Revisando el pasado

por ChessBase
15/07/2006 – Desde hace ya algunos números nuestra revista electrónica multimedia de ajedrez incorpora una sección sobre la historia del juego ciencia que hace las delicias de los aficionados. No tiene la espectacularidad de las entrevistas y reportajes multimedia, ni es posible que los protagonistas nos cuenten sus hazañas o nos expliquen sus teorías por medio del novedoso y extraordinario sistema Chess Media, pero Johannes Fischer nos enseña a comprender mejor el mundo de las 64 casillas, repasando sus hitos y recopilando partidas y fondos fotográficos y bibliográficos, cuando menos, emotivos. Hace poco disfrutamos de la Olimpiada de Turín y dentro de unos días será el 89 aniversario de la de Londres, donde empezó todo. Entre los pioneros estaban  Euwe, Grau, Koltanowski, Reti, Tarrasch, Mieses, Maroczy... ¿Saben la historia de la copa de la foto? Todo eso y más lo tienen en ChessBase Magazine 112, de la que les ofrecemos un artículo traducido al castellano...

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Londres 1927
El difícil comienzo de las primeras Olimpiadas de Ajedrez

Por Johannes Fischer

Hoy en día las Olimpiadas de Ajedrez bianuales son siempre un festival de ajedrez y un momento culminante en la vida ajedrecística. En las olimpiadas que tuvieron lugar en Calvià en 2004 tomaron parte 124 equipos y 763 jugadores de los cinco continentes; en Turín 2006 incluso hubo más. Dejando a parte pequeños cambios, el formato ha permanecido más o menos fijo y desde que en 1959 se disputaron en Dubrovnik las primeras olimpiadas tras la II Guerra Mundial ha habido Olimpiadas de Ajedrez cada dos años, con un continuo incremento en el número de participantes, a pesar de problemas ocasionales por motivos políticos.

La ruta hacia las Olimpiadas de Ajedrez: un camino lleno de dificultades

Por otro lado, los comienzos de las Olimpiadas de Ajedrez fueron modestos. Las olimpiadas han sido, sin embargo, un motivo de orgullo para la FIDE. Desde que se reunieron en París el 20 de julio de 1924 los representantes de 15 países para fundar la federación mundial de ajedrez, la Fédération Internationale des Echecs, habían planeado organizar periódicamente un torneo de selecciones nacionales.

El congreso fundacional de la FIDE también tuvo lugar al final de tal competición por equipos, que a su vez se celebró al mismo tiempo que los VIII Juegos Olímpicos de Verano en París (lo que nos demuestra que la FIDE estaba interesada en acercar el ajedrez a los "deportes auténticos", es decir, los físicos. Aún así, el predecesor de las futuras olimpiadas, este torneo de París de 1924, fue todo menos un éxito. Ello fue debido en parte a la forma en que fue organizado: en principio era un torneo individual jugado en una fase previa y otra final, en el que los puntos conseguidos por los componentes de los equipos se sumaban al final para ver que equipo había ganado, un método que era tanto arbitrario como insatisfactorio.  
Dos años más tarde, la FIDE realizó otro intento y organizó otro torneo de selecciones nacionales en Budapest en 1926. Se cambió el sistema y tuvo lugar un auténtico torneo por equipos, formados por cuatro miembros en cada ronda, pero esta prueba también resultó ser una metedura de pata, puesto que sólo hubo cuatro equipos en a la hora de dar la salida. Demasiado pocos para una olimpiada y una auténtica competición.

En 1927 la FIDE osó finalmente hacer un tercer intento y organizó en Londres otro torneo para selecciones nacionales, que luego se convertiría en la 1ª Olimpiada de Ajedrez oficial. Porque, a pesar de algunos problemas iniciales, Londres 1927 fue un éxito para la FIDE. Al contrario que el año anterior en Budapest, casi todos los países miembros de la FIDE tomaron parte en la prueba, que se disputó con 16 equipos, con Argentina como el único no europeo. 

Dinero y buenos jugadores

Desgraciadamente los tres mejores jugadores de la época (Alekhine, Capablanca y Lasker) no participaron en esta olimpiada, lo que significa que perdió algo de brillo. Alekhine y Capablanca estaban preparándose para su encuentro por el Campeonato del Mundo, que debía comenzar unos meses después en Buenos Aires, y Lasker era un jugador demasiado individualista para tomar parte en pruebas por equipos. De hecho, Lasker  no jugó en ninguna de las siete olimpiadas que siguieron y que se disputaron antes de su muerte, el 11 de enero de 1941. Pero con jugadores del estilo de Euwe, Grünfeld, Maroczy, Reti y Tarrasch hubo una amplia nómina de destacados jóvenes y menos jóvenes grandes maestros en Londres.

