Martes, 3 de enero de 2011
Yago Gallach Pérez: el Steve Jobs del ajedrez editorial
Por Carlos A. Ilardo, con fotos de Graciela Manteiga
Yago Gallach, acaso sea de esas personas a los que uno no se atrevería jamás a juzgarlo; a su lado uno aprende a mirarlo, atenderlo y disfrutarlo. Su idiosincrasia lleva grabada a fuego su mejor impronta, la lealtad; fiel al trabajo, a la familia, a los amigos y a la búsqueda inagotable de la innovación de lo que quiere y lo que hace. En marzo próximo cumplirá tres años al frente de la dirección de la Revista Jaque; una publicación que descubrió de niño y a la que volcó toda su libido hasta amarla. Como un Steve Jobs del mundo del ajedrez editorial, él sueña con una revolución periodística creativa aferrado a las nuevas plataformas tecnológicas. Un perfeccionista crónico. Acaba de anunciar la salida de Jaque Expreso, una variante en tiempo de crisis, un desafío contra la piratería y un regalo para los millones de amantes hispanoparlantes del milenario juego. Nace la historia.
El 23 de mayo de 1976, en el seno de una familia trabajadora de Valencia (padre empleado de banca y mamá administrativa de un hospital), nació el joven Yago, cuyos años de infancia transcurrieron a la par de la transición democrática española; tiempos en los el lujo era albur en la mayoría de los hogares en España y gente, como José María González, en la pequeña Joyería Universo de la animada calle Loyola de San Sebastián, con voz de carraspera como consecuencia de un inseparable cigarrillo Paxton, era capaz de sostener utopías como la publicación de una revista de ajedrez llamada Jaque desde hacía ya cinco años; de manera mensual y formato pequeño.
Poco a poco España fue enterrando sus años de horror y espanto, y el ajedrez todavía contagiado por un virus llamado “Bobby Fischer” iluminaba mentes como la de José Luis Rentero Suárez, que en 1978 creaba su primer Magistral de Linares. Y allí, en Andalucía, a los pies de Sierra Morena, rodeada por Bailén, Ubeda y Baeza, Don José María González concurría invitado como árbitro internacional o simplemente como director de JAQUE.
En 1988, Yago tenía 12 años; su mayor hazaña frente al tablero se contaban con los dedos de una mano: había derrotado a su padre y también a su abuelo.
“Aprendí a leer ajedrez solo (tomaba sin permiso, algunos libros de la biblioteca de la casa) con la intención de aprender y vencer a mi padre y a mi abuelo. Cuando lo logré se desató en mi una fiebre que me llevaba quincenalmente a comprar JAQUE a la librería de Izquierdo en el centro de Valencia; aunque era y sigo siéndolo un jugador mediocre, soñaba con ir a jugar a Benasque, por eso resolvía los “Usted Juega” de Zenón Franco y los problemas de táctica. Seguía las partidas en particular de Kasparov e Ivanchuk, aunque mi guía espiritual era Karpov, pues habíamos nacido un mismo día, salvando las evidentes distancias de edad y fuerza de juego”, dijo sonriente el actual director de la mejor revista especializada de ajedrez.
En 1988 hacía ya dos años que José Mari se había marchado definitivamente del mundo terrenal, y JAQUE quedaba bajo la conducción de Pablo Aguilera. Una posta que continuó Antonio Gude, José Carlos Hernando y Lincoln Maiztegui, respectivamente. Tiempo después el reconocido colega español, Leontxo Garcia, tomó la batuta de la dirección.
Los periodistas Carlos Ilardo (La Nación, Argentina) y Jesús Boyero (Marca, España)
“Con la ayuda de gente que ha dado a JAQUE mucho más de lo que les obligaba su sueldo, como Jesús Boyero, Fernando Urías, Rosa de las Nieves, Gonzalo Aragonés y Mari Carmen Elizalde, entre otros más, se pudo sostener la revista”, escribió alguna vez, el experimentado periodista del diario El País.
¿Yago, y cómo nació tú relación con JAQUE?
Fue precisamente a causa de mis hijos que me acerqué de nuevo a la revista. Hacía tiempo que combinaba mis trabajos normales con otros más culturales (grabación de un disco, en calidad de músico baterista, para una banda sonora de la obra de teatro La zapatera prodigiosa de Lorca; corrector de pruebas [para la editorial Paidotribo]; redactor de entradas [para Larousse], etcétera), pero los trabajos que fui frecuentando no me daban demasiado tiempo libre ni para ellos ni para el ajedrez.
