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Jueves, 15 de abril de 2010
Por Dagobert Kohlmeyer
Miguel Najdorf. Su vida es historia de ajedrez pura. Hoy sería su 100 cumpleaños. Cuando falleció el 5 de julio de 1997, perdimos a una de las figuras con más facetas, que ha habido en el mundo de nuestro juego real. La triste noticia llegó como un golpe bajo, en medio de los "Dortmunder Schachtage", donde Anatoly Karpov me informó durante el desayuno de que Najdorf había fallecido la noche anterior en Málaga (España) por un fallo cardíaco.
El diario más grande de Argentina, "Clarín", donde Don Miguel había tenido una columna de ajedrez durante decenas de años, localizó a Karpov en Dortmund, rogándole que escribiese una necrológica. Se quedaron muy tristes también los demás grandes maestros presentes (Vishy Anand, Nigel Short y otros) al enterarse de la triste noticia que se estaba extendiendo al comienzo de la tercera jornada de la cita ajedrecística en Dortmund. Todos habían apreciado muchísimo al Gran Caballero del Ajedrez. El árbitro principal del torneo Lothar Schmid era el que conocía a Najdorf desde hacía más tiempo: "Miguel era un talento natural; uno como hay muy pocos. Tenía tantos conocimientos de ajedrez que simplemente podía confiar en su intuición. Las ideas le caían del cielo como el maná".
Miguel Najdorf
Tuve la gran suerte de poder encontrarme con Miguel Najdorf varias veces en los años noventa. Por ejemplo, en Buenos Aires, en el legendario torneo siciliano, en el duelo por el título mundial entre Kasparov y Anand en el World Trade Center en Nueva York y en la Olimpiada de Ajedrez en Ereván 1996.
Ereván 1996: Najdorf y Kohlmeyer
Las conversaciones con él siempre fueron interesantes y amenas. Una de las posibilidades que tuve para conversar muy agradablemente con él fue el mencionado torneo siciliano en 1994 en Buenos Aires. He aquí algunos recuerdos.
El torneo se celebró en honor del 60 cumpleaños de Lev Polugajevski y el patrocinador fue el mecenas holandés Joop van Oosterom. El lugar del encuentro fue la sede de un banco, en el centro de la capital argentina. Najdorf se acercaba a la sala de prensa todos los días, siempre vestido de gala. El entonces gran maestro vivo más veterano seguía las partidas con sus ojos despiertos y atentos a las pantallas de la sala. Najdorf, a sus 84 años de edad, todavía era muy animado y ágil. Con mucho temperamento comentaba y analizaba las partidas con Lev Polugajevski, Bent Larsen u otros corifeos, o simplemente jugaba algunas partidas de ajedrez relámpago.
De vez en cuando arregló algunos negocios por el teléfono móvil. A pesar de su edad bíblica, todavía seguía trabajando. Los grandes maestros de hoy en día, por ejemplo, Karpov, Anand, Shirov, siempre se solían acercar a él con mucho respeto.
Miguel Najdorf y Judit Polgar
Como ustedes sabrán, Najdorf conoció a todos los personajes ilustres de su oficio, entre ellos, al triunvirato Lasker, Capablanca y Alekhine. Después de la Olimpiada de Ajedrez de 1939, el gran maestro nacido en Polonia, como tantos de sus compañeros grandes maestros, se quedó en Buenos Aires porque era judío y había estallado la Segunda Guerra Mundial.
Don Miguel ganó una fortuna con su propia empresa de seguros y a veces solía parecer algo excéntrico. Pero eso en el mundo del ajedrez casi nadie se lo tomaba a mal. Su encanto y su pasión por nuestro deporte lo compensaban todo. Najdorf indicó con orgullo cuál era la importancia que el ajedrez tenía en su país de residencia: "El fútbol es el número uno, sin duda, pero justamente detrás va el ajedrez, especialmente en estos días de competición. Cada día dos páginas en el periódico y un montón de espectadores". Najdorf me contó que en la final de candidatos del mundial en Buenos Aires 1971 entre Bobby Fischer y Tigran Petrosjan, hubo en total 30.000 seguidores viendo las partidas. La gente no cabía en la sala y muchos seguían las partidas desde la calle.
El veterano del ajedrez se alegró de que en el torneo de elite en 1994 jugasen únicamente la Siciliana y "su" apertura particular.
La variante Najdorf (1.e4 c5 2.Cf3 d6 3.d4 cxd4 4.Cxd4 Cf6 5.Cc3 a6), uno de los sistemas más complejos que se conoce en la teoría del ajedrez, ha salido muchísimas veces sobre los tableros de ajedrez en todo el mundo. Una tarde en Buenos Aires tuve la posibilidad de hablar unos minutos con Don Miguel:
¿Qué ha provocado que Ud. se quedase en Argentina en su momento?
Participé en la Olimpiada de Ajedrez 1939, jugando en el segundo tablero de Polonia. En Europa estalló la Segunda Guerra Mundial y perdí a toda mi familia allí: a mi esposa, mi hija y a mis cuatro hermanos. Nunca los he vuelto a ver.
¿A qué se dedicó Ud. en Sudamérica?
No a jugar al ajedrez de manera profesional. Era aficionado. Había estudiado Matemáticas y fui empleado de una empresa de seguros y más tarde fundé mi propia empresa y todavía sigo activo en esta profesión.
¿Quiénes son los grandes jugadores de la historia con los que se ha enfrentado Ud. en el tablero?
