
Siuyumbiké, superada por los acontecimientos, aceptó casarse, pero antes subió las escaleras del torreón y, desde lo más alto, se dejó caer. Entonces, la reina se convirtió en un bello pájaro y voló lejos, tan lejos como fue capaz de batir sus alas. . Hasta aquí, la leyenda. Mucho tiempo después, en septiembre de 1923, unos niños jugaban al escondite en el Palacio de Pioneros de Kazán. Quiero pensar que esa tarde los pájaros jugueteaban por el cielo y que uno de ellos, aquel que escapó, fue testigo de uno de los relatos más hermosos de la historia del ajedrez.