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Vugar es una de las personas más maravillosas que he tenido el placer de conocer. El fuerte enlace emocional que desarrollamos que rápidamente se convirtió en un profundo amor. No solamente éramos una pareja, sino también los mejores amigos. Hasta el día de hoy, únicamente domino las reglas básicas del juego de ajedrez y nunca he jugado una partida razonable. El ajedrez nunca ha jugado un papel predominante en nuestra relación y aún así los éxitos de Vugar y su alta valoración Elo, dan testimonio de que él sí tenía un talento extraordinario como ajedrecista.
Elisabeth y Vugar en Pekín en 2011
Al ser yo lega absoluta en esa materia, ni siquiera podía seguir exactamente lo que pasaba en los torneos de ajedrez, ni sus resultados tal y como lo podría haber hecho un profesional del ajedrez. Pero siempre estaba muy orgullosa del talento de Vugar y de sus capacidades en este ámbito. Pero por encima de todo, veía todos los demás rasgos característicos positivos que tenía y que parecían aún aumentar con cada una de las brillantes partidas que jugase.
Vugar fue una persona muy equilibrada, a la que siempre importaba más que estaban bien los demás que él mismo. Tenía un gran sentido de la belleza y de la estética, una persona que sacaba su alegría de las cosas simples de la vida, siempre con una sonrisa en la cara. Para él, la felicidad significaba poder hacer felices a otras personas. Vugar era una persona interesada en muchísimas cosas: le gustaba todo lo que tenía que ver con la cultura, escribía poemas y le encantaba filosofar sobre la vida, escuchar música durante horas, interpretar las letras de las canciones, contar anécdotas, jugar vídeojuegos como el tenis o el juego de fútbol "FIFA" en su ordenador.
Tiempos felices: con Shakhriyar Mamedyarov (izda.) en Pekín
Unas semanas antes de que le diagnosticaran un tumor cerebral recurente, maligno, vio realizado un sueño: ¡aprendió a tocar el piano! Desde entonces tocó la pieza "River flows in you" (del compositor sudcoreano Yiruma) para mi en diversas ocasiones; la había aprendido en el poco tiempo que le quedaba.
Mi alegría y entusiasmo se convirtieron rápidamente en un disgusto cuando me enteré del diagnóstico y solamente Vugar, con su espíritu de lucha y optimismo era capaz de aliviar mi desesperación. Hasta en los tiempos cuando Vugar tenía problemas mentales o físicos, siempre me ofrecía su hombro para apoyar la cabeza.
Vugar y Elisabeth en Budapest en 2011
Recuerdo muy bien cuando estaban a punto de operarlo en el hospital de Bonn (Alemania): ¡tenía una sonrisa en la cara! Dos días más tarde regresó de la UCI a su habitación, lo mismo: ¡con una sonrisa en la cara! Es fácil describir la naturaleza de Vugar con palabras como humor, vitalidad y franqueza. Y así es justamente como siempre lo recordaré.
Esta foto fue sacada en la playa de San Sebastián, el día de Año Nuevo de 2012
Vugar, nunca he amado a ningún hombre de la misma manera que te he amado a tí. Gracias, por los incontables, maravillosos momentos que he tenido el honor de compartir contigo. Siempre vas a estar conmigo, dentro de mi corazón, acompañandome cada paso en todos los caminos. Todos los recuerdos de ti que te tengo, me van a alegrar los días y me van a dar ánimo.
Vugar, eras una persona maravillosa. ¡Muchas gracias!
GM Vugar Gashimov, 1986 – 2014 |