Posiblemente, fueron más jugadores a Londres que los que acudieron a Budapest porque los organizadores pagaron los gastos de los cuatro jugadores principales de cada equipo. Eso no significa que los organizadores anduviesen bien de dinero. Más bien al contrario. El presupuesto era bastante restringido. El torneo le costó a la FIDE un total de 2.000 libras esterlinas, lo que en términos aproximados equivaldría hoy en día a 115.000 euros. Así que los organizadores intentaron economizar donde pudieron, por ejemplo, no pagando los gastos de los reservas.

Porque, como en Budapest el año anterior, la competición fue entre equipos de cuatro que podía, si querían, llevar un reserva. Pero al contrario de lo que sucede hoy en día, los equipos no estaban restringidos a una alineación específica. Antes de cada ronda, los cuatro jugadores (y el reserva) podían ordenarse como desearan, lo que tenía algunas consecuencias curiosas. Por ejemplo, el húngaro Kornél Havasi jugó con blancas sus ocho partidas en estas olimpiadas. Su resultado de 5,5 puntos fue bueno, pero no descollante. Esta norma sobre la libre elección de orden se mantuvo hasta las Olimpiadas de Ajedrez de Hamburgo en 1930, pero en todas las que siguieron los equipos se vieron obligados a anunciar y mantener el mismo orden de juego de sus miembros durante todo el torneo.

A la hora de la verdad sólo seis equipos aprovecharon el lujo de poder llevar un reserva. Porque aunque la organización se hacía cargo de los costes de los cuatro jugadores principales, cada equipo era responsable de los gastos del reserva, lo que sin duda contribuyó al hecho de que sólo 70 jugadores tomaran parte en Londres, menos que en cualquiera de las olimpiadas subsiguientes. Eso significó que los equipos que participaron sin reserva tuvieron un programa muy pesado.

Las reglas de juego



Lugar de juego: Westminster Hall

Y fue así porque las condiciones de juego eran duras. Las olimpiadas se disputaron entre el 18 y el 29 de julio en la Westminster Central Hall de Londres con el formato de torneo clásico todos contra todos. Así que tenían que disputarse 15 rondas en el tiempo récord de sólo 11 días. El tiempo de reflexión era de 1,5 horas para las primeras 30 jugadas y luego 30 minutos por jugador para las 10 jugadas subsiguientes. Las partidas aplazadas debían disputarse en la tarde noche, tras la ronda o, si no era posible, a la mañana siguiente. Teniendo en cuenta este apretado programa, la demanda de energía a los participantes fue aún mayor.

El transcurso del torneo

Desde el comienzo, Hungría, uno de los favoritos en estas olimpiadas, tomó el liderato al derrotar en la primera ronda a los yugoeslavos, que también se les veía con grandes posibilidades, por 4-0. Durante la primera mitad del torneo, los húngaros fueron construyendo su hegemonía y llegaron a la mitad de la prueba con una sólida ventaja de 3 puntos. Pero poco antes del final sus fuerzas comenzaron a flaquear. En la ronda 13 los húngaros sólo pudieron derrotar a la débil Finlandia por 2.5:1.5, mientras que Dinamarca, sus perseguidores más próximos, derrotaba a Checoslovaquia por 3,5:0,5. en la ronda 14 los magiares pedieron con los holandeses, lo que permitió a los daneses igualar con ellos. Así que antes de la última ronda, los equipos húngaro y danés compartían el liderato con 36,5 puntos y los de la marca tenían una mejor puntuación particular. La victoria de Dinamarca hubiera causado sensación. Mientras que con Geza Maroczy en el tablero principal y Nagy, A. Vajda, A. Steiner y K. Havasi en el resto, Hungría estaba formado por maestros más o menos bien conocidos en el panorama internacional, la selección danesa, con H. Krause, H. Norman-Hansen, E. Andersen y K. Ruben, tenía jugadores sin registro previo en los escenarios ajedrecísticos fuera de sus fronteras.

Clasificación final
Olimpiada de Londres 1927
(Masculina)


(Haciendo clic sobre la imagen superior se obtiene la tabla de resultados completa)

Pero en el peldaño final o bien a los desconocidos les fallaron los nervios o se agotaron debido a sus esfuerzos a lo largo del torneo. Porque, al contrario que los húngaros, fueron uno de los equipos que  participaron sin reserva, de forma que cada jugador danés llevaba ya 14 agotadoras rondas a sus espaldas. En la última ronda no pudieron hacer nada mejor que empatar 2:2 contra Bélgica, mientras que Hungría derrotaba a España 3,5:0,5 y se aseguraba la victoria. El tercer puesto fue para la anfitriona Inglaterra. Los Países Bajos fueron el cuarto equipo clasificado, en cuyo primer tablero jugó el que iba a ser Campeón del Mundo y Presidente de la FIDE Max Euwe.


