Sobre Ivanchuk y la agonía tras las derrotas

por ChessBase
04/12/2009 – Después de su derrota hace unos días ante el GM filipino de 16 años Wesley So, el GM ucraniano Ivanchuk en una entrevista realizó manifestaciones que podían interpretarse como que había decidido retirarse del ajedrez profesional. Más adelante lo desmintió y pidió perdón a sus seguidores. Marcel Blanchard procura encontrar explicaciones para este tipo de reacciones, no solamente en Ivanchuk, sino en muchos jugadores de ajedrez. "Es una versión controlada, no física sino intelectual, de una lucha por el todo o la nada, la vida o la 'aniquilación'. El ser un 'elegido' entre los inteligentes o un 'patán', obtuso y estúpido al cual saludan los elegidos con condescendencia. Y cuando el ego se pega y se identifica con ello, es catastrófico". Reflexiones de Marcel Blanchard...

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Ivanchuk y la derrota

Por Marcel Blanchard

Después de su derrota hace unos días ante el GM filipino de 16 años Wesley So, el GM ucraniano Ivanchuk en una entrevista realizó manifestaciones que podían interpretarse como que había decidido retirarse del ajedrez profesional. En el sitio ruso chesspro.ru realizó un desmentido. Sobre la derrota en sí nos enteramos el otro día por el MI Bernardo Roselli. Nos comentó como había quedado eliminado Ivanchuk. Luego seguimos hablando sobre temas vinculados con lo nuevo y lo viejo, las nuevas generaciones, Ray Robson aquí en Uruguay y todo eso.

Nos quedamos pensando tras leer antes de ayer la carta en ruso de Ivanchuk, en algunas cosas que van mucho más lejos y que afectan a todo jugador de ajedrez. Cualquiera que juegue al ajedrez, al nivel que sea, sabe bien lo que se siente al perder una partida. Y para cada quien su partida es lo más importante, porque es lo suyo, su creación, su lucha vital por la supervivencia. Un instinto, un atavismo profundo. De golpe nos convertimos en niños, en seres vulnerables. Todos sabemos de qué estamos hablando. Nos tiembla el cuerpo, nos recorre un sudor por la espalda, frío. Y si tenemos algúna imagen preestablecida que defender, ya sea puntaje o reconocimientos formales de tal o cual posición, es mucho peor: nos sentimos acorralados como animales indefensos, que de un segundo a otro, en una colgada en el blitz final, podemos quedar expuestos a la vergüenza. Como si nos "levantaran en público las faldas". No éramos sino unos embusteros, mucho menos buenos de lo que la gente se cree. ¿Se entiende de qué hablamos? ¿Para qué engañarnos y jugar a los grandes y a los serios si todos somos seres humanos y en general se siente lo mismo en lo profundo?


(Foto de Ivanchuk por M. Blanchard)

Se entiende de que estamos incursionando en cosas, de las que poco se habla, pero cualquier jugador de competición sabe hasta qué punto nos invaden. Quizás en esa intensidad y en su íntima relación con nuestro ser, es que se pueda intuir algo del misterio. Del hechizo irresistible que ejerce el ajedrez sobre quienes lo jugamos en competición. Es una versión controlada, no física sino intelectual, de una lucha por el todo o la nada, la vida o la "aniquilación". El ser un "elegido" entre los inteligentes o un "patán" obtuso y estúpido al cual nos saludan los elegidos con condescendencia. Y cuando el ego se "pega" y se identifica con ello, es catastrófico. Hasta un tipo profesional de edad madura, como Ivanchuk, puede reaccionar como un niño. Y ahi no lo salvan ni sus trajes Armani, ni sus miles de horas de estudio análisis y juego. ¿Dónde están? ¿De qué le sirvieron? Viene un pibe de las Filipinas y lo barre así como así. Y se terminó. De vuelta a casa en Ucrania desde la Siberia en invierno.

Se supone que el profesionalismo en cualquier área de actividad es precisamente la capacidad de ejecutar la habilidad con independencia de las emociones personales, prejuicios, envidias, celos, y toda la gama de emociones destructivas. La maestría es hacerlo con independencia de las mañas del ego.

A "Chucky" le tambaleó. ¿Y qué? Lo bueno sería en la escala que a uno le corresponde, ganar siquiera un poco en sabiduría al respecto. Una cosa es escribir y repetir la frase de Capablanca sobre lo que enseña una derrota, otra es tragarla y cambiarse a sí mismo.

Pensábamos que difícil debe de haber sido para él. Aquellos que apenas jugamos al ajedrez y solo se trata de una parte más de la vida, en ocasiones, cuando volvemos a casa tarde, en las noches de derrota, pateando las latas de las veredas por haber perdido una partida del juego del ajedrez de modo más o menos humillante, todo se vacía de sentido hasta la mañana siguiente. Y él, Ivanchuk, es un profesional dedicado por entero a ello, debe de haber sido devastador. Quizá, como lo decía Kasparov en septiembre pasado, hay que saber balancear las cosas precisamente para tener ciertos contrapesos. Decía que su ventaja sobre Karpov era de índole emocional porque él, Kasparov, no se dedicaba solo al ajedrez. Un asunto grande en el que seguramente hay argumentos de fondo válidos para los dos extremos.

¡Qué tema!

Y está relacionado con otro inmenso: los jóvenes en el ajedrez. Uno se da cuenta de lo peligroso que es, porque el ajedrez de competición es peligroso para el ego. Puede transformar a la gente en patética. Puede confundirla. Especialmente si se trata de adolescentes que comienzan a verse aquí y allá en fotos de blogs y sitios como si fueran estrellas y genios. Hay que tener cuidado, así nos parece. Como en todo, convendría de vez en cuando preguntarse: ¿Y al final, para qué? Esa es una de las preguntas que a nuestro entender se debería sugerir, enseñarse, junto con todo el ladrillote de conceptos con que se educa. Al fin de cuentas, todo esto, ¿¡para qué!? Entonces, como mínimo uno puede quedar vacunado contra el virus del patetismo. Por lo pronto para que si un día se pierde en todo el frente, lo que a veces sucede, como dicen los mexicanos, no "rajarse", y como decían mis padres: no rajarse "como un majadero", ya sea del torneo en la mitad de su desarrollo, o del escenario de batalla del que se trate en el campo de la vida.

Un hermoso tema, que tiene alcances filosóficos pero también prácticos, inmensos, de psicología deportiva y de todo lo que hace a alcanzar la excelencia en cualquier plano, mientras uno esté utilizando el tiempo que le ha tocado de andar correteando por esta Tierra.

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