ChessBase 17 - Mega package - Edition 2024
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Björn, ya has organizado muchos torneos escolares. ¿Cuáles?
Björn Lengwenus: Cielos, ya han sido cientos... Desde el Torneo Internacional de Ajedrez del club de ajedrez escolar SGHHUB con la participación de equipos de muchos países (también de España), el Campeonato de Alemania de Ajedrez Escolar, los Campeonatos de Alemania por Equipos, la Copa de Coca Cola y muchísimos más. Además, desde hace unos años organizo el torneo más grande del mundo de ajedrez escolar, el torneo Alsterufer (se enfrentan la margen izquierda contra la margen derecha del Lago Alster en Hamburgo, es decir, los alumnos de los respectivos colegios de todos los barrios, con unos 3.000 participantes en cada edición)
El torneo Alsterufer en el Centro de Congresos de Hamburgo
¿Cómo nació la iniciativa de los colegios embajadores para la Olimpiada de Ajedrez en Dresde?
Björn Lengwenus: Participé como voluntario para la zona de Hamburgo y el norte de Alemania en un proyecto que se llevó a cabo con los colegios con motivo del Campeonato del Mundo de Fútbol en Alemania. Se llamaba "colegios embajadores del Mundial de Fútbol". Fue un gran éxito y el proyecto me encantó. Entonces participaron 204 colegios. Cuando me enteré de que la Olimpiada de Ajedrez se iba a disputar en Dresde, empecé a soñar con una acción parecida
sobre la Olimpiada de Ajedrez: "los colegios embajadores de la Olimpiada de Ajedrez". ¡Vaya pedazo de oportunidad sería eso para el ajedrez alemán!, me dije a mi mismo. Me parecía que no nos deberíamos perder esta oportunidad y sugerí la idea en una entrevista oficialmente. La Juventud Alemana de Ajedrez se dirigió a mi y me dijeron: ¡Venga! ¡Lo hacemos!
Así copié el proyecto del Mundial de Fútbol. La idea era la siguiente: mediante un sorteo, se iba a determinar qué colegio sería embajador de qué país participante en la Olimpiada. Y luego el respectivo colegio trataría
apadrinaría a su país en clase, examinando y tratando los diferentes aspectos del mismo y realizando proyectos y exposiciones. Los colegios hasta tenían la posibilidad de ponerse en contacto con el propio país para
hacer intercambios y establecer amistades internacionales e interculturales. Para nosotros la única pregunta
era: ¿podremos encontrar a 180 colegios embajadores? Así que en lugar de subirme al helicóptero, me subí a mi VW Golf (un poco como un "Franz Beckenbauer para pobres") para viajar de campeonato
en campeonato y hacer publicidad para mi idea. No fue difícil, todos se
mostraban entusiasmados en seguida. También me puse en contacto con ChessBase, Euroschach y Focus-Schule para tener más apoyo. Vladimir Kramnik
llegó a ser el patrón del proyecto y todo tenía muy buena pinta. Efectivamente
logramos encontrar suficientes colegios interesados y finalmente invitamos a los
representantes a Hamburgo para realizar el sorteo. ¡Fue un bombazo! Uno de los
acontecimientos más profesionales que jamás he podido co-organizar.
El bautizo de la iniciativa en Hamburgo con invitados celebres: el GM Helmut Pfleger,
el GM Karsten Müller, el ex campeón del mundo Vladimir Kramnik, Smudo del grupo de música pop alemán "Fantastische Vier" y la cantante de rock y actriz Vaile
El sorteo de los colegios embajadores con Vladimir Kramnik y Vaile
Björn Lengwenus, Vladimir Kramnik
Todo iba perfectamente. Un preludio inmejorable. Quizá hasta mejor que cuando la iniciativa del Mundial de Fútbol. Entonces acudió al menos Jürgen Klinsmann.
¿Cuántos colegios y cuántas personas han participado en total? ¿Durante cuánto tiempo se desarrolló la iniciativa?