Capablanca, Aljechin, Botwinnik o Bogoljubow. También con Emanuel Lasker. No llegué a enfrentarme con el Campeón del Mundo alemán, pero era mi amigo.
¿Cuál es la partida que con más gusto recuerda?
Por ejemplo, la de Margate, en 1939 cuando logré mantener las tablas contra Capablanca en una posición perdida. Mis victorias más bonitas han sido contra Botvinnik en Groningen 1946 y contra Fischer en Santa Mónica en 1966. En el duelo de "la URSS contra el resto del mundo" en 1970 en Belgrado quedé 2:2 contra Tal.
¿Cuál ha sido su éxito más destacado?
La victoria en el Memorial Capablanca, en La Habana 1962, por delante de Spassky y Polugajevski. Gané a pesar de dos derrotas iniciales [una de ellas contra Wolfgang Pietzsch de Leipzig – nota de Dagobert Kohlmeyer]. Luego gané nueve partidas consecutivas y esto me brindó la victoria. Fue inolvidable.
¿Cuál ha sido su partida más bella de todos los tiempos?
No tengo que reflexionar mucho. Por supuesto, la partida más bella que he jugado fue la llamada "Inmortal". Sacrifiqué muchas piezas y luego di mate. Eso fue en Varsovia en 1935.
Ud. también tiene dos récords del mundo...
Sí, es cierto. En 1943 jugué unas simultáneas en 202 tableros. El resultado fue + 182, - 8, = 12. Y en unas simultáneas a la ciega en 45 tableros, en 1947, obtuve 39 victorias, sufrí dos derrotas y firmé cuatro tablas.
¿Qué opina Ud. de Bobby Fischer?
Sin duda ha sido uno de los mejores jugadores de ajedrez de todos los tiempos. Pero su época ya ha pasado. Hoy en día no tendría ni la más mínima posibilidad contra Kasparov.
Por favor, coméntenos algo sobre el tema "Ajedrez y ordenadores".
Seguro que esos bichos también son necesarios, pero también hacen que el ajedrez sea más pobre. No es precisamente algo que nos alegre el que un jugador pueda realizar 30 movimientos sin tener que reflexionar nada.
¿Ud. sigue jugando?
De vez en cuando juego alguna partida de ajedrez relámpago en una cafetería.
Así terminó nuestra conversación. Indicando que ya era mayorcito, Miguel me rogó que le dejara tranquilo por aquel día, que el torneo iba a durar más días. Le di las gracias y me retiré. El héroe del ajedrez, sin embargo, volvió a centrarse en los monitores con la retransmisión de las partidas en la sala de prensa. Y mientras lo hacía, de vez en cuando hizo movimientos negativos al ver algunas de las jugadas de sus compañeros grandes maestros de elite.
Miguel Najdorf, a lo largo de su carrera, ha vivido innumerables anécdotas e historias curiosas. Me contó una anécdota especialmente entrañable aquel día. Había ocurrió en Cuba hacía casi 50 años atrás:
"En 1962 gané el torneo magistral en La Habana. En aquellos tiempos, Fidel Castro y Ernesto Che Guevara acudieron todos los días a la sala de juego para seguir las partidas. Una vez me preguntó Che Guevara, si me apetecería dar una exhibición de simultáneas a la ciega para el Gobierno de Cuba. Me quedé un poco perplejo ante semejante solicitud, pero por supuesto asentí.
En el primer tablero jugaba Fidel Castro, en el segundo su hermano Raúl y en el tercero el entonces Presidente de Cuba, Oswaldo Dorticos. Seguían unos cuantos ministros y en el octavo tablero estaba Che Guevara. Después de una hora firmé tablas con Fidel Castro. En todos los demás tableros iba con ventaja, salvo en el octavo. Por lo tanto le ofrecí tablas también a Che Guevara. Como respuesta me echó una parrafada: "¿Cómo qué tablas? ¡Ni hablar! ¿Ud. se ha olvidado de que ya nos habíamos enfrentado anteriormente? Fue en 1947, en Mar del Plata. Entonces yo era estudiante de Medicina y en unas simultáneas Ud. me dio mate de manera terrible y en pocos movimientos. He soñado tantos años con la revancha, que o pierdo o gano aquí. ¡Pero tablas desde luego no van a ser!" La partida siguió y finalmente la gané. Mi oponente se sonrió y me felicitó cordialmente".
La partida más bella de su incomparable carrera de ajedrez fue sin duda la que Najdorf jugó a los 25 años de edad, es decir, hace más de tres cuartos de un siglo. La partida lleva el sobrenombre de "la inmortal polaca". Se lo dio el propio Tartakower. En dicha partida, Najdorf sacrifica todas las piezas ligeras de manera efectiva, para luego darle mate a su oponente con el peón "h". Una verdadera joya.
Glücksberg - Najdorf
Varsovia 1935, Holandesa A85
1.d4 f5 2.c4 Cf6 3.Cc3 e6 4.Cf3 d5 5.e3 c6 6. Ad3 Ad6 7.0-0 0-0 8.Ce2 Cbd7 9.Cg5? Axh2+! 10.Rh1 A 10.Rxh2 sigue 10...Cg4+ y 11...Dxg5. 10. ... Cg4 11.f4 De8 12.g3 Dh5 13.Rg2
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16…Cdxe5+! 17.fxe5 Cxe5+ 18.Rf4 Cg6+ 19.Rf3 f4! las negras amenazan 20. ... Ce5 mate. 20.exf4
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Traducción: Nadja Wittmann, ChessBase