, y el historiador Buckle, y el pianista Rosenthal. He observado que muchos músicos son grandes jugadores de ajedrez.
¿Y de España?
El campeón, Sr. Rey, es un buen jugador. Jugué con el en Barcelona. Por cierto que tengo muchas ganas de ir a España para visitarle bien. La otra vez que estuve allí mis compromisos anteriores no me lo permitieron.
Sonó el teléfono. Llamaron a Capablanca y nos despedimos.
Master Class Vol.4: José Raúl Capablanca
El ajedrecista cubano marcó un hito en su época y en todas, en una época en la que el ajedrez romántico daba sus últimos estertores, pasando al ajedrez psicológico y empezando a vislumbrarse el ajedrez científico. Para aprender, entender y apreciar.