Senterej: el Ajedrez etíope
Por Dr. René Gralla, Hamburgo (Alemania)
Hasta ahora, los historiadores e investigadores del ajedrez, a la hora de
buscar sus inicios, normalmente se solían concentrar en India, Persia y Arabia,
y recientemente también en China. África, sin embargo, prácticamente nunca suele
figurar en las publicaciones.
El "senterej" o "ajedrez etíope", es una variante interesante y entretenida
del deporte de la mente que se ha desarrollado en Etiopía en paralelo con las
demás raíces del juego.
El historiador británico, Dr. Richard Pankhurst,
ha presentado un
informe, explicando el hasta ahora prácticamente desconocido juego de
senterej.
Los novatos se ubicarán sin problemas en el escenario del ajedrez de Etiopía.
Al igual que la versión habitual, se disputa sobre un tablero de 64 casillas y
las jugadas del senterej coinciden, en principio, con las reglas de la FIDE.
Esto es el caso especialmente de la torre (en etíope: "Der"), del caballo ("Derese"),
del Rey ("Negus") y en principio también para los peones ("Medeq"), aunque en el
caso del senterej, el soldado de la infantería no puede realizar ningún "paso
doble" y por lo tanto tampoco puede capturar "al paso".
Únicamente en el primer momento podrá parecer poco usual la diferencia de
colores en el senterej. En lugar de piezas blancas y negras, en él se enfrentan
"verdes" y "doradas". Además, el color del tablero es rojo con líneas de
división azules que marcan las 8 x 8 casillas del campo de batalla en miniatura.
Los reyes, en su posición inicial, no están ubicados el uno enfrente del otro,
sino que el verde está en su casilla habitual, e1, mientras que el "Negus"
dorado está en la d8.
Por lo demás, el principiante tiene que tener en cuenta que en el senterej
del África Oriental, al igual que en el ajedrez clásico árabe, en lugar de la
dama y del alfil hay un "visir" lento ("Fers" en el idioma local) y unos
elefantes regordetes. Estos paquidermos se llaman "Fil" o "Saba" y solo se
pueden desplazar hasta la segunda casilla en su diagonal desde su ubicación
actual, con lo cual también tienen la posibilidad de avanzar relativamente
rápido cuando sea necesario. El que va más tranquilote es el "Fers", este asesor
únicamente puede avanzar un paso por jugada en su respectiva diagonal.
Las ruinas del Castillo de Fasilidas (Gonder, Etiopía)
Lo que más distingue al senterej de todas las demás variantes del ajedrez es
la forma original en que se desenvuelve la apertura. Según las reglas del "werera"
(así se llama la apertura de una partida de senterej), los contrincantes en
primer lugar pueden mover las piezas prácticamente al ritmo que les da la gana,
¡sin tener ni siquiera que esperar la respuesta del oponente! Los oponentes
colocan sus unidades de combate en un abrir y cerrar de los ojos, si hace falta
recolocan las tropas y no hace falta que se preocupen de manera minuciosa de
ningunas reglas específicas de apertura que en un mundo paralelo ha sido
elaborado escrupulosamente hasta en los más mínimos detalles por parte de la
FIDE y los expertos occidentales.
Al observador no experto en los secretos de la "werera" del senterej, a
primera vista le puede parecer que ha estallado el caos total. En realidad, sin
embargo, los jugadores sí saben muy bien lo que están haciendo: miran con recelo
al oponente, observándolo en sus tejemanejes y lanzando contraataques contra los
avances del mismo. Al mismo tiempo, la "werera" dinámica, permite a los
listillos, construir una fortaleza para su rey, aunque en el senterej no se
conoce la jugada del enroque tal y como se realiza en el ajedrez que conocemos
nosotros.
La apertura o "werera" termina, en cuanto se haya capturado o cambiado la
primera pieza. A continuación se juega el habitual ritmo de
verde-dorado-verde-dorado-verde-dorado, etc. hasta que se rinda alguno de los
dos oponentes o le den mate. En el caso de que se capture al "Negus" enemigo,
sin embargo, entra en funcionamiento un código ético muy riguroso. Un mate no
tiene automáticamente el mismo significado que otro: la valoración del final
sigue una estricta jerarquía.
