"¿Vlasti? ¿Me escuchas? A ver..."
"Sí, ahora sí te oigo. Te cuento lo que me pasó en el viaje a Ogulin".
El león del ajedrez
A continuación del torneo de ajedrez relámpago en Herceg Novi, acepté la invitación de participar en una exhibición de partidas simultáneas. Dado que yo era un jugador eslavo y que en un momento dado le había vencido a Polugajewski. Las partidas de las simultáneas no fueron fáciles, pero me pagaron bien. Mi coche, un Renault 8 también estaba muy contento con su actuación particular. La cantidad de kilómetros cada vez era más elevada y el motor hacia sonidos contentos.
Pero por muy bravos que fuesemos los dos, el Renault y yo, tengo que admitir que había sobrestimado un poco nuestras fuerzas. Eran las dos y media de la la noche y yo estaba hecho polvo. Aún así no quería interrumpir el viaje para llegar al hotel sea como fuese. Mi destino era Ogelin y teóricamente quedaba poco para llegar. Ya empezaban los bosques que enmarcan el sitio. Bosques entre cuyos árboles a veces se solían asomar osos pardos.
Me encendí un pitillo para combatir el sueño. Estaba lloviendo mucho. De repente vi algo en el borde de la carretera. Desaceleré y paré el coche para ver lo que era. ¿Había alguien despierto a parte de mi a esas altas horas de la noche?
¿Un oso? ¡No! ¡No era un oso, ¡sino un majestuoso león!
"Vlasti, estás alucinando!", me dije a mi mismo. Mi primer impulso era, salir del coche corriendo, pero luego opté por esperar a ver qué pasaría. El león apareció entre los arbustos y se acercaba a mi coche. Cada vez estaba más cerca. De repente se dio la vuelta y desapareció corriendo.
Dejó de llover. Fumé otro cigarillo y finalmente, a las cuatro de la mañana vislumbré el rótulo "Ogulin 4 km". Por fin.
El recepcionista del hotel también era ajedrecista y aún estaba despierto. Me esperaba una cama acogedora...
A la mañana siguiente me levanté tarde y bajé a desayunar. El café estaba buenísimo. Abrí el periódigo y, ¿qué veo? ¡El león de la noche pasada! Se había escapado del Circo Sarrasani. Era una advertencia de tener cuidado porque la fiera se seguía escondiendo en los bosques de la zona.
Me tomaba mi tiempo para desayunar. Sabía que los jugadores de ajedrez locales ya se estaban preparando para las simultáneas. Al final tuve que interrumpir la exhibición de partidas simultáneas. Es que el también león estaba participando. Aquella noche dormí poco y abandoné Ogelín a primeras horas de la madrugada. ¡Hacia la otra dirección!
No he contado esta historia a nadie hasta ahora. ¡Sola ahora, a Ustedes! Cincuenta años más tarde.
Artículo original en alemán: GM Vlastimil Hort
Traducción al castellano: Nadja Wittmann (ChessBase)