Björn Lengwenus: Finalmente participaron alrededor de 180 colegios, es decir, unos 70.000 participantes. Es impresionante,
¿verdad? La acción se desarrolló durante año y medio, se disputaron muchos torneos escolares y hubo numerosos proyectos relacionados con los respectivos países. Probablemente ha sido la actividad más grande de ajedrez escolar de todos los tiempos.
¿Cuáles fueron los acontecimientos o acciones más destacables?
Los cinco torneos de los colegios embajadores. Aunque solo les puedo describir el de Hamburgo, porque allí estuve presente. Me acerqué a una tienda que vende banderas, se llama Apfelstedt und Hornung y, ¡nos regalaron las banderas cuando les conté para qué las necesitaba!
Estaba presente nuestra Consejera de Educación y se prestó un juramento oficial. Fue increíble lo que habían ideado los colegios representantes de los diversos países: "Israel" entregó material informativo a los rivales, hubo estupendas presentaciones, por ejemplo, del Landesbildungszentrum für Hörgeschädigte (Centro Educativo para Sordos) en Oldenburg, que presentaron a Barbados. Lo más llamativo, una auténtica locura creativa, fueron las presentaciones. Ya había visto algunas cosas a lo largo de la acción, pero lo que luego encontré en el buzón como resumen de las actividades me hizo alucinar. Me pasé un fin de semana entero viendo todo el material y me quedé sin palabras. La acción del torneo de los colegios embajadores había atraído 150 reportajes en la prensa, una fantástica publicidad para la Olimpiada antes de que siquiera hubiera empezado. Los embajadores (p. e. el embajador de Madagascar) acudieron a los colegios. El Cónsul de Serbia resultó ser maestro de ajedrez y jugó una exhibición simultánea contra los alumnos de su colegio embajador. En algunos casos hasta se decoraron los centros comerciales. Las presentaciones me conmovieron. Los niños habían invertido mucho esfuerzo y cariño para representar a sus respectivos países.
Las acciones en los colegios: aquí Albania
Visita de Chernóbyl
Casi todos los colegios habían organizando un así llamado "Día del País", presentando su país
apadrinado a los demás alumnos del colegio. He tenido la suerte de presenciar este día en el colegio hamburgués Frohmestraße (cuyo país era Rusia). ¡Habían decorado todo el colegio! Hubo una banda de música de folklore ruso que animaba
en el patio. Los niños jugaron al ajedrez por todas partes. En la entrada habían colocado un tablero gigante de ajedrez. Detrás de cada una de las 64 casillas se escondía un reportaje o un informe sobre Rusia. Detrás de una de las puertecitas hasta había un altavoz
y al abrirla sonaba el himno nacional de Rusia. En los otros colegios fue parecido. Muchísimos colegios se pusieron en contacto con los representantes oficiales de sus países e hicieron mascotas para los integrantes de los respectivos equipos olímpicos de sus países para la Olimpiada de Dresde.
Aquellas presentaciones que se pudieron abrir paso hasta el Centro de Congresos en Dresde, a pesar de los señores de los servicios de seguridad que intentaban impedirlo y aunque no había biombos para exponer las obras, fueron magníficas y muy dignas de ver.
Dicha acción a atraído un tremendo interés en los medios de comunicación de Alemania y ha sido una gran promoción para la Olimpiada de Ajedrez de Dresde.
No les ha costado ni un céntimo, ni han dado ninguno para ayudar a los colegios en ningún momento. La propia Juventud Alemana de Ajedrez tampoco tenía muchos recursos (por ejemplo, para los torneos entre los colegios embajadores) y finalmente han sido otros, los que han dado dinero para ello. ChessBase ha pagado varios miles de euros para la inauguración de la
iniciativa en Hamburgo y también el Hamburger Schachjugendbund ha
aportado fondos para apoyar el torneo de los colegios embajadores.
Lo que más loco me parece, es lo siguiente: las autoridades de Hamburgo no han vacilado ni un segundo
en apoyar la acción con su ciudad hermana, Dresde, respecto al torneo de los colegios embajadores. Han dado 1.000 euros para que hubiese trofeos, premios y manutención. Ahora agárrense bien: en Dresde, los organizadores
anularon los vales para el transporte público gratuito en las acreditaciones de los niños hamburgueses. Los alumnos y sus acompañantes tuvieron que sacar billetes para todos los viajes para desplazarse a las actividades en Dresde. Feo, ¿verdad? ¿No se lo pueden creer? Pues, así fue.
