Psicología deportiva: el rol de los padres y madres en el ajedrez de competición
Por encima del jugador de ajedrez, está el joven en pleno desarrollo psicológico y madurativo
Los chicos están en continuo desarrollo
Es importante remarcar que detrás del joven que está jugando la partida o la competición hay una persona en pleno desarrollo. El ajedrez es una excelente herramienta que, enfocada de una manera saludable, va a ofrecer multitud de recursos a nuestros jóvenes para su día a día y para su propio desarrollo personal.
Nosotros no somos entrenadores, somos padres
Todo el mundo reconoce esta escena, ¿verdad?
Uno de los errores fundamentales que cometen algunos padres es la creencia firme de que ellos son los entrenadores de sus hijos. Claro está que muchos saben jugar y algunos, además, son fuertes jugadores. Sin embargo, la idea del padre-entrenador es un tanto comprometida, pues es difícil (por no decir imposible) que el chico vea a su padre como un entrenador. Siguiendo en la misma línea, es también difícil (por no decir, de nuevo, que imposible) que el padre vea a su hijo exclusivamente como jugador y con una mirada objetiva. El rol de entrenador pertenece a otra persona y lo más sano es que así sea.
La competición no dura 24 horas
En un torneo nuestros hijos también deben disfrutar con otras actividades, no solo jugando al ajedrez
En muchas competiciones podemos ver que los chicos dedican multitud de horas a preparar las partidas, analizar las posiciones, ver cómo juega el rival, decidir qué variantes jugar, preparar las aperturas, etc. En ocasiones, los chicos pasan multitud de horas enfrascados en este tipo de actividades, con la justificación de que han venido a jugar al ajedrez y que hay que tomárselo en serio. Esta es una frase muy escuchada durante un torneo.
Jugar una competición no implica pensar en ajedrez las 24 horas pues esto no va a hacer, de ninguna manera, que se consigan mejores resultados. Debe haber momentos para el descanso y la desconexión del ajedrez y estos momentos son tan importantes como las horas dedicadas al juego, ya que sirven para recargar la energía y afrontar la nueva partida en mejores condiciones. Para poder estar cargado de energía en una partida, aparte de preparar la misma, también se necesita la descarga de la tensión que se va acumulando a lo largo de una competición. Y para ello los momentos de relax y de disfrute son fundamentales.
Los programas informáticos no son el oráculo
La informática no siempre es el mejor aliado (Fotografía: Kino Lorber)
Otro error frecuente por parte de los padres, que se ha visto acrecentado en los últimos años, es seguir la partida de nuestro hijo con un módulo de análisis. Además, se espera que el chico realice las jugadas que dice el módulo. Los módulos de análisis son una excelente herramienta para los jugadores avanzados o para los profesionales. Pero es nefasto para los aficionados porque en muchas ocasiones nos da la sensación de que las jugadas son relativamente fáciles y que el juego no tiene ningún misterio.
En una partida de ajedrez intervienen multitud de factores de tipo psicológico y emocional que imprimen un carácter particular al juego que el módulo jamás podrá entender. Los módulos buscan la perfección en el cálculo, los humanos, las ideas y los conceptos. Además, como se ha demostrado en algunas ocasiones, los módulos también pueden cometer errores, sobre todo a largo plazo. Por tanto, hay que tener claro que el módulo no es el oráculo y hay que tener mucho cuidado con él.
La actitud está por encima de los resultados
Precioso dibujo de Cyril Rolando
Nuestros chicos están en un momento de desarrollo madurativo y, por tanto, debemos primar la actitud en su juego por encima de los resultados exclusivamente. Está claro que todos queremos un resultado positivo, pero estos no siempre llegan y las razones de ello pueden ser muy extensas para tratarlas en este punto. Lo principal es que el chico aprenda en cada una de las partidas que juega y que tenga la sensación de que ha jugado lo mejor que ha podido. Habrá veces que el resultado sea positivo. Otras, sin embargo, los resultados serán negativo pero es fundamental remarcar que son en estos momentos en los que nos tenemos que reponer y extraer aspectos para trabajar y seguir mejorando nuestro ajedrez.
Hay que mostrar una mirada positiva
Es preferible lograr siempre una mirada positiva…a pesar de los nubarrones
Para fortalecer la motivación y la confianza durante la competición (y fuera de ella) es esencial que no remarquemos solamente los posibles errores que se hayan cometido. De igual manera que se han cometido errores también a lo largo del juego se han cometido aciertos. Remarcar estos aspectos positivos va a hacer que las sensaciones del chico sean más positivas y le ayudarán a fortalecer su autoestima.
Los errores forman parte del juego
El error como elemento clave de aprendizaje
Pretender realizar la partida perfecta está fuera del alcance de todos los jugadores. En todas las partidas se cometen imprecisiones, por sutiles que estas sean. En las competiciones de los más jóvenes, estos errores son más visibles. Hay que aceptarlos como parte del juego y tratar de que los jóvenes les hagan frente y aprendan de ellos.
El ajedrez no es la vida
¿Cómo vemos el ajedrez en nuestras vidas?
En edades tempranas, y no tan tempranas, hay que ver el ajedrez como un juego que va a ayudar en el desarrollo de los chicos. Son pocos los que llegan a cosechar grandes triunfos y esto no hay que verlo de manera negativa. Los beneficios que brinda el ajedrez se pueden sentir a todos los niveles y hay que potenciar el disfrute del mismo. El ajedrez no es nuestra vida y hay que verlo como otra parte más de la misma.
El dinero
Dinero, vil metal
Por último, uno de los errores que resultan más peligrosos por lo que implican: la idea de que como padres hemos realizado un gran esfuerzo para que nuestros chicos jueguen una determinada competición y ahora queremos resultados. Esto genera una tensión en el jugador que va a llevar, casi irremediablemente, a la sensación de fracaso. Está claro que el hecho de acudir a una competición implica un importante desembolso económico para los padres, pero esto hay que tomar como unas vacaciones y no esperar resultados porque nos hemos gastado una cantidad concreta. Los chicos pueden sentirse frustrados, culpables, etc. si no alcanzan los objetivos propuestos y generarle un estado emocional muy negativo. Es recomendable no hacer referencia al tema económico y mucho menos utilizarlo como bastión para potenciar la motivación del chico, pues genera casi automáticamente lo contrario. Es preferible que una competición se viva como un reforzador, a que se viva como algo que el chico debe devolver con determinados resultados.
El objetivo de este artículo es abrir un espacio para reflexionar sobre algunos comportamientos y/o actitudes muy habituales que se dan en las competiciones de ajedrez por parte de los tutores.
Cortesía de Ajedrez Social.org
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