Para los “conocedores del oficio”, parece entre vulgar y vergonzoso, el dar
mate al rey con la torre o el caballo. Tiene mucha mejor fama el golpe mortal
ejecutado por un elefante. Y si ya son dos elefantes los que preparan la trampa,
el vencedor recibirá un frenético aplauso. En cambio, las fuentes no dicen nada
sobre lo que pasaría si un visir metiese el “gol de oro”. Probablemente es un
caso que ocurre muy raras veces que esa pieza tan pausada del "Fers" alcance al
comandante enemigo.
El senterej, durante siglos, se ha practicado con mucha afición, sobre todo
en los círculos aristocráticos. Una estrella temprana en la modalidad del
ajedrez etíope fue el Emperador Dawit II, que en las crónicas suele aparecer con
su nombre natal Lebna Dengel (1508-1540). El Negus Negest libró una batalla
incansable con el pintor veneciano Gregorio Bicini, que en aquellos tiempos
trabajaba en el palacio del soberano, como invitado.
Más adelante, Ras Michael Sehulde Tigray (alrededor de 1691-1779), Rey de la
región central de Shewa, su nieto Ras Wolde Sellassie (probablemente 1745-1816)
y Sahle Sellasie (aproximadamente 1795-1847), pasaban por ser los maestros del
arte etíope del mate. Hasta que entró en escena una mujer que hizo temblar a los
“machistas”: la Emperatriz Taytu Betul (aproximadamente 1851 - 1918), esposa de
Negus Negest Menelik II e hija de una familia noble que tenía vínculos con la
Dinastía del Rey Salomón.
Los descendientes de Salomón han determinado de manera persistente a la
nación. El clan afirmaba sus exigencias imperiales y espirituales en la ligazón
entre el Rey Salomón de Israel y la Reina de Saba. El hijo de la pareja mítica
fue, según la transmisión histórica, el primer monarca de Etiopía, Menelik I.
El Emperador Menelik II de Etiopía
Taytu Betul, una de las bisnietas de la Reina de Saba, ha marcado un hito en
la historia mundial. Acompañó a su marido imperial durante la
Batalla de Adua y
venció al ejército italiano de expedición el 1 de marzo de 1896, que iba a hacer
realidad los viejos sueños romanos al conquistar Etiopía.
El Emperador Menelik II después de la Batalla de Adua
Quizá también fueron los conocimientos estratégicos y tácticos de Taytu Betul,
que encabezaba el ejército de 3.000 artilleros, los que contribuyeron a su
triunfo, elaborados anteriormente, por así decirlo, en miniatura, en el senterej.
Taytu Betul, Emperatrtiz de Etiopía (fuente:
Wikipedia Portugal )
En todo caso, Taytu Betul jugaba con cuchillos bien afilados. Tenía una
tremenda fuerza de voluntad que la emperatriz también aplicaba en los negocios
normales: únicamente aceptaba como igual a un hombre, si también demostraba maña
frente al tablero.
El que quiera incluir el espíritu africano en el ajedrez, solamente tiene que
pintar de verde y oro a las piezas y de rojo y azul el tablero de un juego de
ajedrez normal y ya podrá empezar.
Por cierto, es absolutamente típico en el senterej, demostrar sus
sentimientos de manera franca y con mucho temperamento y no hace falta callarse
la boca de manera obstinada. Los comentarios gritados con furia no están
prohibidos, sino que hasta son bienvenidos. Nadie va a chillar "¡Silencio! Y si
los espectadores tienen una idea genial, simplemente toman la pieza en cuestión
y demuestran espontáneamente sobre el tablero cómo hay que hacerlo, aunque sea
en medio de la partida.
Así cualquier partida se convertirá en una auténtica fiesta. Ya lo decía la
Emperatriz Taytu Betul, a la que sus contemporáneos llamaban "La luz de
Etiopía", la líder del orgullo negro en el ajedrez.
Traducción: Nadja Woisin, ChessBase