¿Qué reacciones hubo en los países representados por los colegios alemanes?
Björn Lengwenus: Estaban encantados. Me había puesto en contacto con los
consulados en Hamburgo ya para la inauguración del proyecto y el Cónsul de Finlandia se acercó a la presentación. Muchos embajadores o cónsules han enviado paquetes a los colegios embajadores y algunos hasta se han pasado por allí para
hacerles una visita. Todos los colegios querían ir a Dresde, aunque ellos mismos tuvieran que correr con los gastos. Como embajadores querían apoyar a "su" equipo en la Olimpiada y, por supuesto, entregarles a los jugadores las mascotas que les habían preparado para que tuvieran buena suerte. Pero cuando los niños llegaron a Dresde y querían encontrar a "su equipo", no se lo permitieron. ¡Es increíble!
¿Qué han hecho los organizadores de Dresde para apoyar la acción de los colegios embajadores?
He tenido la sensación desde el principio, que no les gustaba nada dicha acción. No aportaron nada en metálico que fuese digno de mencionar. Ni siquiera estaba muy seguro de que nos dejaran disputar el torneo en el Centro de Congresos de verdad... Parece mentira que no hayan comprendido el objetivo de este proyecto. Durante todo el torneo en Dresde ninguno de los organizadores se ha tomado la molestia de darles las gracias a los niños por todo lo que habían hecho, así que hasta tuvimos que improvisar algo al respecto y hacerlo nosotros mismos.
Kirsten Siebart: Al final el Presidente de la Federación de Turingia de Ajedrez ha dicho algunas palabras bonitas... porque se le había solicitado.
¿Cuántas personas han acudido a Dresde para disputar el torneo de los colegios embajadores?
Björn Lengwenus: Unos 900. En el torneo final participaron 400 jugadores, además 120 embajadores, padres, seguidores, etc.
¿Qué les ha costado todo eso a los colegios, o bien a los
alumnos y sus padres?
Björn Lengwenus: Ha sido tremendo. Muchos colegios han sacrificado todo el presupuesto del Schulverein (nota: el Schulverein, o "Club de la Escuela" es una institución establecida en Alemania que
recolecta dinero de aquellos padres que se lo pueden permitir para que los niños de aquellas familias que no, pueden participar en actividades escolares, como viajes, excursiones, con los demás) o los padres de los niños tuvieron que pagar los gastos directamente. Tan solo el viaje a Dresde nos ha costado 100 euros por persona, más alojamiento, comidas...
Han sido fácilmente 2.000 euros por colegio. Entonces serán unos 100.000 euros los que tenían que pagar los participantes, acompañantes, colegios, etc.
¿Qué programa hubo en la propia Olimpiada por parte de los colegios?
Björn Lengwenus: Para Dresde teníamos previsto un torneo final con los mejores equipos. Además también querían viajar a Dresde muchos niños en su función de "embajadores" así que organizamos también un torneo para los embajadores. Lo que más me gustó fue el hecho de que logramos que acudiese un equipo juvenil del próximo lugar del encuentro de la Olimpiada, es decir, de Kanthy Mansiysk que, lógicamente, jugaron como "embajadores" de Alemania. Además los niños formaron parte importante del programa de la ceremonia inaugural y debían entrar con la bandera del país al que representaban. Al final de la visita estaban invitados a un bufete de gala en cuyo marco también se iba a inaugurar la exposición de los trabajos hechos por los niños, en el "World of Chess“.
¿Qué tipo de apoyo
recibisteis en situ por parte de la organización de Dresde?
Björn Lengwenus: Ningún tipo de apoyo.
¿Qué pasó después de la llegada a la Olimpiada de Dresde?
Björn Lengwenus: Aquí comenzó la catástrofe. Kirsten y yo habíamos preparado ambos torneos con mucho
esmero.
Kirsten Siebarth: Había reunido un gran equipo que debía organizar los torneos y la llegada a los albergues juveniles en Dresde.
