Nabokov, el compositor de problemas

por Carlos Alberto Colodro
14/03/2018 – Enfrentaba la escritura de cada una de sus novelas como se enfrentan los problemas de ajedrez y consideraba que las composiciones ajedrecísticas eran comparables con la poesía. El polifacético Vladimir Nabokov fue uno de los más célebres creadores de puentes entre el ajedrez y el mundo del arte. En la foto de la entradilla sale Nabokov en 1973 | Foto: Walter Mori

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Nacido a finales del siglo XIX en San Petersburgo, a lo largo de su vida Nabokov residió en Inglaterra, Alemania, Francia, Estados Unidos y Suiza. Además de componer algunas de las novelas más destacadas del siglo XX, dedicó gran parte de su tiempo a coleccionar mariposas y a componer problemas de ajedrez. Su amor por el detalle, un rasgo propio de problemistas y lepidópteros, se distingue claramente en su obra literaria.

Publicada en 1930, su tercera novela, La defensa (Zashchita Luzhina en el ruso original y The Luzhin Defense en inglés), centra la trama alrededor del gran maestro Luzhin y su dificultad para distinguir entre el mundo real y el torbellino de piezas y combinaciones que puebla su mente. El autor, de forma deliberada, estructura la obra como una partida en la que el protagonista debe encontrar la defensa que le permita liberarse del pesar que conlleva esta dicotomía.

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En su artículo Nabokov's Playground: The Defense, Yakov Klots menciona algunos de los juegos lingüísticos que usa Nabokov para subrayar el conflicto del personaje. Luzhin, obsesionado, suele conceder de forma arbitraria una connotación ajedrecística a palabras polisémicas. Así, por ejemplo, en el siguiente pasaje se describe la frustración del protagonista al no poder pasar más tiempo con su prometida a causa de las diversas combinaciones de visitas que abarrotan su casa:

"Una vez que empezaron a llegar las visitas, que cada tarde formaban combinaciones diversas, Luzhin no pudo ya estar a solas con su prometida un solo momento, y su lucha con ellos, sus esfuerzos por penetrar el espeso tejido que formaban, tomaron inmediatamente un tono ajedrecístico".

El vínculo que Nabokov reconocía entre arte y ajedrez se evidencia también en el primer encuentro de Luzhin y el juego que lo obcecaría por el resto de su vida. La persona que lo introduce al mundo de los escaques es un violinista amigo de su padre, quien, al ver un tablero, afirma: "Las combinaciones son como melodías. ¿Sabe usted?, sencillamente, puedo oír las jugadas". Es en ese momento que la mente del entonces adolescente Luzhin se transforma de forma inexorable.

La portada del libro "The Luzhin Defense" por Vladimir Nabokov

La portada del libro "The Luzhin Defense" por Vladimir Nabokov

El nexo con la música se mantiene a lo largo de la obra. Así se describe lo que pasaba por la mente del protagonista durante una partida contra su archirrival Turati: “...y en seguida una especie de tempestad musical recorrió el tablero, y Luzhin buscó empecinadamente una mínima nota clara que pudiera transformar a su vez en una estruendosa armonía".

Es más, una de las cualidades que provocaba el encantamiento que sentía Luzhin por el ajedrez era la pureza del juego, su carácter abstracto regido por reglas claramente definidas. No extraña, por lo tanto, que Nabokov haya decidido que su personaje prefiriera enfrentarse al tablero a ciegas:

"Encontraba en ello un profundo placer: no tenía que tratar con piezas visibles, audibles ni palpables, que por la singularidad de su forma y la textura de la madera le causaban permanente desazón, aparte que las veía tan sólo como la burda envoltura mortal de las exquisitas e invisibles fuerzas del ajedrez".

La contribución de Nabokov al ajedrez

La naturaleza obsesiva de Luzhin tiene un matiz autobiográfico. Nabokov, en su autobiografía Habla, memoria, publicada en 1963, llega a lamentarse por la enorme cantidad de tiempo que le dedicaba a la composición de problemas de ajedrez:

"...fuera lo que fuese, pertenecía a un orden especialmente estimulante de sensaciones, y lo único que tengo en contra de todo eso hoy en día es que la maníaca manipulación de figuras esculpidas, o de sus equivalentes mentales, durante mis años más entusiastas y prolíficos, engulló una importante parte del tiempo que hubiese podido dedicar a las aventuras verbales".

