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Domingo, 21 de noviembre de 2010
Por Carlos A. Ilardo
Ese hombre con acento mexicano, tez oscura y al que va plateando su cabello las cenizas de los años, es un exitoso empresario y promotor, con más de medio siglo dedicado al seguimiento de las expresiones artísticas. Hiquíngari Carranza, oriundo de Michoacán y vecino del Distrito Federal, hace poco más de una década que sumó a su acervo, una vieja pasión: el ajedrez. Cuando comprendió que era mejor lo que planificaba que lo que ejecutaba frente al tablero, renunció a los jaques y enroques y comenzó a soñar con sitios, en blanco y negro. Desde entonces, en el mundo de columnas y diagonales, por donde transitan peones agresores, torres homéricas y armadas reinas, a Hiquíngari Carranza se lo conoce como el "Rey Midas del ajedrez". Todo lo que toca lo convierte en oro.
Hiquíngari Carranza frente al tablero de ajedrez
“Sí en cada concierto, en cada espectáculo que uno organiza es capaz de sembrar semillas fértiles en el corazón y en la sensibilidad del público, se generará una conciencia social de solidaridad y de motivación para el surgimiento de entendimientos y de nuevas sensibilidades artísticas”, dice el Coordinador General de Festival de Ajedrez UNAM 2010, que se realiza con motivo de los festejos del Centenario de esa casa de estudios, ejemplo y líder de Iberoamérica.
El evento, único en su carácter en todo el planeta y en la historia del milenario juego ha sido capaz de reunir en ocho días la más variada gama de expresiones artísticas, en la que el ajedrez confluye y se luce haciendo gala de sus fantásticas virtudes; como ciencia, entretenimiento, arte, deporte y educación.
Por eso, con voz grave y lenta, y con un rictus casi permanente que le cruza la cara como un garabato, aunque cultiva el perfil bajo, Carranza, que desde hace 29 años está al frente del Centro Cultural El Juglar, sitio de encuentros históricos de escritores de la talla de Juan Rulfo y Juan de la Cabada, ahora agregó “este Festival de la UNAM 2010 no nació de un despertar, aunque sí es cierto que uno cada día se levanta y va pensando y acumulando sueños de realizar variados tipos de eventos con el ajedrez con la esperanza y el sueño que resulten determinantes para la vida de alguien, porque conque sólo en una persona logremos prender la semilla podremos decir que la tarea está cumplida y en lo personal me sentiré plenamente satisfecho”.
Ud. Realizó los tres grandes festivales de ajedrez llevados a cabo en el Zócalo, incluso en uno de ellos se alcanzó el record mundial de partidas simultáneas. ¿Cree que este Festival de la UNAM es superior a aquello?
Para este festival hace casi un año que estamos trabajando en equipo junto a un grupo de personas, incluso hemos movilizados a casi 1500 personas que de manera voluntaria han dado lo mejor de cada uno. Sería injusto decir que supero aquello de 2006 porque aquel espectáculo del Zócalo y este Festival son cosas diferentes. Lo de la Plaza tuvo su valor e importancia, me satisfizo en lo personal, se trató de una fiesta de un solo día en el que uno pudo percibir el entusiasmo irrepetible de la gente y de todos los niveles sociopolíticos, culturales y económicos. Esa mezcla de ciudadanos fue maravillosa. Este homenaje a la UNAM es otra cosa, tiene otra dimensión por la duración y la gente que nos visitó. Sin dudas son cosas diferentes.
El Zócalo
El ajedrez mundial sufre la incapacidad de sus dirigentes, resulta increíble que en pleno siglo XXI aún resulte imposible para algunas federaciones conseguir un auspiciante para la actividad. ¿No cree que Ud. podría ocupar ese lugar?
Mira, yo no soy un hombre al que le guste entrar en avatares, en guerras políticas pero lamentablemente, y digo esto porque no debería ser así, éstos puestos tiene una pesada carga política, por eso, mi visión del tema es que creo que puedo hacer o dar más beneficios al ajedrez de una manera autónoma, independiente.
Y en su visible afán de superación; ¿Ud. cree posible que su próximo reto sea mayor que lo alcanzado en este Festival?
(Suelta una amplia) Bueno, ese será el gran reto, pero soy un ser humano que confío en las ideas, éstas se transmiten, llegan y uno intenta perfeccionarlas. Por eso creo que sí, que se puede hacer aún algo mayor que lo realizado en este Festival de la UNAM. Acompañado de sus hijos, Hiquíngari Carranza, se pasea por las calles de la ciudad universitaria de la Universidad Nacional Autónoma de México, como si deseara con sus propios ojos y sentir a flor de piel cada una de las exposiciones, charlas, debates y competencias programadas en esta Fiesta del Ajedrez. Acaso, sin proponérselo, arrastra junto a su idiosincrasia una filosofía tanguera cuando habla de sus sueños; similar a la que Don Enrique Santos Discépolo, cuando hace 60 años compuso el tango
Uno:
Uno busca lleno de esperanzas
el camino que los sueños prometieron a sus ansias;
sabe que la lucha es cruel y es mucha,
pero lucha y se desangra por la fe que lo empecina
¿Cuál es su mayor sueño con esta fiesta del ajedrez?
Uno sueña, proyecta, desea, pero lo fundamental aquí ha sido que nos permitiera vincular dos ramas fundamentales del entendimiento humano y de la vida, ellas son la parte lúdica-cultural y la parte deportiva, la que intentamos que quedara reflejada en cada lugar.
Hiquíngari Carranza en la entrevista con Carlos Ilardo
Hiquíngari Carranza, un soñador, el hombre que ejecuta los movimientos con la precisión de un artista.
Texto: Carlos Ilardo
Fotos: Graciela Manteiga
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