Björn Lengwenus: Pero entonces comenzó el fiasco por todas partes. Nos mandaron cobrar 4,50 € a cada uno de los niños para el "bufete de gala" y entregarles una tarjeta de acreditación. Pero no los había. Había preparado el folleto con el programa ya en Hamburgo para informar a los niños y esa fue la información que me habían dado.
Kirsten Siebarth: Nuestros ayudantes estaban en los albergues y dieron la bienvenida a los participantes, pero allí tampoco habían llegado las tarjetas de acreditación. Algunos de los alumnos viajaron por toda la ciudad con sus acompañantes para localizar las acreditaciones y luego esperaron dos horas en vano para recibirlas.
Björn Lengwenus: Eso fue especialmente horrible porque dichas acreditaciones en principio eran innecesarias, pues en el dorso les habían anulado el permiso para viajar gratuitamente en el transporte público.
Kirsten Siebarth: Lo que más grave me pareció a mi fue lo que ocurrió el día de la llegada, en la Freiberger Arena, donde tenían que ensayar para la ceremonia inaugural que se iba a celebrar al día siguiente.
Björn Lengwenus: Sí, desde luego, eso fue increíble. Yo también estaba allí con mi equipo y estaba esperando a los organizadores de la inauguración. Pensé que igual iban a decir algo amable para dar la bienvenida a los niños, pero nada. En lugar de eso: ¡caos! Nadie sabía de nada. El director estaba completamente sobrecargado y sus colaboradores decían permanentemente "Ay, lo siento mucho."
Kirsten Siebarth: No. Realmente no habían organizado nada de nada.
Björn Lengwenus: Entonces yo me puse a correr de un lado al otro, comunicando en voz alta (sin micrófono, claro) las novedades que me acababan de comentar a mi.
Kirsten: Lamentablemente tampoco estaba presente Jörg Schulz, el Gerente de la Juventud Alemana de Ajedrez.
Björn Lengwenus: De esta manera, fui yo el que se convirtió en el símbolo del fracaso para alumnos, profesores y padres. Ahora que había empezado a intentar coordinar los acontecimientos, también llegué a ser la cara del culpable de todo este lío. Fue una catástrofe, también personalmente para mi .
Kirsten Siebarth: Especialmente cuando el director de la ceremonia inaugural comentó que le daba completamente igual que los niños hubieron realizado año y medio de trabajo en proyectos relacionados con los países que representaban. Los niños habían pensado, como todos nosotros, que iban a entrar en la sala del acto con las banderas des sus países. Nada. Les iban a dar cualquier bandera, fuese el país que fuera.
Björn Lengwenus: Me pareció vergonzoso. Fue tan horrible que nuestro equipo organizador decidió escribir una carta informativa aquella misma noche para procurar evitar una catástrofe total en el momento de la verdad.
Kirsten Siebarth: Pero no sirvió de nada.
Björn Lengwenus: No, porque la mañana siguiente todavía iba a ser peor que el primer ensayo. Caos y pavor. Me acerqué a la sala de patinaje sobre hielo Freiberger Eishalle con la información, que me había dado Jörg Schulz, que después del primer ensayo general a las 11:00 horas, iba a haber comida y bebida para todos.
A las 11:00 horas no había nadie. Nada. Y mientras Kirsten estaba preparando el torneo en el Centro de Congresos, estaba yo allí en la sala de la inauguración y los participantes y acompañantes me atacaban con preguntas. Me puse a la búsqueda de los responsables, pero cada vez que encontré a alguien que igual podría haber sido la persona en cuestión, me mandaron a preguntar a otra persona. Ni siquiera nos dieron bebidas. Hay que imaginárselo bien: mientras que los demás artistas están tomando cava, a los niños ni siquiera les daban agua. Y luego de repente comenzó el ensayo.
Durante este segundo ensayo, seguí investigando. Resultó que todavía no estaba claro, dónde estaban las entradas para la inauguración que nos habían prometido para los acompañantes. De repente dijeron: aquellos niños que no tienen pulseras rojas, tampoco recibirán comida ni bebida después del segundo ensayo general. ¿Cómo? ¿Qué pulseras rojas?