Jugando una partida amistosa con su esposa Vera. Foto: Life Magazine

Jugando una partida amistosa con su esposa Vera. Foto: Life Magazine

Durante sus primeros años de exilio voluntario, el petersburgués publicó algunos de sus problemas en las revistas Rul' de Berlín y Poslednie Novosti de París. Para él, vale la pena aclarar, existe una gran distinción entre la composición de problemas y la participación en partidas de ajedrez. Uno de sus personajes, Fiodor Gudonov-Cherdyntsev, protagonista de La dádiva (Dar en el ruso original), es al mismo tiempo poeta y problemista, dos actividades que el autor hermana en su vida y en su obra. Nabokov describe así una parte del proceso creativo de Gudonov:

"...e inmediatamente se ponía de manifiesto que la idea surgida con tanta pureza en su cerebro exigiría, sobre el tablero —a fin de liberarla de su gruesa y tallada cáscara— inconcebibles esfuerzos, un máximo de tensión mental, infinitos intentos e inquietudes y, sobre todo, ese ingenio constante con el cual, en el sentido del ajedrez, se construye la verdad".

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El artículo Vladimir Nabokov: More Chess Problems and the Novel —publicado en 1979 y escrito por Janet Gezari y W. Wimsatt— enfatiza el aprecio del novelista ruso por los problemas en contraposición con las partidas y menciona la ilustrativa comparación que se presenta en La dádiva:

"Para él, la construcción de un problema difería del juego casi del mismo modo que un soneto verificado difiere de las polémicas de los publicistas. La composición de uno de estos problemas se iniciaba lejos del tablero (como la composición del verso empieza lejos del papel), con el cuerpo en posición horizontal sobre el sofá..."

Problema compuesto a mano por Nabokov (McGraw-Hill, 1969)

Problema compuesto a mano por Nabokov (McGraw-Hill, 1969)

En este sentido, como aclaran Gezari y Wimsatt, el lenguaje de la controversia o el de las partidas debe serle útil al polemista o al jugador en pos de conseguir la victoria, mientras que el lenguaje del soneto, como el de un problema ajedrecístico, tiene un propósito en sí mismo y es valorado por sus propios méritos.

Otra similitud entre problemista y escritor es descrita por el mismo Nabokov en su autobiografía: "Debería quedar claro que en los problemas de ajedrez la batalla no se libra entre blancas y negras sino entre el compositor y el hipotético solucionista (del mismo modo que en la narrativa de primera categoría el verdadero duelo no es el que libran entre sí los personajes sino el que enfrenta al autor con el mundo)".

La fusión de las dos aficiones produjo el libro Poems and Problems, publicado en 1969. El ya nacionalizado estadounidense Nabokov incluye en su antología 39 poemas escritos originalmente en ruso y traducidos por él mismo, 14 poemas escritos en inglés y 18 de sus composiciones ajedrecísticas. Una selección de estos poemas —traducidos por Javier Marías— y los problemas con soluciones —trabajo coordinado por Félix de Azúa— fueron publicados en 1999 bajo el título Desde que te vi morir.

El reservado políglota pasó sus últimos días en la localidad suiza de Montreux junto a Vera, su esposa, y Dmitri, su hijo. De sus obras, sus aportaciones como lepidóptero y sus problemas de ajedrez nos queda la semblanza de un hombre prolijo y determinado, que encontró —también— en el ajedrez un medio para expresar sus grandes ambiciones estilísticas.

Bibliografía

  • Gezari, J., & Wimsatt, W. (1979). Vladimir Nabokov: More Chess Problems and the Novel. Yale French Studies, (58), 102-115.
  • Klots, Y. L. Nabokov’s Playground: The Defense. Yale University.
  • Nabokov, V., Barrera, C., & Tappe, H. (1965). La defensa. México, D.F.: Editorial Diana.
  • Navokov, V. (2006). La dádiva. España: Anagrama.
  • Navokov, V. (1986). Habla, memoria: una autobiografia revisada. España: Anagrama.

Carlos Colodro estudió Filología Hispánica en Santa Cruz, Bolivia. Trabaja como traductor y escritor independiente desde 2012. Mucho de su trabajo se realiza en textos relacionados con el ajedrez, uno de sus más grandes intereses, junto con la literatura y la música.

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