(Foto:
John Henderson)
La sufridora madre de Kaspárov no pudo contener la alegría y
dio dos besos a uno de los organizadores cuando Ponomáriov se rindió.
Su hijo se jugaba ayer mucho más que otro primer premio: siempre en guerra
con la Federación Internacional, enemistado con muchos colegas y organizadores
por su arrogancia, rayana a veces en el despotismo, casi siempre antipático
hacia la prensa, 'El Ogro de Bakú' debe todo su poder e influencia a
que sigue siendo el mejor: un animal de la competición, de fiereza aterradora.
Ayer exigió que el número de personas entre bastidores (organizadores,
árbitros, profesionales del cine y la televisión, camareros) se
limitase al mínimo para que nada le molestase mientras paseaba como un
león enjaulado cuando le tocaba mover a su rival.
Sin embargo, los nervios de acero de Ponomáriov contrastaban con las
muecas de Kaspárov, quien utilizaba su pañuelo constantemente
para secarse el sudor. El ucranio es tremendo, y se consolida como uno de los
más probables sucesores del ruso, pero éste ha suplido la escasa
pérdida de energía juvenil con la serenidad que le permite atacar
sin perder el control. Ayer, con las piezas blancas, lo hizo magistralmente:
las leyes de la biología requieren matices cuando el ansia de victoria
corre como un torrente por las venas.
Vallejo gana por fin, a Shírov
(Foto:
John Henderson)
El triunfo de Vallejo sobre Shírov en su última partida (descansa
hoy) ratifica al menorquín como una esperanza sólida. Era el 60º
del mundo y la teórica víctima fácil; un novato. Pero finaliza
la liga a doble vuelta de Linares con una victoria, ocho empates con grandes
estrellas y tres derrotas ante Kaspárov, Ponomáriov y el ucranio
Vasili Ivanchuk, subcampeón del mundo. Mucho más de lo que todos,
menos él, esperaban.
Vallejo no tenía ganas de jugar ayer: "No lo dije antes para que
no sonase a excusa barata, pero me encontraba físicamente mal desde que
perdí con Ivanchuk. Y mi moral se resquebrajó mucho tras no ganar
a Adams y perder con claridad ante Ponomáriov". Así que ofreció
tablas en la 9ª jugada, pero Shírov, un luchador ejemplar, las rechazó.
Desde ese momento, la lucha fue muy interesante. Los análisis superficiales
realizados en la sala de prensa, más atenta a la partida de Kaspárov,
indicaban que Vallejo estaba poco menos que perdido. Sin embargo, él
se veía bien: sacrificó un peón para atacar por el flanco
de rey y, al mismo tiempo, reagrupar sus fuerzas hacia el otro ala para recuperarlo.
Eso es exactamente lo que pasó, aunque Shírov pudo jugar mejor.
Tras la ansiada victoria, a Vallejo se le habían pasado todos los males:
"Ahora me siento mucho mejor que hace 24 horas. Pero reconozco que, a veces,
el ajedrez tiene algo de absurdo. No gané posiciones ganadoras contra
Ivanchuk, Kaspárov y Adams, en partidas que jugué con la máxima
energía. Hoy he llegado al escenario sin ganas de jugar, y he ganado".
Y respondió así a quienes creían que, con el peón
de menos, estaba perdido: "Si se juega muy bien no se puede perder, y yo
había jugado muy bien para sacrificar ese peón".
LEONTXO GARCÍA
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