Realicé llamada tras llamada e intenté hablar con las personas en la sala, pero nadie se sentía responsable. Al final estalló el caos en el rincón de la comida. En una barra diminuta entregaron la comida como si fuese para 20 personas. Pero la cruda realidad eran cientos de niños con sus acompañantes que después de horas de ensayos esperaban llenarse el estómago con una comidita calentita. Los pocos que atendían la cantina no pudieron con esa cantidad de gente. Al final la mitad de los niños no habían comido.
Kirsten Siebarth: Afortunadamente al menos podíamos organizar el torneo nosotros mismos. El momento del juramento olímpico fue muy bonito y conmovedor. Al menos el torneo funcionó perfectamente. Los niños habían traído sus camisetas de los equipos nacionales, las banderas estaban sobre las mesas y fue tal y como lo habíamos vivido también en los torneos previos.
El torneo de los colegios embajadores: la gran final durante la Olimpiada de Dresde
Los niños con sus camisetas nacionales
Serbia
España
Björn Lengwenus: Di un pequeño discurso y poco a poco se levantaban los ánimos. En paralelo intentaba conseguir las entradas prometidas para los acompañantes. Era una pesadilla el imaginarme que los padres de los alumnos participantes se pudieran quedar fuera. Además quería conseguir que los niños no tuvieran que estar más de una hora metidos en los pasillos antes de poder entrar en la sala. Había una tribuna donde iban a estar sentados más tarde, así que, ¿por qué antes no? Imposible. ¿Qué mundo es este donde los mayores dejan esperar a los niños en el pasillo frío de una sala de patinaje sobre hielo en lugar de arriesgar un poco de ruido en una de las tribunas durante un momento?
¿Quién participó en la ceremonia inaugural? ¿Finalmente dejaron entrar a todos los niños y sus acompañantes?
Kirsten Siebarth: Que va. Nos habían prometido las entradas pero no estaban.
Björn Lengwenus: En un momento dado he levantado la voz para anunciar en la sala de los ensayos que por favor, que todos entrasen corriendo por alguna de las puertas abiertas y buscarse un sitio.
Kirsten Siebarth: Los muy astutos habían negociado por su propia cuenta que con su acreditación recibirían una entrada gratuita.
Björn Lengwenus: El colmo fue que solo dejaron entrar a dos niños embajadores aunque el equipo estaba integrado por seis. Es decir, cuatro de los niños tuvieron que comprar una entrada aunque sus compañeros de clase formaban parte del programa. Nos pareció imposible.
¿Y la propia ceremonia inaugural?
Björn Lengewenus: Bueno, no estuvo mal. El momento más emocionante fue cuando nuestros embajadores entraron en la sala. ¡Lo han hecho tan bien! En este programa maratoniano fue el punto culminante. Allí estaban, brillantes e invencibles después de un día de completa ignorancia por parte de la organización, tan maravillosos como solo ellos lo pueden ser. Por un momento se me puso la carne de gallina.
Kirsten Siebarth: Pero solo durante unos minutos. Porque al final tenían que aguantar sobre el hielo durante 30 minutos.
¿Mientras los niños entraban en la sala alguien gritó "¡Dejad libres a los niños!" ¿Sabéis por qué?
Björn Lengwenus: Efectivamente. Alguien que había visto cómo se había tratado a los niños gritó "¡Dejad libres a los niños!" Un poco fuera de sitio, pero quizá también con algo de razón. La verdad es que los niños fueron más "profesionales que los actores de verdad.
Kirsten Siebarth: Solo el hecho de que tuvieran que esperar más de una hora en el pasillo delante de la sala y no permitían estar a nadie para atenderlos... Pueblerino. O quieren tener niños en la inauguración, o no.
Al menos uno de los niños ha vomitado. ¿Por qué?
Kirsten Siebarth: Después de un día de este tipo. Tanto estrés, apenas agua para beber, ni comida y luego el pasillo frío para esperar. Y después discursos interminables y todos los niños tenían que estar quietos sobre el hielo. Es extraño que solo haya sido uno, el que vomitase.
Björn Lengwenus: Yo no habría aguantado eso.