En 2004, creo recordar, me apunté a jugar al torneo Bali de Benidorm. Llevaba unos meses colaborando con una sección, El peón espía, en la revista Jaque practica (la hermana pequeña de Jaque, entonces llamada Jaque actualidad). Allí conocí a Alexis Cabrera, director de la revista, y por mediación de él me puse en contacto con su editor, Eduardo Morejón. Les pedí trabajo, y me di de baja en el mío, en el que estaba desempeñando labores de técnico electrónico, para disponer de más tiempo libre para mis hijos, Etién y Leire, que por entonces tenían 3 y 1 año, respectivamente.
Después de un tiempo trabajando en Jaque (diseño, maquetación, corrección de textos), mi jefe, Eduardo Morejón, me propuso que me quedase con la revista. Y aquí me ves, en marzo próximo cumpliré el tercer año al frente de JAQUE; la fecha es fácil de recordar para cualquier valenciano, porque coincide con las fiestas grandes de Valencia, las Fallas -entre el 15 y 19 de marzo-.
¿Y cuál es tú balance como director?
Después de estos tres años el balance en lo que se refiere a la calidad de la revista creo que es de positivo a muy positivo. En el aspecto económico no lo es tanto, entiendo que se debe en parte a una de las decisiones que adoptamos y que ha despistado a mucha gente, aunque, también, al azote de la crisis económica mundial. Esa decisión fue la de no renovar a nadie que no lo pidiese. Las razones son obvias: Jaque ofrece varias opciones de suscripción y renovación con precios distintos y diferentes métodos de pago, fraccionados, etc., justamente para que todo el mundo pueda escoger cuál le conviene más o se adapta mejor a sus necesidades. Claro, hay muchas personas que estaban habituadas a que la renovación fuese automática, como hacen las grandes empresas. Nosotros no queríamos optar por esa vía porque pensamos que es más justo y mejor que cada cual pueda elegir lo que más le convenga y cuando más le convenga y no imponer un modo de suscripción, el que más nos beneficie o convenga a nosotros. Nuestro compromiso es con el ajedrez y con las personas a los dos lados de Jaque. Aquí introdujimos otro cambio, y es el de pagar a todos los colabores a revista hecha, terminada y publicada, no por periodos trimestrales o semestrales. También funcionamos así con la imprenta y proveedores. Quizá no sea una buena medida empresarial, no por lo menos a la antigua usanza, pero preferimos vivir con lo que tenemos que en un castillo de sueños y en un castillo de pagos futuros. Esto, en parte, a gran escala, ha desencadenado la crisis.
Yago y colegas de la prensa internacional, trabajando en la sala de prensa en México, en el Festival de Ajedrez de la UNAM 2010
¿Y qué puedes contarnos de tú última innovación, Jaque Expreso?
La idea de Jaque Expreso nació por una mezcla de petición popular en América (mucho interés por la revista, sin capacidad para adquirirla: recordemos que el gasto de envío supera el de la propia revista) con la expansión digital. En definitiva, Jaque Expreso es la hermana pequeña de Jaque, muchísima más económica y pensada para que se pueda leer, sobre todo, al otro lado del charco. Cuando digo que es la hermana pequeña me refiero a que, para no perjudicar a nuestros lectores en papel (formato que personalmente prefiero y disfruto más) Jaque Expreso contiene el 75% de lo que se publica en Jaque, se puede leer en el dispositivo electrónico que se quiera y no ocupa espacio en casa.
¿Cuál es tu visión sobre el panorama editorial de ajedrez en España?
El panorama editorial sobre ajedrez en España lo veo de complicado a muy complicado. Aparte de que hablamos de ajedrez, las razones son de conciencia. Desde el Lazarillo de Tormes, El buscón y Guzmán de Alfarache parece que el hispanoparlante no ha sabido evolucionar. Es decir, nos reímos del honrado y del trabajador, lo intentamos engañar, seducir o burlar. Nos reímos de lo bueno, no lo valoramos, ni siquiera el trabajo que conlleva, lo queremos todo gratis y sin esfuerzo. Nos lo merecemos todo gratis porque tenemos mucho sol, mucha playa y buen sentido del humor.
Quizá falte un poco más de conciencia y compromiso, no con Jaque, que no es la pregunta, sino con el ajedrez. El panorama editorial en otros países puede ser peor que aquí, aunque no en el mundo anglosajón ni en el alemán. Allí saben que gastar en el ajedrez es promoverlo, que haya más y mejores torneos, más y mejores revistas, más y mejores programas, más y mejores libros, allí saben que se ha de apoyar, cuidar y mimar a los patrocinadores, si ellos no tienen el retorno suficiente, abandonan la actividad por otras más visibles, lucrativas e interesantes: tenis, balompié, ciclismo, etcétera.
