
En ese contexto, la Federación Española de Ajedrez celebró un torneo internacional en los salones del Círculo de Bellas Artes. La idea era enfrentar en el tablero a los mejores jugadores españoles -el mismo Pomar, Juan Manuel Fuentes o Antonio Medina, por nombrar algunos- contra una nómina de jugadores extranjeros, entre los que destacaban los alemanes Brinkmann y Saemisch y, sobre todo, el estonio Paul Keres, sobre el que estaban puestos todos los focos.
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