¿Cómo fue el torneo de niños y padres en Dresde?
Björn Lengwenus: El propio torneo fue un éxito. La inauguración y todo lo relacionado ha estropeado el buen ambiente. El último día casi lo habíamos logrado, el torneo funcionó bien, los niños estaban contentos porque habían visto a las estrellas de ajedrez, aunque muchos se llevaron una desilusión cuando no les permitieron entregar las mascotas de la buena suerte.
Kirsten: …hasta la noche de la clausura.
Björn Lengwenus: Fue una de las horas más negras de mi vida ajedrecística. A las 15:00 horas llegué al Ayuntamiento. Primero busqué los 180 biombos que nos habían prometido. En realidad solo hubo 12. Aquellos colegios que ya habían llegado al Ayuntamiento habían preguntado y estaban decorando los biombos disponibles. Tenía una pinta estupenda, pero lamentablemente no había sitio para más. Así que volví a guardar nuestra presentación de Nueva Zelanda. Bajé a la sala en la que se iba a celebrar la clausura y me quedé pasmado: allí había numerosas columnas de un metro de anchura, un mini escenario y sitio para unas 100 personas. Nadie que alguna vez hubiera moderado una clausura podría sugerir celebrarla en semejante sitio.
¿Quién había elegido la sala?
Björn Lengwenus: Dirk Jordan. Pero Jörg Schulz también conocía esta sala. Me parece inexplicable que no lo hubiera evitado. Pero cuando llegó y lo miramos juntos también le entraron escalofríos.
Kirsten Siebarth: Habíamos propuesto encontrarnos en Dresde para ver la sala para la clausura, pero Jörg comentó que igual iba a ser un poco difícil en esta sala, pero que ya funcionaría y que no hacía falta que lo viésemos antes.
Björn Lengwenus: ¿Difícil? ¿Cómo difícil? Fue imposible. Ni había pantalla, además, ¿dónde? Había trabajado toda la noche anterior para preparar una presentación de los tres días en Dresde, hasta con sonido. ¿Y ahora? No había ni micrófono, ni luz, ni proyector, ni pantalla. Y tampoco podía vislumbrar el bufete que nos habían prometido. Finalmente me comentó el "chef" del catering: "Cada uno recibirá una salchicha y un refresco, eso es todo". Jörg intentó explicarle que se iba a armar un lío muy gordo si al menos no daba todo lo que tuviera en su puesto. (Ya podía imaginarme vivamente esta debacle...) Los colegios habían pagado 4,50 € y esperaban un bufete, no una salchicha. Y además esta sala completamente inapropiada. Lo que más me hubiera gustado hacer en aquel momento, habría sido marcharme.
Kirsten Siebart: Y yo, cuando llegué. No me lo podía creer.
Björn Lengwenus: Cuando llegaste tú, al menos ya se había colocado el micrófono improvisado. Pero no fue posible ensayar. Las 900 personas, alumnos, padres, monitores, profesores, querían entrar. Jörg se subió al escenario primero.
Ay. Ya he moderado muchísimos acontecimientos a lo largo de mi vida. En el Jungfernstieg (una calle en el centro de Hamburgo) o en el torneo Alsterufer delante de más de 3.000 personas, pero aquí únicamente he pasado vergüenza. La ceremonia llegó a ser el fracaso esperado. Y para poner el puntito sobre la í, finalmente les teníamos que confesar que lo del bufete había sido un rumor y que iban a tener una salchicha por sus 4,50 euros. ¿Cómo puede una ciudad invitar y luego ofrecer semejante farsa. ¿O
quizás la idea no fue de la ciudad de Dresde?
La clausura del torneo en el Ayuntamiento de Dresde
¿Cómo reaccionaron?
Kirsten Siebarth: Se armó un alboroto. La gente quería que les devolviésemos el dinero (como habíamos sido nosotros los que
lo recaudamos...)
Björn Lengwenus: Todos se quejaron gritando y con todo derecho y simplemente he hecho movimientos afirmativos con la cabeza, al igual que un boxeador que se rinde. Únicamente he pasado vergüenza. Y en el interior he llorado. ¿Qué habían hecho los de Dresde con nuestra bonito proyecto de los colegios embajadores?
