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por Manuel López Michelone
Hace unas semanas, a un joven muy entusiasmado con el ajedrez, le puse el siguiente problema:
Pilnick, C - Reshevsky, S.
Campeonato de los EEUU 1942
Juegan las blancas
¿Qué jugar? La joven promesa meditó largo rato y no halló la única jugada del blanco para salvar la partida. Pilnick parece totalmente perdido. Sin embargo, encuentra una jugada salvadora: 1. Df2!! Y las negras no tienen más remedio que capturar la dama, ahogando así a las blancas y rescatando medio punto. El joven de quien hablo anda rondando los 2000 puntos de rating. ¿cómo era posible que no encontrara el único recurso con el que cuenta el blanco? La respuesta es sencilla: falta de cultura ajedrecística. Indudablemente, debido a su juventud, el muchacho en cuestión no ha estudiado las cientos de posiciones clásicas que están más que analizadas en multitud de libros de ajedrez y que es importante conocer.
La razón de estudiar es que no sólo amplía nuestros conocimientos, sino que nos permite no tener que repetir el largo camino de la enseñanza autodidacta. Dicho en otras palabras, la jugada de Pilnick, en este primer ejemplo, sólo demuestra que un recurso como el que vio el conductor de las blancas nace solamente de dos posibilidades: conocimiento previo de patrones de ahogado o bien, por una inspiración en el momento de la partida.
Si pnemos nuestra capacidad ajedrecística en manos de un momento de lucidez o de brillantez, estaremos condenados a producir muy pocas partidas notables. La razón es que la falta de conocimiento sobre las posiciones en ajedrez nos lleva a tener que descubrir todo por nosotros mismos, cuando ya en la literatura ajedrecística nos han ayudado a entender recursos y jugadas brillantes de otros jugadores.
Negar que el estudio es útil es equivalente a despreciar los cientos de años de análisis del juego de ajedrez. ¿Por qué ignorar la historia del juego? ¿sus mejores partidas? ¿a sus mejores exponentes? El análisis cuidados de partidas, de las producciones más brillantes de los grandes campeones del mundo, así como los estudios más significativos en ajedrez nos abren el panorama y nos forman una cultura ajedrecística fundamental. De esta manera podemos jugar mejor, porque no hay que pensar innecesariamente. Por ejemplo, considérese la siguiente posición:
Winter, W. - Capablanca, R.
Hastings 1919
Juegan las negras
¿Qué deben jugar las negras aquí? Piense un poco antes de ver la jugada que hizo el cubano. Las blancas están presionando al caballo clavado en f6. Una jugada que podría pensarse como lógica sería 1. ... Ae7, quitándose la presión. Winter aquí bien podría aquí cambiar un par de piezas y mantener una ligera ventaja, por los peones doblados del flanco dama. Pero Capablanca ha encontrado un interesante detalle. Se quitará la clavada y hundirá a la inactividad al alfil blanco de casillas negras. ¿Cómo? Así: 1. ... g5! Y después de 2. Cf6 Df6 3. Ag3 Ag4 4. h3 Af3 5. Df3 Df3 6. gf3, las negras jugaron con una pieza de más prácticamente, ganando sin dificultad la partida. Así entonces, en el momento en el que las negras jugaron h6, interrogando al alfil de g5, las blancas debieron haber cambiado inmediatamente en f6. Obsérvese como en esta partida local, mi rival cayó en el mismo error de Winter. De nuevo falta de cultura ajedrecística:
González, R. - López, M.
"Lone Pine" Mercenarios 1998
Juegan las negras
Mi última jugada fue … h6 y las blancas quitaron su alfil a h4. Siguió: 2. … g5! Inmediatamente y el alfil blanco estuvo sepultado muchas jugadas.
La cultura ajedrecística es pues una parte del arsenal del jugador de ajedrez. Recientemente en el libro de Jim Plaskett: Can you be a tactical genius? (ed. Everyman Chess), hallé la siguiente posición, la cual cualquiera con la cultura ajedrecística mínima puede resolver, es decir, sin necesidad de tener que pensar:
Porterfield, J - Lynam
Simultáneas (Dublín 1891)
Juegan las blancas
Después de 1. f7 Te5+ 2.Rg4 se llega al famoso final de Saavedra. Hallar la secuencia ganadora, en donde se involucra promover una torre en lugar de una dama, es algo que si no se conoce, es muy difícil de descubrir. En realidad, la feliz idea de coronar torre en lugar de dama es fantástica y posiblemente, si nunca hubiésemos visto el problema de Saavedra, no podríamos ganar la posición del diagrama. Una vez más, cultura ajedrecística.
Por último, he aquí un ejemplo de la falta de cultura ajedrecística propia. La posición del siguiente diagram se presentó en mi partida contra Plaskett en el torneo abierto de Hastings 1988. Aquí me enroqué largo, con toda tranquilidad considerando que mi posición era buena. Sin embargo, el gran maestro inglés me sacó de mis sueños:
López, M. - Plaskett, J.
Hastings (op) 1988
Juegan las blancas
Después de 1. 0-0-0 Plaskett terminó elegantemente la partida: 1. ... Cb2! 2. Rb2 Aa3!! 3. Ra3 Dc3+ 4. Cb3 Ac6 5. Ac5 a5! Y me tuve que rendir. De haber sabido que Kaspárov ya ha dicho que un caballo en f5, o como negras, en f4, es como tener un peón de ventaja. Después de mi primera jugada, 1. 0-0-0, el caballo negro en c4 es equivalente, para las negras, a un peón de ventaja. Diagnóstico: falta de cultura ajedrecística.
Pero quizás no deba ser tan duro conmigo mismo. A Michael Adams le pasó lo mismo que a mí precisamente el mismo año:
Adams, M. - Gelfand, B.
Campeonato juvenil europeo 1988
Juegan las negras
Una vez más se repiten los patrones, las mismas ideas. Parte de esta cultura ajedrecística es recordar los patrones más vistos, más usados, más repetidos. Aquí Gelfand gana después de 1. ... Cb2! Adams no capturó el caballo porque vio que seguía: 2. Rb2 Aa3! Con una combinación similar a la vista en mi partida.
Conclusiones: Estudie. No hay mejor camino.