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Si usted consulta los foros ajedrecísticos de internet, verá que está ampliamente difundida la siguiente idea:
“El ajedrez es un juego y nada más,
cualquier discusión sobre él debe limitarse a sus casillas y a sus piezas”.
Considero que esta idea errónea nos priva de discusiones interesantes y dificulta la resolución de problemas humanos que se relacionan con el mundo del ajedrez
Para explicar sus dos importantes consecuencias necesitamos señalar en qué consiste su error: así como en el arte, los deportes y la ciencia —el ajedrez, se dice, participa de todas ellas— existen factores que alteran el producto final sin ser ellos estrictamente necesarios para conseguir los fines propuestos (v.g. las paredes del museo que nos dicen qué es arte y que no, las lluvias que enlodan el campo de fútbol y los valores éticos que condicionan una investigación científica), también existen en el ajedrez factores que aparentan ir más allá de las casillas, la táctica y la estrategia, pero que terminan alterando directa o indirectamente el juego o que no lo alteran y aun entonces son dignos de considerarse. Estos factores no son ajenos al ajedrez, gravitan en su órbita, pero no son indispensables para que el juego siga siendo el mismo sin convertirse, por ejemplo, en damas chinas o en xiangqi: no debemos confundir lo que es esencial al juego con “lo ajedrecístico” en sentido amplio.
Aceptar la existencia de factores no estrictamente ajedrecístico que están involucrados en sus procesos nos parece suficiente para desechar la primera idea, pero podemos dar un paso más allá y distinguir lo esencial del juego de los factores “extra-ajedrecístico”. Nosotros ofrecemos dos opciones:
La primera opción consideraría la belleza, la deportividad, la psicología, etc., como elementos extra-ajedrecísticos y clasificaríamos estos elementos según se “alejen” de su dimensión lúdico-científica y el problema se mudaría a la clasificación de ese “alejamiento”. La segunda opción consideraría la belleza, la deportividad y la psicología como elementos estrictamente ajedrecísticos, pero no así, por ejemplo, el género de quien está jugando o su nacionalidad.
Es claro que sobre este asunto podemos pensar mucho más, pero esta simple exposición deja en claro que los factores exta-ajedrecísticos existen y no por ignorarlos van a dejar de influenciar al juego. Gracias a esta diferencia, contamos con la facultad de hablar y discutir problemas que tiene que ver con el ajedrez y que de otra forma se considerarían asuntos no vinculantes: la representatividad de las mujeres en los torneos de ajedrez, las medidas tomadas por parte de la FIDE con los jugadores y jugadoras de Rusia por causa de la reciente invasión a Ucrania, las condiciones necesarias y suficientes para calificar de bella una jugada, las partidas perdidas por causa de un mouse slip o la cuestión dineraria de los premios en los torneos.
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