Kirsten Siebarth: Al final, algunos de los acompañantes han cogido todas las medallas que pudieron encontrar de manera que ni siquiera había medallas para todos los niños. Probablemente habrán pensado "si no nos dan suficiente comida, al menos nos llevaremos todo lo que podemos pillar". Algunos niños se quedaron sin nada. Una pesadilla. Cruel.
Björn Lengwenus: Fueron las horas más horribles de mi vida ajedrecística. Se me ocurre decir: "He trabajado durante 20 años para tener una buena reputación en el mundo del ajedrez escolar para perderla hoy de una vez". Me sentí tan impotente y desvalido como nunca antes. Y fui yo el hombre que tuvo que tomar el micrófono para anunciar: "No hay bufete". En los tiempos de antaño se solía fusilar a los que entregaban malas noticias. Si lo hubiesen hecho conmigo, me hubiera parecido bien. Mejor que pasar semejante vergüenza. Anteriormente había intentado contratar a una banda de música de chavales de Dresde. Al menos eso tampoco funcionó porque no habría pegado nada encima tener música.
Kirsten Siebrath: Pero ahora viene lo peor de lo peor: los señores del servicio de seguridad prohibieron a los niños subir para ver las exposiciones de los países que ellos o los demás niños habían preparado.
La presentación de los países
Todo hecho con mucho cariño
Noruega
Comida croata
Björn Lengwenus: Luego me he marchado, gritando en voz alta "¡Déjenme pasar! ¡Es una orden!"
Kirsten Siebart: Eso funcionó y cuando llegamos arriba, nos dimos cuenta por qué. Delante de las presentaciones de los niños habían colocado un... ¡bufete! Para las celebridades de la Olimpiada de Ajedrez. Exactamente un bufete del tipo que habíamos esperado para los niños.
Björn Lengwenus: Teóricamente le tendríamos que haber metido mano tal cual.
Kirsten Siebarth: Cuando uno de los niños cogió un trocito de pan, le riñeron y amenazaron.
Björn Lengwenus: Esta imagen siempre me quedará grabada en la cabeza. Un bufete, armado delante de las presentaciones de los niños que en el piso de abajo habían pagado 4,50 € por una salchicha y un refresco. ¡Parece mentira! Pero así fue.
En una entrevista, el director técnico del la Olimpiada de Dresde, Dirk Jordan, ha indicado que después de un tiempo podría haber otra Olimpiada de Ajedrez. ¿Entonces acudiréis con vuestros colegios embajadores?
Björn Lengwenus: Nunca más en la vida volvería a colaborar con una organización a la que los niños no le importan nada, ni tampoco el ajedrez. A mi modo de ver, solo querían ganar pasta con los niños. A mi todo eso me ha parecido un escándalo y me entran ganas de vomitar cuando pienso cómo han pisado con los pies nuestra bonita idea. Nunca en mi vida me he sentido tan mal como después de esta clausura. Me recluí en la habitación del albergue juvenil. No tenía la culpa, pero me sentía culpable porque no pude cambiar nada.
Kirsten Siebarth: En serio, ¿Olimpiada de Ajedrez en Dresde? Yo, personalmente, nunca volveré a pisar el Centro de Congresos para ningún tipo de torneo de ajedrez.
Björn Lengwenus: Se ha tirado una oportunidad histórica para el ajedrez alemán. Nada más, ni nada menos. Invito a todos los colegios embajadores a participar el 31 de marzo de 2009 en el torneo Alsterufer en el Centro de Congresos de Hamburgo para disfrutar del ajedrez junto con otros 3.000 alumnos. Estoy seguro de que habrá unos cuantos clubes escolares de ajedrez que abrirán las puertas de sus gimnasios para garantizar el alojamiento gratuito, cosa que en Dresde no fue posible. La próxima edición del torneo Alsterufer ya será la LI edición del torneo.
La vida sigue... También la vida ajedrecística.
Muchas gracias por la conversación.
Entrevista: André Schulz, ChessBase
Traducción: Nadja Woisin, ChessBase
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