¿El caso más extremo de la falta de conciencia es la piratería?
Por supuesto, si la persona que se baja un programa de ajedrez de pago (los libres, libres son y para eso están) supiese lo que cuesta programar, traducir, que funcione bien, grabarlos, distribuirlos, cerrar acuerdos con otros programadores, pagar los servidores de juego, etcétera, quizá hasta podría pensar que el precio que está pagando por ese programa no es tan exagerado como cree.
Por todo esto, estoy convencido que ChessBase, siguiendo en el ejemplo es una empresa maravillosa con una página de ajedrez gratuita en castellano. Deberíamos estar agradecidos por el trabajo que están haciendo, por que hayan apostado y contratado a personas que lleven esa página. Esas personas están trabajando por y para el ajedrez, lo están llevando a muchos sitios y creo que no es de recibo que se les pague robándole los frutos que tanto tiempo les cuesta cultivar.
¿Por qué te atrapó tanto el ajedrez?
Siempre me ha interesado el mundo de la cultura y sus manifestaciones: la pintura, el teatro, la danza, la música, la literatura, la poesía, el cine, la arquitectura, la escultura, la gastronomía... Y soy muy inquieto. Es decir, me gusta probar mucho, experimentar, aprender. Para mí el ajedrez es un campo más del mundo de la cultura y creo que es uno de sus eternos olvidados. Puede que la diferencia estribe en que para ver, oír o disfrutar de otras disciplinas no requiere inicialmente ser tan activo. Por ejemplo, la gente puede ver un cuadro de Munch o de Magritte y saber si les gusta o no, sin necesidad (inicialmente) de saber composición, teoría del color, técnica pictórica ni la historia del cuadro o del autor. Lo mismo sucede con la danza clásica o la música. Uno puede disfrutar enormemente con ciertas obras sin saber de su complejidad, escala tonal, compás... o si lo que se está interpretando es un do, un re o un la. El ajedrez tiene una barrera inicial más elevada, como puede suceder con las matemáticas o la literatura, pero a todos nos enseñan a leer y escribir en las escuelas, lo que salva en parte las posibles carencias, además de que los traductores convierten ideas ajenas y extrañas a un lenguaje propio. Pero, ¿cómo explicar las ideas de una partida, el ritmo de ésta, la sutileza...?
Junto a los argentinos, Oscar Panno, Carlos Ilardo y Pablo Della Morte
¿Y ésa puede ser la causa por la que aún no se sepa venderlo mejor?
Muchas veces, creo que nos desviamos cuando decimos que el ajedrez no se ha sabido vender. Posiblemente haya que aceptar que lo que no se ha sabido es inculcar o enseñar el maravilloso lenguaje del ajedrez. Si éste fuese de dominio público no habría que venderlo, sino promoverlo y disfrutarlo, como la música, el cine y la literatura, por ejemplo.
Se nota que te llevas bien con las nuevas plataformas tecnológicas. ¿Serán éstas las soluciones de todos nuestros problemas?
Como se viene anunciando, que no denunciando, desde hace tiempo en diferentes medios (el libro Superficiales, por ejemplo; o varias columnas sobre este fenómeno en Público y El País [una de ellas firmada por Vargas Llosa]), la red nos está cambiando el modo de pensar. Cada vez somos más impacientes, procrastinamos más, nos concentramos peor, tenemos más estímulos y menos paz interior, somos manipulados con mayor facilidad. La lectura y el ajedrez son una ayuda para que conservemos el pensamiento profundo y una buena capacidad de concentración, así como una buena memoria, hoy tan desprestigiada, porque para eso ya está Google. Todos los aparatejos que nos ayudan a que no pensemos son muy útiles, porque nos quitan una carga de encima, pero no sé hasta qué punto. No nos olvidemos que el pensamiento profundo, la capacidad de razonar, valorar y sopesar, la concentración, la atención y la memoria son partes importantes de nuestra inteligencia. Olvidarse de ellas es muy peligroso, más aun cuando la esperanza de vida pone la barrera cada vez más lejos.
Yago Gallach Pérez, el hombre que día a día pone en JAQUE, a las viejas y nuevas estructuras del mundo del ajedrez. Un editorialista revolucionario; sin dudas, uno disfruta al conocerlo, leerlo o escucharlo.
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