El joven Max Euwe

Resultó adecuado que Euwe tomase parte en estas primeras olimpiadas, porque durante toda su vida realizó una inconmensurable contribución a la FIDE, no sólo como su futuro presidente, sino también y por encima de todo tras su victoria en el Campeonato del Mundo en 1935 y su cesión de la organización de dicho campeonato a la federación mundial de ajedrez.


Geza Maroczy

El puntal de la selección húngara fue Geza Maroczy, que logró 9 puntos en sus 12 partidas, obteniendo el mejor resultado individual del equipo. Tres años después de su medalla de oro en Londres, ganó la de plata para los magiares en las Olimpiadas de Ajedrez de Hamburgo. El mejor jugador de la selección danesa fue Holger Norman-Hansen, que con 12 puntos en 15 partidas compartió el mejor resultado individual de las olimpiadas con Sir George Thomas de Inglaterra. Pero el éxito olímpico de Norman-Hansen  fue flor de un día. Un año después, en las Olimpiadas de La Haya, sólo consiguió unos flacos 6,5 puntos en 16 partidas.

Sir George Thomas realizó una importante contribución al éxito de la selección inglesa. Sir George Thomas fue un fenómeno. En aquella época estaba entre los mejores jugadores de Inglaterra e incluso quizás era el mejor, pero tenía incluso más éxitos en bádminton y a principios de los años 20 muchos lo consideraban el mejor jugador de bádminton del mundo. En cualquier caso, dominó el panorama inglés y entre 1920 y 1923 ganó cuatro veces consecutivas los Campeonatos de Toda Inglaterra. Pero sus talentos no cesaban ahí. También era tan bueno jugando al tenis que en 1922 entró en dieciseisavos de final en el torneo de Wimbledon.

La selección alemana no tenía cosechadores de puntos como Sir George Thomas y Holger Norman-Hansen. Su séptima plaza no fue precisamente para tirar cohetes,  ya que no fue tan buena como se esperaba. La alineación alemana parecía justificar posibles prejuicios sobre cuan importante era la jerarquía en los países de habla alemana, ya que la selección germana fue la única que siempre apareció con la misma alineación.
En el tablero uno Tarrasch logró un respetable resultado de 8,5 sobre 15, pero no fue tan bueno como lo había sido. Los demás jugadores alemanes lograron marcadores decentes, pero no hubo ningún rendimiento sobresaliente. Jacques Mieses puntuó 8 de 15, Carl Carls  9,5 sobre el mismo número de partidas, lo mismo que los 8 puntos de Heinrich Wagner.

La importancia de las Olimpiadas de Londres de 1927

Las de Londres de 1927 están consideradas con razón las primeras olimpiadas oficiales. Después de todo, fue el primer torneo de selecciones nacionales organizado por la FIDE que tuvo éxito. Al mismo tiempo, se sentaron las bases de las futuras condiciones de juego, aunque habría algunos cambios importantes.

También resultó que las competiciones anteriores habían carecido de algún tipo de símbolo, que sí existió en Londres, donde el benefactor del ajedrez inglés Frederick Gustavus Hamilton-Russell donó una valiosa copa de oro que recibiría en custodia el equipo que ganase las olimpiadas.



Y dicho trofeo aún se ofrece al equipo vencedor en cada celebración de entrega de premios. 

Al organizar con éxito su Olimpiada, la FIDE logró mayor aceptación como federación mundial de ajedrez, responsable de los intereses y aspiraciones de los ajedrecistas. Fue un paso importante en la instauración de la FIDE como organización.

Un año después, en la Olimpiadas de Ajedrez de La Haya, sin embargo, la federación mundial de ajedrez se las arregló para dispararse en el pie una vez más. El congreso que tuvo lugar en Londres simultáneamente con las Olimpiadas, había decidido restringir la participación en las olimpiadas a jugadores aficionados (presumiblemente para acercarse a los juegos olímpicos "auténticos") Pero el resultado fue decepcionante. Dicha decisión dejó a los mejores jugadores del mundo fuera de las olimpiadas de La Haya, haciendo caer en picado el atractivo del torneo. Al verlo, los responsables mostraron gran perspicacia y volvieron a las condiciones de juego de Londres, que permitían acudir tanto a profesionales como a aficionados. 

Y así, a pesar de todos los problemas, Londres 1927 sentó las bases de una de las más destacadas e importantes pruebas ajedrecísticas del mundo: las Olimpiadas de Ajedrez. 
 

Fuentes:

  • David Hooper, Kenneth Whyld, The Oxford Companion to Chess , Oxford University Press 1996.
  • Alexander Münninghoff, Max Euwe: The Biography , Alkmaar: New in Chess 2001.
  • Raj Tischbierek, Sternstunden des Schachs: 30x Olympia , Sportverlag Berlin 1992.
  • www.olimpbase.org

Traducción de Fernando M. Fernández
 


 

 

 

 

El artículo original, acompañado por 480 partidas, está disponible en el número 112 de ChessBase Magazine

 


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